Marcado V -6




Desperté bruscamente sobresaltado al día siguiente y tiré mi cuaderno de dibujo al suelo, mientras me apresuraba a encontrar mi teléfono de donde aterrizó la noche anterior en mi completo desastre.

—¿Sí? —Mi voz sonaba como si la noche anterior hubiera fumado diez cajas de cigarrillos yo solo.

—¿Jjong? —La voz de Kibum estaba preocupada y me estremecí involuntariamente.

—Sí. ¿Qué pasa?

Añadí la leche al cereal esperando y tomé un bocado.

—¿Sabes que es tarde? Tu primera cita estuvo esperándote por treinta minutos.

—No me jodas. —Arrojé el tazón de cereal en el fregadero y pasé una mano por todo mi rostro—. No, no tenía ni idea. ¿Puedes cambiar la fecha y darles un descuento por las molestias. Estaré allí en unos minutos.

Necesitaba sacar el Jäger de mi sistema y volver al bar para conseguir mi auto. Tomaría más de unos minutos, pero él no tenía por qué saberlo.

—¿Estás bien? —De nuevo con su preocupación y mi polla se sacudía en mis pantalones ante el sonido de su voz.

—Anoche me derrumbé y me desmayé en el sofá. Estoy bien, solo un poco molesto conmigo mismo.

—Bueno. Me encargaré del cliente.

Su tono cambió de preocupado a un poco decepcionado y lo sentí en lo más profundo de mis entrañas. Lo que estaba pasando entre nosotros dos, lo que estaba haciendo a mi mente, todavía tenía que mantener entre nosotros las cosas profesionales en el trabajo. Le debía eso a los chicos, a mis clientes, incluso a Kibum.

—Gracias. Lo contactaré también, le pediré disculpas, y voy a tener algunos diseños para que mires el domingo si quieres que nos reunamos.

Kibum hizo un ruido extraño y lo oí mover el teléfono a un lado para hablar con alguien en la tienda.

—Está bien. Puedes llevarlos a mi casa o simplemente enviarlos a mi correo electrónico cuando los tengas listos. Esta semana tengo que pasar el domingo y el lunes en casa.

Quería preguntarle por qué, e inmediatamente pensé que no iba a pasar esos días solo, luego quise patearme porque no era nada de mi incumbencia. Estuve de acuerdo y me dijo que me enviaría por mensaje la dirección.

Colgué y dejé que mi cabeza cayera hacia adelante. Era un maldito desastre y tenía que ponerme al día. No ayudó a mi estado de ánimo cuando mi mirada aterrizó en el abandonado cuaderno de dibujo de la noche anterior, y que la imagen mirándome fijamente fuese de la que había pasado toda la noche tratando de huir y tratando de beber hasta olvidar.

Todo estaba allí... sus oscuros ojos, sus interminables ondas de cabello de ébano, su boca perfectamente esculpida con la titilante joya sobre su labio, su sonrisa de complicidad. Además, el conocimiento de cada secreto que tuve se encontraba allí en esa imagen dibujada apresuradamente. Incluso en una borrachera tan mala que apenas podía recordar llegar a casa, estaba en mi mente y no podía moverme por tener que lidiar con él y el dolor que había dejado atrás.

Recogí el cuaderno y lo arrojé en el sofá con repugnancia. Esto se estaba saliendo de control y realmente tenía que hacer algo al respecto.

Me di una ducha lo suficientemente caliente para quemarme y corrí para salir por la puerta principal en menos de veinte minutos. Mi siguiente cita era a la una y media y hoy no quería decepcionar a nadie. Odiaba esa sensación.

El trabajo era una pesadilla. Yo era normalmente quien le daba a todos los demás un momento difícil, normalmente el chico listo con rápidas replicas. Pero no se podía negar que me veía como una mierda de perro machacado y actuaba como un oso con una espina clavada en su pata, así que Hyukjae y Kyuhyun fueron despiadados con eso todo el día. Tomé la burla con buen humor y lo hice con el resto de mis clientes sin incidentes.

