Una Pasión En El Olvido- Capítulo 6



«Yo no le habría dado mi virginidad a menos que fuera merecedor de mi amor», se dijo. No había querido casarse con él tan rápidamente.

Había tratado de resistirse, pero Kyuhyun no había hecho más que insistir.

Se había mostrado tan cariñoso, tan paciente… Tan perfecto…

¿Habría cometido un grave error casándose con él?
«Y tienes motivos para tenerlo». Eso era lo que él le había dicho, con una extraña mirada en los ojos. 

¿Era posible que se hubiera casado con él sólo porque estaba embarazado de su hijo o por alguna otra razón más siniestra?

No podía ser por amor a juzgar por el modo en el que se comportaba con él.

El Bentley se detuvo frente a un elegante edificio de nueve plantas situado en una imponente plaza del centro de la ciudad. Kyuhyun se bajó del coche sin mirar atrás. Por primera vez, dejó que fuera el chófer quien lo ayudara a salir del coche.

Ya en la acera, Sungmin miró el edificio y la ciudad, que estaba iluminada. Se sobresaltó al oír la voz de Kyuhyun a sus espaldas.


—Bonita, ¿verdad?

Se dio la vuelta y vio que él le estaba observando con un gesto cruel y jocoso a la vez.

—Sí.

Mientras el conductor y el portero se ocupaban del equipaje, Kyuhyun se acercó.

—Te encantará la vista que tenemos desde el ático. Allí fue donde te entregaste a mí por primera vez —le susurró al oído—. Durante semanas, no dejamos esa cama casi en ningún momento.

—Bien, pues espero que disfrutaras porque no va a volver a ocurrir —le espetó, levantando la barbilla.

Los ojos de Kyuhyun se oscurecieron ante aquel desafío. Le agarró la mano y, aunque él trató de apartarla, Kyuhyun no lo soltó. Seguidos de guardaespaldas y sirvientes, entraron en el exquisito vestíbulo y se dirigieron al ascensor.

Sólo lo soltó cuando estuvieron a solas en el enorme ático. Sungmin se frotó la muñeca y lo miró fijamente.

—¿Por qué estabas tan decidido a casarte conmigo tan rápidamente, Kyuhyun? —le preguntó—. ¿Por qué? Quiero la verdad ahora mismo.

—¿La verdad? —replicó él—. Eso es una novedad en lo que se refiere a ti.

—¿Ha sido porque yo estaba embarazado?

—Siempre protegeré a mi hijo.

El dolor que sintió al oír aquellas palabras fue inmenso. No había amor. No tenía nada que ver con el amor.

—Si sólo ha sido por el bien del niño, ¿por qué me has mentido? ¿Por qué me dijiste que me amabas?

—Yo no te he mentido nunca. Dije que quería casarme contigo y darle mi apellido a ese niño. Las dos cosas son ciertas.

—Me hiciste creer que me amabas —susurró, con los ojos llenos de lágrimas—. Me engañaste para que me casara contigo. ¿Es que no tienes sentido alguno del honor?

—¡Honor! ¡Tú me acusas de deshonor!

Sungmin de repente sintió mucho miedo. Kyuhyun estaba muy cerca de él y le había agarrado las dos muñecas con fuerza. Entonces, sintió el aliento de Kyuhyun sobre la piel. Oyó que su respiración dejaba de reflejar ira para indicar algo muy distinto. Él comenzó a mirarle los labios y, en aquel momento, Sungmin creyó que el corazón iba a detenérsele.

Tras tomar una gran bocanada de aire, le soltó las manos. Se apartó y se dirigió hacia el pasillo. Unos instantes más tarde, regresó con una prenda muy ligera en las manos.

—Ponte esto —le dijo, con desprecio. Entonces, le lanzó la prenda a la cara.

Sungmin lo observó durante un instante. El corazón seguía latiéndole con fuerza. Entonces, consiguió serenarse y levantó la ropa. Era una camisa roja con adornos plateados que se le pegaba al torso, acompañado de unos muy ajustados pantalones negros.

Resultaba muy sexy… como el resto de las prendas que había regalado en Venecia.

—No. Te he dicho que no quiero volver a vestirme así nunca más.

—Harás lo que yo te diga.

—Soy tu esposo, no tu esclavo.

Kyuhyun se acercó de nuevo a él con gesto amenazante y lo agarró por los hombros.

