En Tu Busqueda- Capítulo 13



Yesung estaba listo para salir como un rayo de la habitación y dejar que Wook se alimentara por sí mismo.

El temeroso polluelo lunático casi le había escaldado las pelotas con un tazón de sopa, y ahora tenía puesta la mirada en la cuchara como si también tuviese planes para utilizarla.

—Ni se te ocurra —le advirtió.

Wook lo fulminó con la mirada.

—No vas a obligarme a beber tu sangre sin importar lo bien que la disfraces.

Hasta ahora, había sido el señor Tío Encantador -o al menos encantador según él-, pero eso no estaba funcionando, así que era hora de pasar al plan B.

—No es mi sangre. Los Sasaengs no pueden tenerla y tú menos aún. Ahora baja esa jodida cosa y come algo.

Wook apretó los labios. Probablemente no habría querido a desafiarle así, pero por desgracia para él. Lo había hecho.


Yesung observó su frágil cuerpo. Odiaba manipularlo. Se veía como si fuera a partirse en dos si le rozaba la piel, lo cual era por lo que había tenido cuidado de no hacerlo, ni siquiera por accidente.

¿Pero qué elección tenía ahora? Tenía que conseguir que comiera algo o iba a caer muerto, y eso no podía suceder. Wook quizás fuera capaz de salvar la vida de uno de sus hermanos.

Quizás incluso la de él.

Yesung se miró el anillo otra vez, por billonésima vez en los últimos diez minutos. Nada. Nada de remolinos de colores, ni vibraciones. Ninguna jodida cosa. Todo lo que veía era el poco color que quedaba y que se había desvanecido incluso más desde ayer, los colores morían al tiempo que lo hacía su alma.

Una salvaje llamarada de rabia lo inundó hasta que quiso gritar, romper los muebles y darle de puñetazos a las paredes hasta que solo quedara polvo y sangre. No era justo. Después de todos aquellos siglos de leal servicio, de trabajar, sudar y sangrar para cumplir con su juramento, no era justo que Wook no pudiera ser el único que lo salvara. Liberarle de su dolor.

Esta era una enfermiza broma del Trot, no había duda. Alguien tenía que atravesar el portal y pegarle una fuerte patada en el culo al rey de Athanasia. A Yesung no le importaba si él era descendiente del Trot.

El jodido se merecía una buena paliza.

Un suave jadeo atrajo su atención de vuelta a Wook. Él había estropeado la cuchara que había estado sujetando, doblándola hasta que ya no servía para nada.

Mierda. Al menos no había tocado a Wook. Habría hecho lo mismo con sus dedos o su brazo.

Yesung lanzó la cuchara a través de la habitación. Los ojos de Wook se abrieron desmesuradamente e intentó apartarse de él cruzando la cama.

No más. Ya estaba cansado de ese juego.

—Basta de esos jodidos rodeos, Wook. Vas a comer y a ponerte fuerte y descubriremos a cuál de los hombres puedes salvar una vez que volvamos a la SM. ¿Entendido? No voy a permitir que mueras de hambre.

Wook todavía tenía los ojos muy abiertos y temblaba, y el conocimiento de que él había sido quien lo había provocado hacía que cada porción de su alma se estremeciera con repugnancia.

Yesung respiró profundamente y reunió cada pedacito de paciencia que pudo encontrar. Lo que realmente necesitaba era pasar algunas horas machacando hierro, después unas pocas más bombeando en una mujer. No necesitaba jugar a las enfermeras.

Pero lo era, y estaba atrapado, así que se estiró lentamente y envolvió con la mano su muñeca, que era tan gruesa como dos de sus dedos y mucho más frágil. Wook se congeló en su asimiento y los ojos se le pusieron en blanco. Todo su cuerpo comenzó a sacudirse y dejó escapar un grito de dolor.

Yesung lo dejó ir como si estuviera en llamas.

—Oh, dios. Lo siento. —se oyó diciendo a sí mismo, esperando que la sangre empezara a manar de su brazo donde lo había tocado. Debía haberle roto un hueso o algo, pero no veía signo alguno de rotura. Ni siquiera una marca roja.

Wook se lanzó al otro lado de la cama, haciendo volar la comida por todos lados.
Cuando empezó a deslizarse de lado, Yesung se apresuró a rodear la cama y cogerlo antes de que cayese.