Tenía la esperanza de que Kibum todavía estuviese allí cuando llegué, pero dejó la tienda no mucho tiempo después de que me llamó, lo que me dejó frustrado e insatisfecho además de estar con más resaca de lo que podía recordar.

Kyuhyun quería que fuera con él a tomar algo de comer para la cena, desde que Sungmin trabajaba en el turno de la tarde en sala de emergencias y Hyukjae salía disparado para volver a casa. Hyukjae siempre se escapaba a casa después del trabajo y creo que a Kyuhyun lo desanimaba. Los dos eran muy unidos y ahora, con todas las cosas de negocios pasando y cada uno de ellos instalándose en la domesticada felicidad, sus tiempos de hermanos eran pocos y distantes entre sí.

Tuve que declinar porque necesitaba trabajar en los dibujos de la tienda. Quería mostrarle a Kibum que no estaba realmente arruinándolo tanto como parecía ser en los últimos días. Kyuhyun me dijo que entendía y prometió que también tendría algunos bocetos para mí en las próximas semanas, y me dejó solo para dibujar.

Esbocé un barco pirata. Esbocé una sirena como la que puse en Hyukjae hace unos años. Esbocé una gitana y luego tuve que discutir conmigo mismo por no tirarlo a la basura cuando me di cuenta de lo mucho que el diseño se parecía a mi borracho garabato de la noche anterior. Todas las imágenes eran atrevidas y gráficas. Eran los tatuajes de la vieja escuela con suficiente brillo para que fueran atractivos para un consumidor pero no en el negocio. Me gustó tanto que decidí en el acto que no podía esperar hasta mañana para mostrarle a Kibum.

No me importaba que fuesen casi las once de la noche o que pudiera parecer un loco, le envié un mensaje y le pregunté si estaba bien si los llevaba esta noche. Realmente podría tomar fotos con mi teléfono y enviárselas, pero no quería hacer eso. Quería mostrárselos en persona.

No me había sentido así, la prisa, el escalofrío de anticipación corriendo arriba y abajo por mi columna vertebral, desde la última vez que había creado algo en papel para mostrarle. Tenía catorce años y Kibum tenía diecisiete. Su padre se negó a dejarlo ir a su baile de graduación, porque como de costumbre rompió una de sus interminables reglas.

Él estaba tan triste por ello, también, porque el capitán del equipo de fútbol se lo había pedido. Iba a ser su cita de ensueño. En cambio, pasó la noche en su habitación llorando y maldiciendo por turnos a su papá. Ya que siempre estaba dando vueltas, siempre en su casa en lugar de la mía, terminé en el piso de su dormitorio mientras lloraba en la cama, tratando de hacerle sentir mejor. Por supuesto que apenas era un torpe adolescente, así que no había mucho que pudiera hacer, pero cuando me dijo lo triste que era que nunca podría tener una foto para guardar, un buen recuerdo de la fiesta de graduación y sus días en la preparatoria, porque su padre lo frustró una vez más, sabía que había una cosa que podía hacer.

Lo supe por el rostro de Kibum, así como el mío y tardó menos de cinco minutos dibujarlo y ponerlo en traje de príncipe de fantasía que nunca usaría en la vida real. El capitán del equipo de fútbol fue un poco más complicado. En ese entonces, se hallaba solo en el equipo universitario junior, así que sabía, básicamente, como lucía, pero la única manera de que realmente pudiera averiguar cómo dibujarlo estaba en un uniforme de fútbol. Así que hice un dibujo de él luciendo hermoso y perfecto en su baile de graduación del brazo de un atleta con una camiseta de fútbol.

Cuando se lo di dejó de llorar al instante. Se reía y se reía. Al principio pensé que se estaba riendo de mí y luego se lanzó fuera de la cama y me derribó con un abrazo al suelo. Me me dijo que era mucho mejor que cualquier foto de fiesta de graduación que nunca podría tener y todavía recuerdo sentirme tan orgulloso de mí mismo por animarlo.