—Me obedecerás o…

—¿O qué? —le espetó.

Sus miradas se cruzaron. Sungmin oyó que la respiración de Kyuhyun se aceleraba. Sabía que él quería besarlo. Lo sentía. Sin embargo, lo soltó sin hacerlo. Su expresión se convirtió en una máscara. Cuando miró su reloj de platino, tenía un aspecto casi aburrido.

—Es mejor que te des prisa. Nos marchamos dentro de diez minutos. Arréglate lo mejor que puedas, ¿de acuerdo? —añadió, fríamente—. En la fiesta estará un viejo amigo tuyo.

—¿Fiesta? ¿Qué fiesta? ¿De qué amigo me estás hablando?

Kyuhyun se marchó sin responder, dejándolo solo para que se cambiara de ropa.

«Solo», pensó amargamente.

Ni siquiera había sabido el significado de aquella palabra hasta que se había convertido en un hombre casado.



Había sido demasiado amable con él. Mientras estaba sentado junto a Sungmin para recorrer el breve trayecto en coche. Ignoró por completo los furiosos resoplidos que Sungmin lanzaba de vez en cuando a su lado. Kyuhyun había sentido la tentación de contárselo todo en el ático, pero se había contenido por el bien del bebé, por miedo a que la sorpresa le provocara un aborto. Sin embargo, en pocos instantes, lo recordaría todo cuando viera a su amante.

Apretó la mandíbula y se limitó a mirar por la ventanilla. El Bentley pasó bastante cerca de la plaza donde Kyuhyun cometió su único delito. A los quince años, dos meses después de que muriera su madre, rompió la ventanilla de un coche de lujo. No saltó como había esperado. El dueño del coche se abalanzó sobre Kyuhyun en la acera y le arrebató el radiocasete de las manos.

Kyuhyun no trató de negar su delito. Lo confesó abiertamente y, con tanto encanto como le permitió su inglés autodidacta, le sugirió al hombre que le había hecho un favor.

—Creo que una marca diferente de equipo de música le iría mucho mejor.

Entonces, inclinó la cabeza y esperó a que el hombre llamara a la policía. En vez de eso, Kim Sanghyun lo contrató allí mismo.

—A nuestra delegación de Seul le vendría bien un chico como tú —le dijo.

Muy pronto, Kyuhyun se convirtió en el mensajero del director de la naviera estadounidense. Desde aquel día, se había sentido completamente obsesionado por la justicia. Fue subiendo en la empresa poco a poco y, tras hacer una serie de inversiones afortunadas, ganó su primer millón. 

Entonces, el padre que había abandonado a su madre cuando ésta se quedó embarazada de Kyuhyun, leyó un artículo sobre él en el periódico y se puso en contacto, según él no para pedirle dinero, sino sólo para conocerlo. Kyuhyun se negó a hablar con él. Kim Sanghyun era para él mucho más padre de lo que aquel hombre lo había sido. Al menos, eso había sido lo que Kyuhyun había pensado hasta once años atrás cuando Sanghyun resultó ser un completo corrupto.

Sin embargo, en lo que se refería a corrupción, un joven les había ganado a todos.

Miró a Sungmin. El mostraba una belleza fría. Volvía a ser la persona que él recordaba. Como si nada hubiera cambiado.

¿No era eso lo que quería?

El coche se detuvo delante de un antiguo edificio blanco, que en aquellos momentos era la sala de fiestas de un amigo de Kyuhyun. Este saltó del coche y se estiró la ropa mientras esperaba. El chófer abrió la puerta de Sungmin. Este salió del coche y se acercó a él.

—¿Qué te pasa? —le espetó—. ¿No te gusta el aspecto que tengo?

Kyuhyun lo miró. Era un dios de hielo. Arrebatador. Poderos.

—Servirás —replicó. Entonces, le indicó la puerta.

Mientras él avanzaba a su lado. Kyuhyun comprobó de nuevo cómo todos los hombres se volvían a mirarlo. Sungmin levantó la barbilla y fingió no darse cuenta. Se mostraba distante y digno, pero él sabía que, en su interior, ardía la furia.

En el pasado, a Kyuhyun le había gustado presumir que tenía al joven al que todos los demás hombres deseaban. Eso había cambiado en Venecia y, en aquel momento, la ira se había apoderado de él.