Quizás había tenido algún tipo de ataque y no tenía nada que ver con él.

Sí, claro. Y él iba a vivir feliz para siempre, rodeado de conejitos, gatitos y perritos y todo el algodón de azúcar que pudiera comer.

Si no hacía algo, iba a hacerse daño a sí mismo, así que lo arrastró a la cama y envolvió su cuerpo con las mantas, usando los brazos y piernas para tirar de la tela, poniendo cuidado en no tocarlo de nuevo.

Lentamente, el temblor se detuvo y su cuerpo quedó inmóvil. Él todavía no podía asegurar si estaba respirando y el pánico lo cubrió hasta que se puso a sudar por todos los poros.

Yesung presionó el oído sobre su corazón, desesperado por oír un latido, sentir su pecho elevándose con la respiración. Algo.

Pasaron los segundos y pensó que había sentido algo, pero no estaba seguro. Entonces oyó un tenue latido y su pequeño turgente pezón se presionó contra la mejilla cuando respiró.

Yesung cerró los ojos de alivio. No lo había matado.

Wook cambió de posición contra la sujeción de las mantas, así que él se incorporó, montando todavía sus piernas a horcajadas, pero sin posar ningún peso sobre él chico.

Su piel estaba pálida y sus ojos estaban vidriosos, pero lo miró, y por primera vez esa noche, parecía lúcido.

—Sed —susurró con voz seca—. ¿Puedo tomar algo de agua?

Yesung asintió y saltó de la cama. Recogió la taza que estaba en el suelo, la lavó y la llenó en el lavabo del baño. Cuando volvió, vio a Wook intentando sentarse sin conseguirlo. Sus brazos no eran lo bastante fuertes para soportar incluso su insignificante peso.

Lo cual quería decir que tendría que tocarlo otra vez. Sagrada mierda, no quería hacerlo. No es que lo que él quisiera hubiese realmente importado alguna vez en el esquema de las cosas.

Él bajó la taza y deslizó el brazo detrás de sus hombros para incorporarlo. Estaba tan huesudo como el infierno y pesaba tan poco como su alegre disposición. Él le sostuvo la taza de modo que no la derramara, no es que fuera a importar con el desastre de comida que ya cubría la cama.

Wook vació la taza y cayó como si ese pequeño esfuerzo lo hubiese drenado.

—Gracias —le dijo, y todavía parecía cuerdo.

Eso lo acojonaba más que sólo un poco.

—¿Puedo tomar alguna tostada o galleta?

—¿Quieres comer? —preguntó Yesung, incapaz de ocultar la sorpresa.

—Si no es demasiado problema.

¿Problema? ¿Y qué mierda pensaba que había sobre toda la cama? A él eso le parecía un enorme infierno de problemas.

—¿Vas a lanzármelo o intentar cortarme el pene con el borde de la galleta?

Esta vez fue Wook el que lo miró como si fuese él el loco.

—Esa no es mi primera elección, no. Prefiero comérmela.

Había llevado un paquete de galletas junto con toda la otra comida. Yesung lo encontró bajo un bol de macarrones con queso y limpió la mayoría del desastre con su camiseta, añadiéndolo a la mezcla de comida que ya estaba seca en ella. Rompió el plástico para abrirlo y se lo tendió.

Wook se estiró por él, pero le temblaba tanto la mano, que Yesung lo hizo a un lado.

—Lo haré yo —le dijo, sonando disgustado.

Sacó una galleta salada y se la acercó a la boca. El le dio un mordisco, masticó, y sus ojos se cerraron con un dichoso gemido.

—Dios, esto está bueno.

Yesung frunció el ceño ante el paquete y lo miró, buscando el ingrediente secreto que lo había hecho tan feliz. Fuera lo que fuera, le habría gustado cubrirse él mismo con ello y dejarle lamerlo…

Sagrado infierno. No iba a ir por ese camino con él. Ni en un millón de años. Ni siquiera si todas las putas sobre la faz de la tierra caían redondas y él no tenía a nadie con quien joder.

Wook era puro. Precioso. Frágil. Y no era suyo.

Además, no le gustaban los polluelos huesudos. Al menos, creía que no le gustaban. El pene pensaba de forma diferente, pero es que siempre había tenido una mente propia.