También recordaba a Jinki metiendo su cabeza en la habitación para ver qué era todo el alboroto y darnos una mirada de desaprobación cuando vio a Kibum tumbado sobre mí. No me importó a pesar de se suponía que Jinki era del que estaba enamorado. Quería hacer feliz a Kibum. El estaba siempre haciendo lo posible para hacerme sentir que pertenecía, que importaba; no sería juzgado por devolver el favor.

La casa que Kibum alquilaba estaba justo en el corazón de Gangnam y no demasiado lejos de SMarked o de donde vivía Kyuhyun. Se encontraba solo pasando unas calles arriba. Encontré su nombre en la cabina de llamados y toqué el timbre para que me dejara entrar. No respondió la primera vez y me pregunté de nuevo si estaba solo.

Cuando toqué el timbre la segunda vez, me apoyé en el botón hasta que el ruido me molestó y tuve que retroceder cuando de repente apareció en la puerta de seguridad. Empujé la pesada puerta y tuve que dar un paso al costado mientras un enérgico bulto negro con pelos se lanzó por delante de mí. Kibum corrió detrás del cachorro y me quedé ahí mirándolos como un idiota.

Estaba gritándole:

—¡Kkomde! ¡Ven aquí, Kkomde! —Y el cachorro labrador negro estaba felizmente ignorándolo, ya que brincaba alrededor de patio a patio.

Kibum tenía un par de gafas negras cubriendo sus ojos oscuros, y llevaba los mismos pantalones cortos que tenía la otra noche cuando conseguimos intimar en la tienda. Solo que esta noche tenía una camiseta blanca que se aferraba a cada curva.

Tenía que admitir que cuando se despojaba de su ropa extravagante y su maquillado rostro, más me atraía. Este Kibum me recordó al joven que me había dado esperanza, el otro Kibum conseguía mi polla dura y tenía mi cabeza dando vueltas, y estaba irrevocablemente atraído por ambos.

El perro hizo una línea recta hacia mí y me agaché para recoger su pequeño cuerpo crespo. Su lengua salió para babear toda mi cara y su pequeña cola azotaba de un lado a otro. Kibum corrió hasta el frente del complejo de apartamentos y se tomó un minuto para recuperar el aliento.

—Perro estúpido. —La bola de pelo oscuro se volvió ante el sonido de su voz y trató de escapar de mi agarre para llegar a su bonito dueño.

—¿Tienes un cachorro? —Se lo entregué y lo acunó en su pecho cuando el perro atacó su rostro con su amor.

—Sí. Nunca he estado en ningún sitio el tiempo suficiente para apegarme a una mascota. Mi vecina mencionó que su novio trataba de deshacerse de una sorpresiva camada de cachorros, y una vez que vi su tonta cara no me pude resistir.

Se dirigió a la puerta y me miró por encima de su hombro.

—Es por él que tengo que estar en casa el fin de semana. Todavía no es impresionante estando solo por mucho tiempo.

Levanté una ceja y lo seguí al interior del edificio. No podía apartar los ojos de la influencia de su trasero redondeado o la gran longitud de sus piernas desnudas.

—¿Kkomde?

El nombre era divertido y se ajustaba al gran cachorro bobo.

—Sí, Kkomde. ¿Por qué no?

¿Por qué no, de hecho? Entró en el apartamento, bajé al perro, y se volvió para mirarme. Me vi reflejado en los cristales de sus gafas mientras me observaba con atención.

—¿Esto realmente no podría haber esperado hasta el fin de semana, Jjong?

Sus pies estaban desnudos y me di cuenta que sus uñas de los pies estaban pintadas de rojo. Incluso vestido y cubierto de baba de perro, apenas tenía algo sobre él que llamara a las partes profundas de mí. Suspiró y se dirigió a la cocina cuando no respondí de inmediato. Me ofreció una húmeda toalla de papel y la usé para limpiar la baba de perro mientras él hacía lo mismo.