¿Por qué? ¿Por qué era su esposo? Sólo en apariencia. Aquella noche, por fin, se vengaría de él. Cuando Sungmin viera a su antiguo amor, lo recordaría todo. Comprendería que había caído en su trampa.

—¡Kyuhyun!

La anfitriona, una mujer de unos treinta y tantos años casada con un magnate coreano que era tres veces mayor que ella, se acercó a saludarlo con una gran sonrisa.

—¡Qué maravillosa sorpresa, cariño! Tu asistente envió tus disculpas y… Oh, dios mío. Lee Sungmin. No esperaba… Jamás pensé que tú…

—¿Está Jin aquí? —la interrumpió Kyuhyun.

—Había oído que estabas en Australia —respondió la anfitriona—. De otro modo, jamás lo habría invitado. Por favor, cariño, no quiero problemas…

—No te preocupes, Jesica. Simplemente vamos a charlar un poco.

—Te tomo la palabra —dijo la mujer, aliviada. Entonces, miró a Sungmin y le sonrió antes de darle un beso al aire—. No sabía que Kyuhyun y tú aún estabais juntos, Sungmin, cariño.

—Así es —replicó él fríamente.

Kyuhyun se acercó a la barandilla y miró hacia la parte inferior. En la discoteca, se iba a celebrar aquella noche la fiesta del vigésimo noveno cumpleaños de Jesica. Era ya el tercer año en el que ella cumplía aquellos años. De repente, en la barra del bar. Kyuhyun vio a Jinseob, su rival.

Miró rápidamente a Sungmin y esperó a que viera al magnate estadounidense. Sin embargo, Sungmin lo estaba mirando a él con furia.

—¿Te estás divirtiendo? —le preguntó él—. ¿Es ésta la razón de que te casaras conmigo? ¿Para lucirme como un esposo florero?

—Puedo hacer lo que quiera contigo —le espetó él.

Lo agarró por el brazo y lo obligó a bajar las escaleras. Entonces, lo dirigió directamente al lugar en el que se encontraba Jinseob. Allí, le miró fijamente, esperando ver en los ojos de Sungmin cómo reconocía a Jin. El hombre al que era leal. El hombre a quien amaba.

El atractivo playboy norteamericano se dio la vuelta y contuvo la respiración al ver a Kyuhyun. Miró a su alrededor con nerviosismo, como si estuviera buscando la salida.

—Cho, estamos en un lugar público. Ni se te ocurra…

—Tranquilo. He venido a divertirme.

—Entonces, ¿no hay rencor? —le preguntó Jin, visiblemente más tranquilo—. Sólo le entregué ese documento a la prensa porque me parecía que estabas infringiendo la ley.

—Por supuesto, lo entiendo —replicó Kyuhyun, sabiendo con toda seguridad que Jin lo había hecho buscando su propio beneficio—. Tú no sabías si yo era culpable o no y nadie —añadió, mirando a Sungmin— debería permanecer impune a sus delitos.

Sungmin frunció el ceño y lo miró, como si estuviera tratando de comprender el significado de aquellas palabras. No parecía tener interés alguno en Jinseob.

¿Por qué no funcionaba? Jin era el amor de su vida. Tenía que serlo. No podía haber otra razón por la que él hubiera sido capaz de traicionarlo de aquella manera. ¿Por qué no reaccionaba de modo alguno al verlo?

Apretó la mandíbula y se volvió para dedicarle a su rival una dura sonrisa.

—Y precisamente para demostrarte que no hay rencor, Jin, te he traído una pequeña ofrenda de paz.

Entonces, empujó a Sungmin hacia él. Él se tambaleó y estuvo a punto de caerse. Jin abrió la boca y exclamó con incredulidad:

—¿Tu ofrenda de paz es Sungmin?

—Olvídalo, canalla —le espetó Sungmin, volviéndose para mirar de nuevo a Kyuhyun—. Ni hablar. Ni siquiera bailaré con él.

—Claro que lo harás.

Sungmin contuvo el aliento y durante un instante. Kyuhyun pensó que iba a abofetearlo. Entonces, se irguió con elegante dignidad.

—Es una buena idea —dijo, con frialdad. Entonces, se volvió a sonreír a Jin—. ¿Bailamos?