—¿Más? —pidió Wook.

Yesung lo alimentó con otro mordisco y le observó comer. Era bastante bonito, aunque se imaginaba que con unos nueve o trece kilos más sería realmente maravilloso. Quedando fuera de su alcance.

Además, incluso si estuviera fuerte, probablemente todavía sería demasiado frágil para la clase de sexo que le gustaba tener: duro, rápido y a menudo. Infiernos, probablemente era el tipo de persona que querría que después se pegara a él y lo abrazara, también. No podía soportar esa mierda. Él solo quería meterla y sacarla.

La línea de pensamientos hizo que su pene palpitara y los restos de la galleta se convirtieron en polvo en el puño. Él cambió de posición las caderas de modo que Wook no pudiera ver su erección y cogió otra galleta.

Después de comer seis galletas, suspiró como si estuviera lleno.

—¿Crees que podría convencerte de darme un baño? —Preguntó, mirando las manchas de comida de la ropa—. Estoy hecho un desastre.

—¿Estás seguro que te mantendrás en pie?

—Lo que sé, es que no dormiré con esta inmundicia toda la noche.

—Sí, lo que digas.

—Si no tienes tiempo, estoy seguro de que Heechul me ayudará.

Como el infierno. Este era su trabajo por esta noche y lo estaba haciendo malditamente bien.

—El está ocupado.

Wook le dedicó un ceño herido que le hizo querer besarlo para borrarlo.

Whoa. Realmente estaba perdiendo la cabeza. ¿Desde cuándo quería besar a alguien? Ni siquiera podía soportar besar a la mujer que jodía.

Una esperanzada sospecha se iluminó en él y bajó la mirada hacia su anillo otra vez buscando algún tipo de señal. Nada. Ni una jodida cosa.

La esperanza murió con rapidez, que era exactamente como debería ser.



No digas que no te lo advertí.

Heechul estaba teniendo serios pensamientos acerca de seducir a Siwon, persuadirlo para que se atreviese a tener sexo con él. Algo en Siwon había cambiado en el momento en que le había dado esa advertencia. Lo veía en sus ojos era un tipo de brillo depredador. Incluso su postura había cambiado. Ya no le estaba ofreciendo comodidad. Su agarre era caliente y duro. Posesivo.

Heechul intentó cambiar de posición, solo para que su apretón se hiciera más fuerte. Su grueso brazo lo envolvía y lo sostenía en el lugar. Tenía la otra mano todavía enterrada en el pelo, sosteniéndolo tan fuerte que casi lo lastimaba. Probablemente habría podido escaparse si realmente hubiese puesto la mente en ello, pero no estaba seguro de que su huída pudiera durar. Él emitía con fuerza esa predatoria ansiedad, advirtiéndole de que si huía, iría tras él. Y esas piernas largas y poderosas no tendrían problemas en alcanzarlo.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó a Siwon.

Su voz fue baja, así que tuvo que esforzarse en oírle sobre los cantos de los grillos.

—Dándote lo que quieres. El poder para ayudar a Wook.

—Bueno. Vale. Puedo encargarme de eso.

—¿Lo que quiera que conlleve? —dijo Siwon, y le acarició la oreja con la boca, sus palabras vertiéndose en él igual que una oscura seducción.

El estómago de Heechul se encogió y se le secó la boca. Asintió.

Siwon soltó su pelo y movió la mano alrededor de su cuerpo hasta que le rodeó la garganta con los dedos, cubriendo la luceria. Las chispas saltaron de las yemas de los dedos y se hundieron en él, resbalando por su cuerpo hasta caer en la tierra. Heechul se tensó ante la intensidad, pero Siwon lo calmó con pequeños movimientos del pulgar.

—Shhh. Lo detendré si quieres, e iremos a dentro. Podemos intentarlo otro día.

A Wook no le quedaban muchos días si las cosas no cambiaban.

—Sólo hazlo. Yo puedo con ello.

Siwon se rió entre dientes y Heechul sintió la vibración hasta los dedos de los pies. Este hombre se le subía rápidamente a la cabeza y no estaba seguro como guardarse eso para él.

Su pulgar continuó acariciándole en una perezosa trayectoria sobre el cuello. Heechul  luchó con el impulso de retorcerse, para que de algún modo, Siwon se moviera más abajo.

