Estaba anocheciendo cuando Siwon regresó.
Se estiró y bostezó mientras recorría el largo pasillo de mármol que conducía a
sus habitaciones.
Hacía muchos años que no visitaba la parte
oeste de la isla y se había quedado impresionado al ver el resultado del duro
trabajo de su hermano. Hyuk, poco a poco, estaba ayudando a reconstruir las
infraestructuras de Hyundai, mejorando las carreteras y los accesos a las
partes más remotas de la isla, pero sin destruir el bello entorno natural. De
hecho, el pequeño pueblo de pescadores de Lejana era tan pintoresco como otros
lugares que él conocía. Pero tal vez eso era porque lo había visto con otros
ojos...
Porque Siwon se había descubierto
apreciando el paisaje de una forma nueva. Tenía que ver con sacar el máximo
partido de las cosas pequeñas, tomarse el tiempo para detenerse y observar.
Quizás el tener a Minki le había cambiado más de lo que él creía. El corazón le
saltó de gozo al pensar que volvería a verlo pronto. Miró su reloj. Si Heechul
no lo había acostado ya...
Cerró los ojos brevemente mientras pensaba
en Heechul, y la nostalgia y la frustración lo reconcomieron. A veces se
necesitaba una eternidad para hacer un descubrimiento, y él supo en aquel
momento que no había sido justo con su esposo.
Sigilosamente, abrió la puerta de sus
habitaciones y un sonido lo detuvo en el sitio. Se quedó helado mientras oía
una voz cantando una melodía tan familiar, que el corazón le dio un vuelco.
Era la voz de Heechul.
Las palabras viajaban por el aire tranquilo
de la noche.
—Gom semariga han jibe isseo
Appa gom, eomma gom, agi gom
Appa gom, eomma gom, agi gom
Siwon cerró los ojos.
—Appa gom eun ddoongddoong hae
Eomma gom eun narsshin hae...
Eomma gom eun narsshin hae...
Se quedó quieto como una estatua hasta los
últimos acordes.
—Agi gom en ai gwiyeowo!
eusseuk! eusseuk! jarhanda.
eusseuk! eusseuk! jarhanda.
No sintió las lágrimas que le inundaban las
mejillas. Se movió como si estuviera en un sueño, quizás lo estuviera, hasta
que abrió la puerta de la habitación y los vio. Appa e hijo, meciéndose
dulcemente en la enorme mecedora que había conocido generaciones de príncipes.
Ahí estaban su pasado, su presente y su
futuro.
Heechul elevó la vista y abrió la boca
incrédulo.
—¿Siwon? —susurró, como si hubiera visto un
fantasma, y tal vez fuera cierto, porque ahí estaba su marido como nunca lo
había visto.
—No sabía que conocieras esa canción —dijo
él, vacilante.
—¿La conoces tú?
Era una de esas preguntas innecesarias,
pero necesitaba ser planteada. Era una puerta que había que abrir. Él asintió.
—Por supuesto que sí. Mi madre solía
cantarla. ¡Así que era eso!
Con premura pero cuidadosamente, Heechul
dejó a Minki en su cuna, se acercó a él y le enjugó las lágrimas dulcemente con
las yemas de los dedos. Luego, lo rodeó con sus brazos fuertemente sin otra
intención más que consolarlo, sin preocuparse de si él quería eso de su parte o
no, porque en aquel momento él lo necesitaba.
También los hombres fuertes necesitaban
llorar de vez en cuando.
—Oh, amor mío —dijo ella suavemente—. Amor
mío, Siwon, ¿qué sucede? Cuéntamelo.
Pero toda una vida sin hablar de ciertas
cosas no se desvanecía en un instante, y Heechul supo que tenía que ayudarlo,
enseñarle que existía un camino por delante, hacerle saber que una vida vivida
al máximo en todas las cosas que importaban era una vida mejor para todos.