—Sí… Oh, sí…

Había tal deseo reflejado en los ojos de Jin, que Kyuhyun tuvo que apretar los puños. Observó cómo su rival en los negocios acompañaba a su esposo a la pista de baile. Cuando la música empezó, Kyuhyun no pudo apartar la mirada.

Sungmin bailaba muy bien. Siempre lo había hecho. Sin tocar a Jin, se movía lenta, sensualmente, delante de él mientras levantaba los brazos.

Jinseob, y casi todos los hombres que había sobre la pista de baile, lo miraban completamente boquiabiertos mientras Sungmin, con los ojos cerrados, se contoneaba al ritmo de la música.

Kyuhyun se sintió también como si le faltara el aire… o se estuviera muriendo de sed. Agarró un Martini de la bandeja de un camarero que se detuvo delante de él y se lo tomó de un trago sin dejar de mirar a su esposo. Todos los hombres lo miraban con lujuria. De repente, él sintió un agudo dolor en la mano y miró hacia abajo. Entonces, vio que acababa de hacer añicos la copa de Martini que tenía en la mano.

—¡Aigo! —exclamó un camarero que se marchó precipitadamente a buscar una escoba.

—Kyuhyun —dijo Jesica, que apareció de repente a su lado con un paño.

Kyuhyun lo tomó.

—Gracias.

—Estás perdiendo el tiempo con él —susurró Jesica—. Vas a salir herido.

—Te equivocas —dijo Kyuhyun mientras se secaba la sangre de la mano. Los cortes no eran profundos—. El no puede hacerme daño.

Sin embargo, sabía que estaba mintiendo. Sungmin le había hecho mucho daño ya hacía tiempo.

Volvió a observar a Sungmin. El deseo que sentía hacia él era más profundo que cualquier corte. Como los demás hombres de la discoteca, lo deseaba profundamente. El hecho de estar tan cerca de él, de haberlo tenido en su cama pero sin poder tocarlo, lo estaba volviendo loco.

Había estado completamente seguro de que Sungmin recuperaría la memoria en aquella fiesta y volvería a convertirse en el cruel seductor que él recordaba. Y así había sido, pero no del modo que él había esperado.

Sungmin lo estaba provocando.

Sentía que el cuerpo se le iba cubriendo de sudor. Cuando la canción terminó, oyó el gruñido de apreciación de muchos hombres. Sintió que muchos hacían ademán de acercarse a él.

Sungmin, como si estuviera saliendo de un trance, abrió los ojos. Kyuhyun vio que Jinseob trataba de agarrarlo…

De repente. Kyuhyun se encontró al otro lado de la sala, en medio de la pista de baile. Apartó a su rival.

—¡Aléjate de mi esposo!

—¿De tu esposo? —repitió Jin, asombrado. Entonces dio un paso atrás—. ¿Estás casado?

—Así es —admitió él. Entonces, miró a Kyuhyun—. No sabía que te importara.

—Me importa —replicó él—. Te repito que te mantengas alejado de mi esposo…

Jin los miró y lo que vio en el rostro de Kyuhyun debió de convencerle porque se dio la vuelta y salió corriendo. Kyuhyun sintió que los ojos de todos caían sobre él. Y eso que le había prometido a Jesica que no haría una escena.

—Feliz cumpleaños —le dijo a su anfitriona—. Gracias por la fiesta.

Entrelazó los dedos con los de Sungmin y lo acompañó al exterior del edificio. Sólo cuando estuvieron en la acera y el aire fresco de la noche le rozó la piel, se volvió a mirarlo.

—Estúpido… ¿En qué estabas pensando con ese pequeño espectáculo?

—¿Acaso no era eso lo que querías? ¿No es esto lo que quieres que sea? —le preguntó, conteniendo las lágrimas—. ¿Es que piensas que porque tú no me desees me puedes pasar a tus amigos…?

Kyuhyun lo empujó hacia un callejón oscuro.

—¿De verdad crees que no te deseo?

—Lo que creo es que eres un mentiroso —replicó—. Me convenciste para que me casara contigo con falsedades y ahora quieres castigarme por alguna razón. No sé por qué, pero yo fui lo suficientemente estúpido como para creer tus palabras, tus falsos besos… No me puedo creer que te dejara tocarme. No volveré a hacerlo nunca…

Kyuhyun lo interrumpió con un beso y lo empujó con fuerza contra la dura pared. Lo obligó a levantar los brazos y se los inmovilizó sobre la cabeza. Le separó los labios con la lengua y le introdujo la lengua en la boca profundizando el beso hasta que Sungmin se relajó entre sus brazos.