La única manera en que fuéramos a ser capaces de trabajar juntos, para conseguir superar la barricada del pasado, sería si era completamente honesto con él. Al final tuve que decirle cuán entrelazados tenía sus recuerdos, tanto buenos como malas.

Le dije en un tono ronco sombreada por el pasado:

—Estaba emocionado por mostrártelos. Me hicieron sentir como solía hacerlo hace tiempo. Me encantaba dibujar cosas para que miraras. A nadie más le importaba una mierda al respecto, pero a ti siempre te encantaban, me dijiste que siguiera si lo disfrutaba. No creo que fuese algún tipo de artista hoy si no fuera por ti, Kibum. —Levanté una ceja mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho—. Gracias.

—Oh, Jjong. —Negó—. Fue todo por ti. Siempre has sido genial. Es tan triste que no tuvieras un ejército de personas que te lo dijesen diariamente cuando eras pequeño.
—No. Solo te tuve a ti. —Me acerqué de modo de que estuviese directamente frente a él con solo la encimera de la cocina entre nosotros—. Siento como que tú y el pasado me han estado persiguiendo desde que entraste en esa tienda, Kibum. —No me respondió, pero me di cuenta del rosa trabajando su camino en su mejillas—. ¿Qué vas a hacer si decido dejar que me atrapes?

Fui rápido, pero él tenía razón, fuera de la cancha suelo tropezar aquí y allá, pero por primera vez en mucho tiempo sentí como si solo hubiera encontrado mi equilibrio, y con él, de repente quería caminar en la dirección correcta.




¿Qué iba a hacer cuando lo atrapara? Eso era fácil.  Desnudarlo, de las dos formas física y emocional, y luego nunca dejarlo ir. No creía que él estuviese preparado para
mí, honestamente, sin embargo, le dije:

—Voy a descubrir por qué huyes de mí. —Incliné mi cabeza a un lado  y le pregunté directamente—: ¿Aun estás enamorado de mi hermano, Jjong? Necesito saber esa historia.

Después de su reacción cuando él me llamó el otro día, había algo que estaba en mi mente, que se me metió bajo la piel. Sabía que él se había preocupado profundamente por Jinki, y que como normalmente hacia mi hermano dejo que las decisiones de mi padre actuaran como suyas.

Lo que yo no sabía era si él aún estaba colgado por mi hermano, y si aún estaba languideciendo por algo en lo que ni siquiera había tenido una oportunidad. Que su enamoramiento adolescente siguiese en su edad adulta parecía poco probable después de tanto tiempo. Pero si fuese el caso, no importaba cuanto lo quisiera yo, o cuan intensamente quisiera lo maravilloso que estábamos teniendo juntos, no habría forma de que luchara contra los recuerdos o contra el fantasma de mí hermano para tenerlo. Tenía mucho orgullo y me valoraba mucho a mi mismo para hacer eso.

No iba a competir con su idea del primer amor, no cuando la persona estaba muy viva y era una parte integral de mí vida.

Intenté sacarle respuestas a Jinki el otro día, pero fue esquivo y había pasado del tema como si no le importara. Algo pasaba con él. Me dijo que estaba ocupado y que no podía hablar y me colgó a los pocos minutos de la conversación. Él no era así y aumentaba mi preocupación por él diez veces más.

Observé a Jjong detenidamente, mientras dejaba los papeles que llevaba en la mano sobre la encimera y se acercaba hacia donde yo estaba. No dejo de andar hasta que se detuvo enfrente de mí y yo me puse rígido automáticamente en respuesta cuando él me enjauló con cada uno de sus brazos al lado de mis caderas. Inclinó la cabeza un poco así estábamos cara a cara, y juro que me podía ahogar en el profundo océano oscuro de su mirada para siempre. Su cabello rubio estaba más claro de lo normal sin toda esa mierda que se ponía para hacerse el estilo tupe que llevaba normalmente, y la forma en que le caía por la frente lo hacía parecer como ese niño pequeño que me había hecho tan feliz en aquellos años perdidos. Mis dedos hormigueaban por alcanzarlo y apartárselo. Me picaban por tocarlo de cualquier forma que me permitiera.