Heechul tomó aire profundamente y se armó
de valor, rezando para que, en medio de su dolor, él no le apartara.
—Nunca lloraste la muerte de tu madre
—comenzó lentamente, y vio que daba un respingo—. Tu padre te mandó fuera y te
sentiste como si ya no te quisiera nadie. En Estados Unidos te sentiste
perdido, y cuando regresaste, ya no te sentiste en casa. Tu hogar no estaba en
ningún sitio, nunca lo ha estado.
—¿Quién te ha contado eso?
—Tu padre me hizo un ligero esbozo, el
resto lo he completado yo. Parte de ello ya lo suponía. Por eso él me dijo que
aprendiera la nana y se la cantara a Minki...
—¿Mi padre te dijo eso? —preguntó él,
incrédulo.
Heechul asintió.
—Debía de saber que antes o después me
escucharías cantársela.
Él estaba aturdido, como si lo hubieran
golpeado hasta perder el conocimiento y estuviera recuperando la consciencia de
nuevo.
—Eso es algo tremendamente perspicaz por su
parte —afirmó, aún incrédulo.
—Creo que es un hombre muy perspicaz
—afirmó—. Pero, al ser Rey, raramente lo demuestra abiertamente. Tal vez su
posición no le permite hacerlo.
Entonces Heechul se dio cuenta de que
quizás había otras razones por las cuales el Rey le había dado esa información:
Heechul tenía su propio papel en el proceso de curación de Siwon.
—No lo trates con dureza por lo que pasó, Siwon
—dijo suavemente—. Hizo lo que creía mejor, con sus mejores intenciones. Echaba
de menos a tu madre y tenía que ayudar a la gente de Hyundai a adaptarse a la
nueva situación. Tal vez supo que no había tiempo para un niño de cinco años.
Pero él te quiere. Te quiere mucho.
Heechul rezó de nuevo para tener el coraje
y la fuerza de decir lo que sabía que tenía que decir, sin prejuicios. Y no
porque quisiera algo de él, que lo quería, sino porque Siwon necesitaba
escucharlo.
—Igual que yo —afirmó suavemente,
mirándolo, con su voz y sus ojos firmes y seguros—. Igual que yo.
Siwon percibió el profundo amor en su voz,
desprovisto de cualquier tipo de vanidad, y soltó un pequeño grito, como si
hubiera sido herido. Una dulce emoción de respuesta comenzó a inyectar calor en
su corazón helado. Lo abrazó más fuerte y pensó en lo tonto que había sido.
Hundió su rostro en el dulce néctar de su cabello, y por primera vez en su vida
permitió que sus sentimientos lo inundaran.
Lo llenaron de un amargo dolor y
arrepentimiento hasta que creyó que no podía soportarlo más, y entonces, inexorablemente, la ola bajó y dio paso a una bendita paz. Siwon elevó la
cabeza y miró a Heechul.
—¿Me perdonarás, mi princesa! —dijo, con la
voz entrecortada.
—¿Por qué? —preguntó, abriendo mucho los
ojos—. ¿Qué es lo que has hecho?
Entonces Siwon pudo leer sus temores.
¡Dios! Nunca se había parado a pensar en cómo debía de sentirse Heechul, en el
fondo. ¿Por eso él no se había preocupado? ¿O no se había atrevido a hacerlo?
Le acarició los labios con los suyos.
—No lo suficiente —respondió dulcemente—.
Ni mucho menos lo suficiente.
—Siwon, estás hablando en clave.
—¡Acabo de entrar en razón! —anunció él.
—¡Siwon, por favor! ¿De qué se trata?
—Ahora quiero que me escuches, que me
escuches en silencio. ¿Crees que puedes hacerlo?