—Tan valiente en el exterior. Pero yo sé cómo te sientes realmente. Tu corazón está desbocado —le dijo—. Casi pensaría que tienes miedo.

El orgullo se elevó en su interior, haciéndole enderezar la espalda.

—No estoy asustado. Simplemente no sé lo que estás haciendo.

—Sí, lo sabes —dijo bajando la cabeza hacia la de Heechul.

Este no fue un amable y engatusador beso como antes. Este era caliente y exigente, y le robó todo el aire de los pulmones. Siwon empujó la lengua en su interior y presionó el cuerpo sobre el suyo, obligándolo a separar las piernas para hacerse sitio.

Probablemente debería haberle empujado para que se detuviera, pero no quería, que dios lo ayudara. Quería lo que le daba y más aún.

Un momento después, una ola de energía acometió a través de Heechul y lo dejó temblando a su paso. Sentía el cuerpo como si estuviera en llamas, ardiendo desde el interior hacia fuera. Un hambriento hoyo se asentó en su bajo vientre y necesitaba encontrar la manera de detenerlo. Al no estar acostumbrado a relaciones a largo plazo, Heechul conocía la frustración sexual, pero esto iba más allá de cualquiera cosa que hubiese sentido antes. Esto no era un deseo, sino una necesidad, como la de respirar.

No estaba seguro de si quería sentir esta desesperación por alguien, pero no tenía mucha elección. Ya no.

Se apretó a si mismo contra su muslo, intentando encontrar algún tipo de alivio, pero allí no había nada que hacer. Había demasiadas ropas bloqueando la piel. Heechul necesitaba más contacto. Más fricción.

Un áspero quejido se elevó saliendo de él, sobresaltándolo con el frenético sonido de necesidad.

—Eso está bien —murmuró Siwon contra su boca—. Ahora nos vamos acercando.

No sabía exactamente lo que quería decir con eso, pero la verdad es que no le importaba. Le necesitaba desnudo y dentro de él. Ahora mismo.

Heechul tiró de su camiseta y oyó el desgarrón de la tela bajo la fuerza de su desesperación. La tela desapareció de su pecho, revelando el tatuaje del árbol que había visto antes, solo que ahora ya no estaba desnudo. Pequeños brotes se habían formado a lo largo de las ramas, haciéndolo parecer casi frondoso.

Pasó el dedo sobre ello, distrayendo a su cuerpo del propósito principal.

—¿Más magia? —preguntó.

—Nada comparada a la que está almacenada para ti.



Siwon tenía que controlarse a sí mismo o iba a herirlo. Lo quería demasiado. Lo necesitaba. Pensaba que había sido malo antes, pero ahora que había visto en el interior de su mente, era mucho, mucho peor.

Heechul era hermoso por dentro. Tan cuidadoso y generoso. Tan asustado de estar solo. Tan asustado de fallarle a Wook de nuevo. Ese miedo hizo que todos los sobredimensionados instintos protectores de Siwon se pusieran en pie y rugieran. Iba a asegurarse de que nunca estuviera solo de nuevo, de que su familia estuviera a salvo. Independientemente de lo que le llevara, fuera lo que fuera lo que costase, Siwon iba a
protegerlo de la única cosa que más temía. Perder a Wook.

No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, pero encontraría un modo. Encontrarían un modo juntos.

E iba a comenzar asegurándose de que Heechul pudiera usar tanto de su poder como pudiera soportar. Era lo que ambos querían. Todo lo que tenía que hacer era asegurarse de reservarse lo suficiente para que no terminara haciéndose daño.

Abrió los ojos y lo miró. Era tan hermoso bajo la luz de la luna que difícilmente podía creer que fuera real. Tenía las mejillas encendidas y su boca estaba abierta, el aliento le llegaba en rápidas ráfagas jadeantes. Juraría que casi podía ver el resplandor del calor elevándose de su piel.

Mío.

Heechul había aceptado su luceria, y eso le hacía suyo. Lo unía a él.

—Abre la boca —le ordenó.

Se había estado muriendo por besarlo toda la noche y no se había aproximado lo suficiente para apaciguarlo. Ni siquiera de cerca.

Una mirada de preocupación cruzó la cara de Heechul.