Se inclinó un poco más cerca de mí y sentí su aliento mover mi cabello rojizo.

—Le pedí a Jinkig que se casara conmigo. Tenía dieciocho años, el mundo a mis pies, y me estaba prácticamente garantizada la oportunidad de jugar futbol profesional. Se lo ofrecí todo y él me dijo que me consideraba como un hermano. Me miró a los ojos profundamente y me dijo que no importaba lo que hiciera, nunca sería suficiente porque tus padres no me aprobarían porque sabían de dónde venía. Que no era el chico correcto para él.

Sentí como su pecho se ampliaba y su respiración se atascaba mientras nubes oscuras ensombrecían su mirada caliente. Sus labios tocaron la piel del lado de mi ceja y me sorprendí de que mis gafas no se empañaran por el calor que desprendía. Pero mientras podía admitir que estaba calentándome, también podía sentir como todo dentro de mí donde estaba mi corazón y mi esperanza se habían convertido en piedra.

¿Jjong le pidió a Jinki que se casara con él? Era la primera vez que lo oía y eso cambiaba toda mi vida. Ambos eran tan jóvenes. Siempre había asumido que era un enamoramiento de niños pero aparentemente sus sentimientos por mi hermano eran más complejos de lo que recordaba o de lo que creía que eran.

—¿Le pediste que se casara contigo? —Quería empujarlo lejos de mí. Realmente quería agarrar a mi pequeño y dulce cachorro y correr hasta algún lugar donde Kim Jjong fuera un recuerdo perdido en mi memoria y no tuviera esta información taladrándome por dentro.

—Lo hice. Jinki no solo me dio que no, él tomó todo lo que yo sabía sobre el amor y lo destrozó. Las piezas de mi corazón eran tan pequeñas cuando él terminó conmigo que no me molesté en buscarlas. Así que no, Kibum, no estoy enamorado de Jinki. Él me rompió y no me molesté en intentar amar a alguien más desde entonces.

No pude soportarlo más. Puse ambas manos sobre el centro de su pecho y lo aparté. Sentí como si necesitara escapar, como si sus palabras estuvieran construyendo una jaula alrededor de todas esas grandiosas ideas que había estado siguiendo desde que dejé todo para venir a Seúl.

—Nunca me lo dijo. Hablábamos todo el tiempo en aquella época y nunca me dijo ni una jodida vez que le habías pedido que se casara contigo.

Estaba observando la fantasía que quería mostrarle de que ya que ahora éramos mayores teníamos mucho más estando juntos, desaparecer como el humo. Me sentí como si hubiese puesto en un partido y yo en la defensa mirando como un idiota mientras él llevaba el balón a la zona de anotación. Nunca hubiese venido aquí, nunca hubiese hecho de este mi hogar si hubiese sabido cuan afilados eran los lazos que le unían al pasado.

Me di la vuelta para mirarlo y pedirle que se fuera, pero lo perdí mientras jadeaba por la sorpresa porque me había seguido y otra vez  estaba en mi espacio personal. Me agarró de los brazos y me puso de puntillas.

—Tú empezaste todo esto Kibum. No puedes huir porque no te gusta lo que esconde la oscuridad una vez que tu luz le golpea.

—¿Por qué no me lo dijo él? —Las palabras salieron en un susurro y no podía apartar la mirada de su ardiente mirada. Otra vez mis dedos se curvaron por apartar ese cabello rubio de su frente o quizás por golpearle en toda su preciosa cara.

—Esa parte de la historia es suya para contarla.