Heechul cerró los ojos, rezando por que Siwon
no hubiera decidido que no podía continuar con aquello... al menos no antes de
que tuviera la oportunidad de decirle que estaba dispuesto a cambiar. Si él no
quería su amor, lo aceptaría, porque quería que su matrimonio funcionara. Haría
cualquier cosa que estuviera en su mano para mejorarlo. ¿Acaso algunos
matrimonios con miembros de familias reales no se basaban en aquel tipo de
comprensión? Lo único que sabía era que no quería perderá Siwon.
—He sido un tonto egoísta y estúpido, Heechul
—admitió él amargamente—. Sólo he tomado de ti sin cesar, sin pararme a pensar
lo que tú podías querer. Sin preocuparme de darte nada a cambio.
—Siwon, yo...
—¿No ibas a escucharme en silencio? —le
preguntó él con gravedad.
Heechul asintió, sin poder pronunciar
ninguna palabra porque el terror había hecho que se le formara un nudo en la
garganta.
—Querer que vivieras en Nueva York era algo
insensible y desconsiderado por mi parte.
Quiso replicar, pero había prometido
mantenerse callado...
—Ayer estuve en Lejana, ¿sabes dónde está?
—¿No está en la costa junto a las Islas del
Oeste?
Siwon esbozó una sonrisa de satisfacción.
—Conoces bien la geografía de Hyundai
—comentó con aprobación.
—Bueno, nuestro hijo tendrá que hacerlo,
¡es su herencia! —replicó, y vio que Siwon sonreía aún más ampliamente—. ¿Qué
sucede con ese pueblo?
—Hay un gran espacio donde podríamos
construir nuestra casa —comentó él, y lo vio fruncir el ceño—. Pero, si quieres
quedarte en la capital, lo haremos. ¡Nos quedaremos en donde tú elijas!
Entonces, él hizo lo que, para él, era el
sacrificio supremo.
—Incluso, podemos vivir en el palacio, si
eso es lo que quieres.
—¡Pero no quiero!
Él entrecerró los ojos.
—¿No quieres qué?
—No quiero vivir en Hyundai. ¡Quiero vivir
en Nueva York!
Siwon se sintió confuso.
—¿De veras?
—¡Sí!
El frunció el ceño.
—¿Qué te ha hecho cambiar de idea?
—Quiero que nuestro matrimonio funcione, Siwon.
Tú no vas a ser feliz viviendo aquí, y si tú no eres feliz, yo tampoco. Y
además, todo el mundo sabe que los jóvenes nos adaptamos mejor que ustedes
—dijo, y tomó aire—. Así que yo voy a hacerlo.
Siwon se echó a reír, sin poder parar...
Nunca había reído con un gozo tan desinhibido en su vida. Era como un bálsamo
para su alma, música para un oído hambriento de aquel sonido.
Heechul lo miró como si hubiera perdido el
juicio.
—¡Shh! ¡Vas a despertar a Minki!
Él se tapó la boca con la mano, como si
fuera un niño en misa conteniéndose la risa.
—Aclarémonos, Heechul. ¿Tú quieres vivir en
Nueva York porque es donde yo quiero vivir, y yo quiero vivir en Hyundai porque
es donde tú quieres vivir?
—Bueno... sí, supongo que sí. ¡Oh, Siwon,
esto es terrible, es una situación sin salida! ¿Qué vamos a hacer?
—No creo que tengamos que decidirlo justo
en este momento, ¿no? Creo que hay otras cosas mucho más importantes que
debemos hacer.
Como encontrar las palabras adecuadas para
convencerle de que a él no le importaba dónde demonios estuviera, con tal de
que estuviera a su lado. Se sentía como un ciego que acabara de abrir los ojos
a la luz.
Y era gracias al poder regenerador del amor.
—Siwon...
—Shh.
Él asió su mano y la besó, luego la agarró
firmemente y condujo a Heechul hasta la cuna. Se quedaron en silencio,
contemplando a su hijo. Sus oscuras pestañas eran como lunas crecientes sobre
su piel perfecta y su pequeña boca dejaba escapar ligeros sonidos. Tenía uno de
sus diminutos brazos colocado sobre su cabeza, con el puñito cerrado.