Hasta que Sungmin comenzó a devolverle el beso.

En el momento en el que Kyuhyun sintió que los labios de Sungmin comenzaban a moverse contra los suyos, que se prendía en un fuego similar al suyo, una inmensa alegría se apoderó de él. Iba a poseerlo allí mismo, en el callejón. Contra la pared.

No le importaban las consecuencias. Lo poseería allí mismo aunque muriera por ello.



Sungmin tenía la respiración entrecortada. Kyuhyun lo besaba lentamente mientras le acariciaba lentamente.

—¿Por qué haces esto? —susurró—. Hice lo que querías. ¿Por qué estás tan enfadado? ¿Por qué te sentiste tan posesivo hacia mí cuando bailé con tu amigo tal y como tú querías?

—Ver cómo todos esos hombres se morían también de deseo por ti no fue nunca lo que yo quería.

—Entonces, ¿por qué? ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Por qué me besas un instante para castigarme al siguiente? ¿Acaso me haces daño porque me odias?

Kyuhyun se detuvo. Lo miró y él vio que el fuego que había en sus ojos se había convertido en anhelo. En confusión. En dolor.

Sin dejar de mirarlo, Kyuhyun se quitó la chaqueta negra que llevaba puesta y, sin decir palabra, se la puso encima. Entonces, agarró las solapas y tiró de ella. A continuación, bajó la cabeza y descansó la frente sobre la de Sungmin.

—Lo siento…

Entonces, lo sacó suavemente del callejón hasta llegar al Bentley, que los estaba esperando. Sin explicación alguna, Kyuhyun le abrió la puerta y lo ayudó a entrar. No le habló en el coche. Ni siquiera lo miró.
Sin embargo, no le soltó la mano hasta que llegaron a su apartamento.

Cuando el coche se detuvo frente a la puerta, le ayudó a salir y volvió a agarrarle la mano sin soltársela.
Sungmin lo miraba asombrado, incapaz de apartar la mirada de aquel hermoso rostro. Ya en la puerta del ático, Kyuhyun lo miró. En sus ojos se reflejaba el deseo.

—Debería haber hecho esto hace mucho tiempo.

Lo tomó en brazos. Abrió la puerta de una patada y la cerró del mismo modo.

Tras cruzar el ático, lo colocó suavemente sobre el suelo. Sin dejar de mirarlo, le quitó la chaqueta y la dejó caer al suelo. Entonces, Sungmin cerró los ojos cuando notó que él comenzaba a acariciarle suavemente el cuerpo.

—Eres mío, Sungmin —susurró.

El sintió cómo le recorría el cuerpo con sus grandes manos. Notó cómo los pulgares le rozaban sus pezones haciendo que se le irguieran contra la tela de un modo que resultaba casi doloroso. El cuerpo de Sungmin estaba tenso, acalorado. Se encontraba débil, casi mareado.

Abrió los ojos cuando sintió que Kyuhyun se arrodillaba frente a él. Vio cómo él le acariciaba lentamente las piernas, desde las pantorrillas hasta la parte trasera de las rodillas. Sin dejar de masajearle la pierna, le quitó 
suavemente un zapato, luego el otro. Entonces, los arrojó contra el suelo.

Lo miraba lleno de pasión y deseo.

Lentamente, volvió a ponerse de pie. Sin dejar de mirarlo, se quitó la corbata. Se desabrochó a continuación la camisa y la dejó caer al suelo.

Al ver el poderoso torso, Sungmin contuvo el aliento.

De repente, Kyuhyun se quedó completamente desnudo ante él. Su piel relucía bajo la luz de la luna que entraba por la ventana.

Cada centímetro de su piel exudaba un masculino poder. Sungmin bajó la mirada y vio lo mucho que él le deseaba. Tragó saliva, temerosa de su tamaño y de su fuerza. Estaba embarazado de él, pero como no tenía ningún recuerdo, se sentía tímido.

Murmurando suaves palabras en coreano. Kyuhyun lo tomó entre sus brazos y lo llevó al dormitorio, donde lo depositó suavemente sobre la enorme cama. Allí, le desnudó. De repente, Sungmin quedó completamente desnudo frente a él y sintió miedo. Sin embargo, antes de que pudiera apartarse, él se colocó encima. 
Sungmin sintió la potente erección contra su cuerpo mientras él le besaba con suavidad el cuello y los lóbulos de las orejas.