—¿Es por eso que dejaste la escuela, que dejaste de jugar al futbol? ¿Él te dijo que no y tú lo dejaste todo?

Lentamente balanceó su cabeza de lado a lado, negando y me empujó incluso más cerca así que nuestros pechos se presionaban juntos. Inmediatamente lamenté haber preferido la camiseta que tenía cuando mis pezones se emocionaron por estar cerca de todo ese calor suyo. Dejé que mis manos se apretaran alrededor de sus fuertes bíceps.

—Nunca quise jugar al futbol a ese nivel. Quería dibujar. Quería pintar. Quería ser creativo y hacer arte. Quería aprender cómo ser un mejor artista, pero no sabía cómo hacer eso y perseguir a Jinki al mismo tiempo. Pensé que una vez que él se alejara de tu padre sería capaz de verme. Que vería quién era realmente y se daría cuenta de que a pesar de las circunstancias en las que habíamos entrado en el camino del otro, yo valía la pena.

Cerró la boca y dejó caer la cabeza de modo que nuestras frentes se estaban tocando mientras yo estaba colgando de sus duras manos

—Nunca hubo una oportunidad de que eso pasara. Él conoció a un chico el primer día de la universidad. Un chico apropiado con la familia correcta y el patrimonio correcto para llevarlo a casa de tu padre. Lo odié a primera vista.

Me soltó una mano y me quitó mis gafas, lo que me hizo parpadear mientras se hacía un poco borroso en los bordes de mi visión. Utilizó la punta de su pulgar para pasarlo por encima del arco de mi ceja y pensé que me iba a derretir como el pudin a sus pies.

—Lo golpeé hasta la mierda. Le rompí un par de costillas, le jodí la nariz, y lo dejé como un montón de desesperación rota y sangrienta. La cosa es, que él también era el capitán del equipo y todo eso pasó un par de semanas antes de un partido importante.

Jadeé y su ceño cambió a una sonrisa. No había notado que él nos había estado empujando hacia atrás todo el tiempo que había estado hablando y que ahora estaba apoyado contra la encimera de la cocina. Me agarró por la cintura y me levantó así estaba sentado sobre el borde y él se colocó entre mis piernas.

—La escuela lo mantuvo en secreto porque él se estaba preparando para ser contratado y no querían que perdiese su autoridad frente al resto de sus compañeros teniendo que admitir que le había pateado el culo uno de primer año. Perdí la beca por la que me habían reclutado y más o menos me prohibieron jugar al futbol universitario durante dos años. Para mí fue como una tarjeta de Eres Libre de la Cárcel. No quería estar en la cuidad. No quería ver a tu hermano otra vez. Y el futbol nunca fue en donde estaba mi corazón de todos modos. Todo se sentía como si estuviese siendo forzado y estaba harto de eso.

Aún estaba intentando superar el hecho de que él se había propuesto a mi hermano y ahora estaba diciéndome que intentó matar a su novio de la universidad con sus manos. Nada de eso tendría que excitarme. Nada de eso debía de hacer que estuviese bien tener sus manos recorriendo hacia arriba mis muslos y metiéndose por mis pantalones cortos donde mis piernas tenían apresadas su cadera, pero incluso con todas estas nuevas revelaciones no estaba inclinado a hacerlo parar.

—¿Golpeaste a un chico solo porque estaba saliendo con Jinki? ¿Eras así de celoso? —Eso tampoco parecía cien por ciento cierto, considerando que Jinki había salido con muchos chicos durante el instituto y nunca pareció molestarle.

Era difícil pensar porque sus manos habían encontrado su camino hacia la parte trasera de mis piernas y ahora estaban acunando mi culo mientras me acercaba más hacia el borde de la encimera. No había duda de que nuestra proximidad estaba teniendo un efecto en él también. La parte dura en el frente de sus pantalones era inconfundible y yo quería rozarme contra él. Se sentía lascivo y del tipo incorrecto ahora que sabía lo que había pasado con mi hermano en mi ausencia.