—¿Crees que va a ser un luchador? —preguntó
él, en un susurro.
Y Heechul reconoció que había estado a
punto de tirar la toalla y de abandonar a Siwon.
—Oh, eso espero —respondió con fervor—. De
veras espero que sí.
No todo fue coser y cantar a partir de
entonces, por supuesto que no. Ningún matrimonio lo era, sobre todo uno con el
comienzo del de Heechul y Siwon. Ambos tenían mucho que aprender, sobre
convivencia, sobre ser recién casados y padres... ¡La lista continuaba sin
cesar!
Principalmente, tenían que aprender sobre
el otro, pero lo mágico era que ambos querían hacerlo, con una pasión que hacía
que el difícil camino del aprendizaje les pareciera facilísimo y los pequeños
tropiezos les resultaran insignificantes.
Lo que había comenzado como un ligero
calentamiento en el hielo que rodeaba el corazón de Siwon aumentó hasta
derretir todo bajo la ola de amor de su esposo y su hijo. Parecía una locura,
pero el amor había cambiado todo: sus sentimientos, la forma en que percibía el
mundo y su lugar en él.
Su propio amor había florecido, y aprendió
que demostrarlo no le hacía menos hombre, sino más, le convertía en un hombre
completo. Y, conforme el amor de Siwon crecía, Heechul se deleitaba en él,
sintiéndose más seguro y más confiado, lo suficiente como para que la vena
batalladora de su carácter resucitara.
¡Los dos volvían a ser dos magníficos
contendientes! De hecho, como Kangta le señaló secamente a Siwon, ¡era un
alivio para el resto de la familia saber que la casa que estaban construyendo
en Lejana estaba terminada!
A Heechul le pareció la casa más hermosa
que había visto nunca. Era espaciosa, luminosa y llena de ventanas, para no
perder nunca de vista el mar azul zafiro que llenaba el aire con su música.
Tenían una playa privada donde Minki
aprendería a nadar y navegar con su padre, que en aquellos días tenía tiempo
para hacerlo.
Porque Siwon se dio cuenta de que Heechul
había tenido razón todo el tiempo. Le había dicho muchas veces que ganaba
dinero por el mero hecho de ganar dinero, pero que no necesitaba hacerlo más.
Si no tenía cuidado, la vida pasaría a su lado mientras él cerraba contratos
innecesarios. Y, desde que tenía una familia propia, el atractivo de ganar
dinero había empezado a perder importancia.
Incluso si descontaba la riqueza que había
heredado, y que había puesto en un fondo fiduciario para Minki y cualquier otro
hijo futuro, él había ganado todo el dinero que quería y más aún.
Así que dejó sus negocios por el mundo y
dedicó sus energías a Hyundai. Su experiencia en el campo inmobiliario le
colocó en una buena posición para aconsejar en materias de arquitectura y
planificación inmobiliaria.
Como pareja, se mantuvieron alejados de
muchos de los compromisos de la vida de la Corte, a menos que, como decía Heechul
en broma, necesitaran «cuadrar el número de invitados». Les gustaba ayudar
cuando los necesitaban, pero eso era todo. Siwon odiaba la rigidez de aquella
vida, y Heechul quería crear para él una familia tan normal y feliz como fuera
posible. El tipo de familia que él había echado de menos toda su vida.
Una tarde, los dos estaban sentados en la
terraza, contemplando la puesta de sol. Era el final de un caluroso día de
verano, habían hecho un picnic familiar, y el último de sus invitados acababa
de marcharse. Hae,
Hyuk y Sik habían acudido. Hae, embarazado de su segundo
hijo, se había dejado mimar por Hyuk, mientras su hijo jugaba feliz en la arena
con Minki bajo la atenta mirada de una niñera.