—Siwon, ¿estás…?

—Abre. La. Boca.

Heechul lo hizo, sólo un poco, y Siwon lo besó profunda y duramente. No la había abierto lo suficiente para él, así que lo instó a que le diera más. Tomar más.

Heechul sabía tan condenadamente bien, nunca tendría suficiente. Le pasó la lengua por los labios y le inclinó la cabeza hacia atrás para poder obtener un ángulo mejor, más profundo. Su suave suspiro le dijo que no le importaba en absoluto. De hecho, le pasó los brazos alrededor del cuello y le apretó fuertemente, como si tratara de evitar que escapara.

Como si él quisiera parar ahora. No tenía oportunidad. Le había advertido que esto podría no ser seguro, pero Heechul no le había escuchado, y ahora se merecía todo lo que le pasara.

El calor se derramó en él hasta que pensó que había ardido. La polla estaba tensa contra los vaqueros, rogando por la liberación. El corazón latía fuerte y rápido, y el poder dentro de él creció y pulsó como si supiera qué había planeado para Heechul y no pudiera esperar para ser dejado en libertad.

Siwon empujó hacia arriba su camiseta, exponiendo su pecho a la luz de la luna. Era hermoso ahí, también. Perfectamente formado, con pezones arrugados y apretados. No hacía frío fuera, lo que dejaba sólo otra razón. Heechul le deseaba, también. Tal vez no tanto como él lo hacía, pero iba a arreglar eso.

El tenso pezón se alzaba contra la mano, volviéndolo loco. Sabía que las manos estaban ásperas por años de combate, pero no le importaba. Tenía que tocarlo, sentir la piel desnuda contra la suya. Frotó la palma contra él, haciéndole inspirar un afilado aliento. Su mente estaba demasiado nublada para averiguar si ese sonido era bueno o malo, pero sabía una cosa que a Heechul le gustaría seguro, un lugar que no era demasiado áspero para él.

Apartó la boca de la suya y se movió lentamente por su cuerpo, apartando las amontonadas ropas fuera de su camino, sobre su cabeza y brazos. Siwon le pasó la lengua por el pezón. Las caderas de Heechul corcovearon y se arrancó las ropas de los brazos y le agarró el pelo con los puños, sujetándolo a él.

—Más —ordenó.

Siwon obedeció felizmente y le cubrió con la boca, tirando con fuerza.

Heechul le clavó las uñas en el cuero cabelludo y dejó escapar el más hermoso sonido de placer que jamás había oído.

Muy dentro de Siwon, algo estaba pasando -algo verdaderamente maravilloso- pero no sabía qué era. No podía pensar con claridad. No con la boca pegada al pecho y el cuerpo retorciéndose bajo el suyo. No con la luz de la luna bañando su piel y el aroma de su excitación flotando fuertemente en el aire nocturno.

El poder fluyó fuera de él, goteando por todas las partes donde las pieles desnudas se tocaban. Era erótico sentirle absorberlo, sentirle aceptar lo que necesitaba darle.

—Oh —respiró hondo y le sintió contener el aliento durante un momento—. Eso es lo que querías decir.

Siwon no podía hablar. La garganta estaba demasiado tensa por la necesidad de empujar más poder en él y forzarle a tomarlo todo. Sólo su necesidad de protegerlo le contuvo y le permitió una valiosa medida de control.

La feroz necesidad de tomarlo se apoderó de Siwon. Si no podía tomar más poder, malditamente bien iba a tomar su polla en su interior tan profundo como pudiera entrar.

Los dedos fueron a la cinturilla de los vaqueros, desesperado por tenerlo desnudo. Quería sentir su piel contra él y averiguar si estaba tan listo para él como necesitaba que estuviera. No creía que pudiera ser suave más. No la primera vez. Tal vez después de unas cuantas rondas, después de derribar los aspectos más ásperos de su necesidad.

Heechul se puso rígido y se movió para detenerle la mano, pero Siwon se sacudió el intento. Heechul lo intentó de nuevo y Siwon gruñó de frustración mientras le capturaba las manos y se las ponía por encima de la cabeza contra la descartada camiseta.

—Siwon —susurró su nombre como si estuviera asustado.