—Esa tampoco es mi historia para contar. Lo golpeé porque era un idiota clase A y nunca me gustó. Él era el tipo de chico que me hacía estar seguro de que el futbol nunca sería lo mío. Estaba celoso de que Jinki se preocupara por él y no por mí, pero eso no tenía nada que ver en que le pateara el culo. Así que ahí lo tienes, Kibum. Huyo todo el tiempo porque esos recuerdos me duelen cuando me alcanzan y ya he tenido suficiente daño en mi vida.

Respiré otra vez y puse mis manos sobre sus hombros mientras una de sus manos dejaba mi culo y se movía hacia la curva interna de mi muslo, donde todas mis mejores partes y las suyas estaban presionadas íntimamente. Sentí como recorría sus nudillos por el borde de mi ropa interior y no pude evitar tragar un poco. Necesitaba decirle que se detuviera pero parecía no encontrar las palabras.

—Eso es porque estas huyendo del pasado. ¿Por qué huyes de mí? —Soné ronco y caliente. Realmente debería de haber desarrollado algo de vergüenza pero él se sentía tan bien y esos ojos eran tan claros y vividos que no podía apartar la mirada. Se rio un poco y pude sentirlo en todas las partes que nos tocábamos. Sus dedos eran cada vez más audaces y mi deseo de mantener algún tipo de control sobre él, sobre la situación, estaba desapareciendo.

—Tú siempre me ves, Kibum. Me entiendes cuando ni siquiera yo lo hago. Eras mi mejor amigo y luego te fuiste. No puedo preocuparme por alguien, atarme a alguien, cuando al final van a dejarme. —Él estaba respirando de forma pesada y no pude evitar finalmente poner mis dedos sobre ese mechón de cabello que le colgaba entre los ojos. Sus siguientes palabras me retorcieron tanto el corazón que dolía—. No después de lo que le pasó a mi madre.

Iba a decirle que lo sentía. Nunca quise alejarme de su vida por completo, pero era joven y finalmente libre de las riendas de mi padre así que me había vuelto un poco loco y perdido algo de mí mismo.

Necesitaba que supiese que él había sido mi mejor amigo también. Quería decir que él era lo único bueno que recordaba mientras crecía pero su boca se movió de mi vista hacia mis labios y la dejó allí.

No me besó, no me respiró, no me saboreó con su lengua. Solo dejó sus labios contra los míos y los mantuvimos presionados en silencio, la tensión se espesaba y palpitaba entre nosotros. Me sentía como si estuviese atrapado. Atrapado en algún tipo de película a cámara lenta, donde cada toque, cada movimiento era deliberadamente agonizante y tortuosamente dibujado.

Esos talentosos dedos suyos patinaban muy cerca de donde el borde de la tela y mi piel se unían debajo de mi ropa y ya no estaba cerca del interior de mi muslo sino mucho más cerca de lugares que estaban calientes y húmedos, lugares que empezaban a apretarse por lo que quería y necesitaba.

—¿Qué hay de ti, Kibum? ¿Piensas en mí como en un hermano?






2 comentarios:

  1. Esos dos van a hacer combustión!!!
    OMG ahhhh!!!
    matrimonio!!! Noooooooo

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  2. Cada quien con su propio pasado arrastrando...no lo han podido dejar ir.
    Kibum al pendiente de su hermano tratando de comprender el cómo y por qué dejo a Jjong,aparte de querer saber si Kibum aún significa algo para él.
    Y Jjong esquivando el pasado por el dolor que le provica recordar.
    El pasado a veces es demasiado peso para alguien...pero a veces es bueno recordarlo.

    Ahora Kibum ya sabe muchas cosas valiosas...ahora solo falta su respuesta,la cual Jjong ya debe de saber...con ese beso anterior,un indicio debe de tener.
    Algo bueno debe salir después de haber dicho algo de su pasado que lo alejaba de Kibum

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...