Kangta, sorprendentemente, había accedido a
hacer un hueco en su agenda para unirse a ellos. Conforme la salud del Rey
empeoraba, aumentaba el trabajo de Kangta. Heechul había advertido lo agotado
que parecía al verlo construir un castillo de arena para Sik.
Bañado en la luz roja y dorada del sol
poniente, Heechul se giró hacia su marido, regodeándose al ver su cuerpo
delgado y firme tan relajado en los últimos tiempos. La primera vez que lo
había visto, él era puro entusiasmo; siempre inquieto, como buscando constantemente
algo pero sin saber el qué. ¿Lo había encontrado?
—¿No te parece que Kangta parecía muy
cansado? —preguntó lentamente. Siwon se encogió de hombros.
—No más de lo normal.
—Bueno, creo que se exige demasiado.
—Pero eso, mi princesa, es una consecuencia
natural de su destino.
—¿No podéis Hyuk y tú ayudarlo un poco más?
Siwon lo estudió con un leve suspiro de
satisfacción, porque el corazón de Heechul era generoso. Cada día que pasaba,
su admiración por él aumentaba, y a veces se preguntaba qué había hecho él para
merecer una persona tan increíble como aquélla.
—No, amor mío —respondió él con sencillez—.
No podemos. Porque un día Kangta será rey, y los reyes deben reinar solos.
Heechul sintió que el corazón se le
derretía.
—Qué solitario debe de ser eso.
—Es inevitable.
—Y ni siquiera tiene una pareja, ¡ni rastro
de ella!
Siwon entrecerró los ojos.
—Eso, claro está, es un asunto
completamente diferente, y ahí sí que él tiene capacidad de decidir. Porque
necesita un heredero. De no ser así, nuestros hijos estarían en la línea
sucesoria de Hyundai.
Heechul había sabido aquello en algún nivel
inconsciente, pero escucharlo en boca de Siwon hizo que la perspectiva fuera
aterradoramente real. Abrió los ojos de par en par.
—Tú no quieres eso para ellos, ¿verdad?
Siwon intentó imaginarse a su pequeño Minki
como joven rey y frunció los labios. Era duro pensar en un hijo suyo teniendo
que soportar las limitaciones y las tribulaciones de ser monarca, pero se
obligó a sí mismo a olvidar sus recelos, como Heechul le había enseñado.
Porque, ¿qué sentido tenía preocuparse por algo que tal vez nunca sucediera?
—No, no quiero eso —respondió suavemente—.
Pero no puedo luchar contra lo que pueda suceder, deberé aceptarlo de corazón.
—¡ A lo mejor deberíamos intentar encontrar
una pareja para Kangta!
Él enarcó las cejas un instante mientras se
imaginaba con claridad la reacción de su hermano mayor ante aquel intento de
emparejarlo con alguien. ¡Se sentiría indignado!
—O a lo mejor no —dijo secamente.
—¿Crees... crees que, si se casa, lo hará
por amor?
Siwon alargó la mano hacia Heechul y él la
tomó y se sentó en sus rodillas, agarrándose a sus anchos hombros como si fuera
un ancla en un mar embravecido. Él negó con la cabeza.
—No, no lo creo... no está en una posición
para poder permitirse un lujo así.
Heechul fingió indignarse.
—Así que crees que el amor es un lujo, ¿no?
Él sonrió.
—No, amor mío —contestó él suavemente,
acariciándole la mejilla—. Creo que es una necesidad.
Heechul vio la repentina ferocidad de su
rostro, percibió la intensidad de sus palabras y esperó, con un pequeño
parpadeo de esperanza en su corazón mientras lo miraba expectante. Porque,
mientras que Siwon había aprendido a mostrarle su amor de todas las maneras
posibles, aún le costaba hablar de ello. Era como si el lenguaje del amor fuera
el más duro de hablar para él, ¡y eso que manejaba cuatro idiomas
perfectamente!
—Tú eres mi mundo, Heechul —afirmó él con
sencillez.