Él no quería parar, pero se vio obligado ante su promesa de mirar y descubrir lo que le asustaba. Una vez lo hubiera matado, podría volver a su dulce cuerpo firme.

Cuando miró alrededor, no vio nada.

—¿Qué? —le preguntó con la voz turbia de necesidad.

—Me estás sujetando.

—¿Y?

Estaba intentando detenerlo. ¿Qué esperaba que hiciera?

—Suéltame —los ojos estaban muy abiertos y brillantes, con franco miedo.

Siwon miró donde la mano encadenaba las muñecas de Heechul. Su presión era suficiente para magullar. Suficientemente apretado como para hacerle daño.

—Mierda —gruñó Siwon.

Lo soltó y se empujó apartándose. Estaba yendo demasiado rápido en su desesperación. Forzándolo. Esa no había sido su intención.

¿Lo había sido?

La erección palpitaba al ritmo del pulso acelerado y tenía la piel enfebrecida. En su interior, estaba temblando de necesidad, pero se las arregló para permanecer quieto tendido sobre la tierra seca y no asaltarle.

El rostro de Heechul entró en su línea de visión y tenía un tentativo ceño preocupado.

—¿Estás bien?

Siwon cerró los ojos. Ni siquiera podía mirarle sin luchar contra la necesidad de establecer su reclamo. E incluso con los ojos cerrados, todavía podía sentir su piel bajo las manos y su pezón contra la lengua. Eso no era el tipo de cosas que un hombre olvidaba.

Heechul le tocó la cara, y él apretó los dientes contra la tentación de echarlo hacia atrás y tomarlo fuerte y rápido, antes de que tuviera oportunidad de detenerle.

—No tenemos que parar, pero más lento es mejor —dijo Heechul—. ¿Puedes ir más despacio?

—Probablemente no. No sé que me haces, pero me estoy muriendo por ti. Necesito estar dentro de ti —sólo decirlo casi le volvió del revés de lujuria.

Heechul exhaló un aliento tembloroso. Su pecho le rozó el brazo, y pudo sentir la suavidad sedosa de su piel. Todavía estaba sin camisa.

Siwon abrió los ojos para mirar porque no tenía otra opción. Tenía que ver su pecho desnudo.

Heechul le miró fijamente y se puso de rodillas.

—Más lento, ¿de acuerdo?

Siwon asintió, incapaz de hablar. No estaba seguro de si podía reducir la marcha, pero sabía que lo intentaría. Haría cualquier cosa para conseguir tenerlo de espaldas debajo de él, donde pertenecía.

Antes de que pudiera encontrar la voluntad para moverse, Heechul se puso a horcajadas sobre sus caderas.

—Funcionó —le dijo.

—¿Qué funcionó?

—La intimidad —Heechul tomó su mano y se la presionó contra el pecho—. Cuando me besaste aquí, sentí… sentí que nuestra conexión se hacía más fuerte.

—Tal vez debería hacerlo de nuevo, sólo para estar seguros.

Heechul le dedicó una sensual sonrisa que le hizo querer sentir sus labios rodeándole la polla mientras le chupaba. Todo el cuerpo se estremeció con el esfuerzo de permanecer inmóvil y no obligarlo a hacer precisamente eso.

—Eres hermoso —dijo Heechul.

—Soy un hombre.

Heechul pasó los dedos por la marca de vida, arrastrándolos hacia los vaqueros.

—Sigues siendo hermoso. Todo duro y musculoso. Es realmente excitante.

—Si estás tan excitado, entonces no te importará dejarme sentirte. ¿Estás listo Heechul?


2 comentarios:

  1. VOLVIERONNNNNNNNNN
    Nada me hace más feliz que continues subiendo esta maravillosa saga, bueno en realidad si hay algo que me hace más feliz y es el YEWOOK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    AMO AL PEQUEÑO WOOKIE QUE CON SU FRAGILIDAD Y SENSIBILIDAD CONSIGUE TRANSFORMAR AL RUDO YESUNG, QUIEN YA ESTA CAYENDO LENTAMENTE EN LOS BRAZOS DE WOOK

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  2. Kyaaaa por fin!!!!!!! Nuevo cap!!!!! ^_^
    Gracias por actualizar ^_^ en verdad que esperaba con ansias este cap. Please, please que para el proximo cap haya lemon!!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...