—Cariño mío…

Besó su pecho antes de deslizarse sobre él para besarle el vientre. Con las manos comenzó a acariciarle las caderas, los muslos para centrarse poco después de nuevo en su boca.

Fue un beso duro, hambriento. Lo abrazó y lo sujetó con fuerza contra su cuerpo. Sungmin contuvo el aliento al sentirlo entre las piernas y notar que él trataba de separarle los muslos.

Un murmullo de satisfacción masculina se le escapó a Kyuhyun de los labios cuando movió su erección con la cálida  entrada de Sungmin. Se retorció debajo de él y su respiración comenzó a acelerársele. Sintió que se estaba convirtiendo en líquido deseo sólo para él. Si Kyuhyun no…

Se deslizó dentro con un único movimiento. Sungmin arqueó la espalda. Gritó cuando lo llenó por completo, sintiendo un placer tan profundo que bordeaba el dolor. Kyuhyun por su parte, contuvo la respiración. 
Cerró los ojos y volvió a hundirse en él. Se retiró y volvió a penetrarlo. Entonces, comenzó a moverse rápida y lentamente dentro. Cada penetración era más profunda y lo enviaba cada vez más cerca del éxtasis. 

Más fuerte, más rápido, dolor y placer. Sólo cuatro veces. Cuatro movimientos más, cada uno de ellos más 
profundo y más potente que el anterior.

Entonces, Sungmin explotó por completo.

Cuando Kyuhyun sintió que su cuerpo se tensaba, supo que no podría aguantar mucho más. Tocarlo era el paraíso. Su piel era aún más suave de lo que recordaba. Sabía tan dulce… La primera vez que se deslizó en él, estuvo a punto de perder el control. ¿Cuánto tiempo llevaba deseándolo? ¿Cómo había podido contenerse durante tantos días?

Sentía que el cuerpo le temblaba con cada movimiento, con la agonía de contenerse cuando lo único que deseaba era hundirse en él por completo, perderse en el éxtasis de hacerle el amor. Todos y cada uno de sus nervios estaban ardiendo. Jamás se había sentido así antes.

Temblaba por el esfuerzo que estaba haciendo por retener el control.

Gruñó cuando lo penetró duramente, consiguiendo un placer tan intenso, que estuvo a punto de verterse en él. Oyó que Sungmin gemía suavemente, para luego gritar de placer. Entonces, se echó a temblar cuando el cuerpo se convulsionó de puro gozo. Ya no pudo esperar más. Con un grito, se hundió en él por última vez y lanzó un grito gutural antes de alcanzar un potente clímax.


Completamente agotado, se dejó caer tumbado a su lado. Lo tomó entre sus brazos y lo agarró con fuerza.

3 comentarios:

  1. Estúpido Kyuhyun....como te atreves a hacerle eso a Sungmin y estando embarazado....se lo ofreces a tu enemigo....pero te salio el tiro por la culata,y te revolcaste en lo que tú mismo hiciste....estúpido kyuhyun ,aun quiero darte un golpe.
    Pobre Min,cayo de nuevo en las garras de ese lobo,aaaaaaaa kyuhyun se resistio tanto para caer la tentación,pero esta bien,se cree el muy valiente pero es un cobarde....estúpido kyuhyun
    esperemos a ver que le prometes ahora......tonto

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  2. Por un momento quería matar a KyuHyun por ofrecerle a SungMin a su enemigo, lo bueno es que SungMin se comportó a la altura y que a KyuHyun las cosas le salieron al revés, SungMin no recordó a ese tipo, y para colmo terminó muerto de celos. Lo bueno es que no pudo resistirse más al poder que SungMin tiene sobre él y el que es mutuo. Espero que después de esa noche las cosas mejoren para ellos dos.

    Gracias por la actu.

    Bye ^^

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  3. Aishhh pero que idiota el Cho, quiero golpearlo.
    Que le pasa? Andar ofrciendo a su recien esposo se me hace tan despreciable que tengo ganas de pegarle.
    El pobre de Min debe estar super confunfido, ademas creo que hay una historia oculta tras lo que Min le "hizo" a Kyu, yo se que Min ama a Kyu.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...