Vio que su hermosa boca comenzaba a
temblar. Esa fugaz señal de inseguridad lo hirió y a la vez lo alentó a decirle
lo mucho que significaba para él.
—Eres tan vital para mí como el agua que
bebo y el aire que respiro. Eres el sol que sale por la mañana y la luna que
ilumina mi cielo nocturno.
Hizo una pausa, llena de emoción, mientras le
hacía elevar la barbilla y le cautivaba con el fuego de ébano de sus ojos.
—Te amo, Heechul. Y dejo a un lado mi vida
por ti.
—Oh, Siwon...
Heechul no fue consciente de que una
lágrima había empezado a descender por su mejilla, no hasta que él le sonrió
dulcemente y siguió su rastro con la yema del dedo, llevándoselo después a la
boca y chupándolo.
—No llores —le dijo—. ¿Por qué lloras
cuando acabo de decirte lo mucho que te quiero?
Heechul asintió, tragándose las lágrimas.
—Porque... ¡porque es lo más maravilloso
que nadie me ha dicho nunca!
—¡Así me gusta! —afirmó él con fervor—.
¡Porque yo soy tu marido!
—Sí.
Su marido. Su amante. Su amigo. El padre de
su hijo y... oh, mucho más que eso. Porque él era su sol también, y su luna y
sus estrellas. Era tan vital para él como el ancho mar, llenaba su vida de una
luz incomparable.
—Te quiero tanto, Siwon —dijo, con voz
temblorosa.
Él lo tomó en brazos y comenzó a acariciarlo
hasta que se relajó, tan suave y maleable como la cera líquida, y en algún
momento las caricias dieron paso a los besos. Besos profundos, silenciosas
declaraciones de unos sentimientos profundos.
Y en algún momento después, Siwon lo tumbó
sobre el suelo de madera de la terraza bañada por la luz de la luna. Le quitó
el traje de baño y él se quitó los shorts, y cuando lo penetró fue la cosa más
elemental que le había sucedido nunca a Heechul. Y la más preciosa. Como si
todos los actos de amor anteriores hubieran sido meros ensayos para aquello,
para lo auténtico.
Sólo se oían los sonidos de sus labios
explorándose y sus suspiros de placer mientras sus cuerpos se movían en
armonía, como los planetas que bailaban en el cielo sobre ellos, hasta que por
fin sus gritos de placer mutuo se mezclaron con la música de las olas.
—Te amo, Heechul —murmuró él sobre su boca.
—Yo también te amo —respondió.
Siwon le besó el cabello y bostezó. Heechul
descansó su rostro sobre el pecho de él, escuchando el latido de su corazón, y
suspiró de pura felicidad mientras el cuerpo desnudo de Siwon abrazaba el suyo.
Era una buena idea que su casa estuviera
fuera del alcance de las miradas ajenas...
Waaa que hermoso final!!!!
ResponderEliminarMe alegra mucho de que Siwon haya dejado a Hee entrar a su corazón. Ojala y la casa la puedan llenar de niños. >///< aunque como van, no tardaran en hacerlo.
Muchas gracias por compartir esta linda historia con nosotras
Hermoso final, me encanto por fin siwon entendio y libero su corazon del dolor, ahora pueden ser felices el amor todo lo puede, waaaaa que lindoooo.
ResponderEliminarFue como si leyera el final de un cuento de hadas y lo que tenia bastante tiempo esperando ya paso, Siwon se dio cuenta de sus errores y trabajo para mejorarlos.
ResponderEliminarMuy linda la historia, gracias por ella.
Me alegra mucho que por fin hablaran sinceramente, sin miedos, ni nada, es lo que ambos necesitaban, dando como resultado este hermoso final. Me gusta que vivan en Hyundae y que Siwon haya dejado de lado su trabajo, para dedicarse a su pueblo pero sobre todo a su familia. Por fin son felices y después de todo lo que pasaron se lo merecen.
ResponderEliminarGracias por el Mp y por compartir la historia ^^