Chantaje -Final



Dos meses después

Yesung sonrió mientras entraba en su casa, situada en el centro de Seúl. Oía correr el agua en la ducha y se imaginó a Ryeowook desnudo, lo que lo llevó a deshacerse de la ropa a toda velocidad.

Mientras se aproximaba a la puerta del baño, el deseo se hizo cada vez más patente en su anatomía. Sí, allí estaba, lavándose el pelo, con los brazos levantados.

—¡Yesung! —exclamó Ryeowook asustado cuando Yesung abrió la puerta de la ducha.

—Sí, soy yo... anda, déjame, que ya lo hago yo...

A continuación, lo giró hacia sí, le colocó las manos sobre su pecho enjabonado y comenzó a acariciarlo. Al instante, sintió que Ryeowook se estremecía y se apretó contra él para que sintiera su erección mientras pensaba que había tomado la decisión correcta al convertirlo en su pareja.

La vida le sonreía.

Aquella misma noche, mientras cenaban, Ryeowook miró a Yesung y pensó que cada día se estaba enamorando más de él y se estaba dejando caer en un agujero oscuro que amenazaba con tragárselo.

Llevaba dos meses jugando a ser su pareja, lo que era una locura. Iba con él a todas partes, siempre con una sonrisa a pesar de que no sabía lo que iba a pasar.

—Este domingo por la noche hay una función para sacar fondos para los niños de Seúl y el sábado una competición de deportes acuáticos, también para los niños. ¿Quieres venir?

—Claro —se obligó a sonreír Ryeowook.

Yesung sonrió también y Ryeowook sintió que el corazón se le encogía. Ni una sola palabra de afecto ni de ternura ni de amor. Ya no sabía cuánto tiempo más iba a ser capaz de soportar aquello. Había accedido a acompañarlo a Corea con la estúpida esperanza de que, una vez a solas, cuando hubieran tenido oportunidad de conocerse un poco más, Yesung comenzase a sentir algo por ella, pero no había sido así.

Ryeowook se dijo que iba a tener que ser fuerte y que iba a tener que irse.

—Pasaré a buscarte a las seis porque la función empieza a las seis y media. El joven señor Hee te traerá que vestir a las cinco.

—Yesung, te he dicho que es una locura comprar ropa nueva. No la necesito. Tengo de sobra.

—La función de esta noche es muy importante —insistió Yesung.

Ryeowook se encogió de hombros mientras Yesung abandonaba la mesa en la que acababan de compartir la comida. Se estaban preparando para el gran baile de beneficencia.

Una vez a solas, Ryeowook se paseó por la casa e intentó llamar a su hermano, pero no había nadie en la casa de Japón y no los encontró ni en su  móvil ni en el de Hyukjae, pero no se preocupó porque sabía que solían salir a pasear si él conseguía salir del trabajo un poco pronto. El señor Heechul le llevó la ropa puntualmente y para las seis estaba vestido y arreglado.

La cena ya había terminado, pero había mucha gente bailando todavía, así que le dio un trago al champán y esperó.

En aquel momento, Yesung se abrió paso entre los presentes, se acercó a él, lo tomó de la mano y se la besó delante de todo el mundo.

Ryeowook sintió que el corazón le daba un vuelco, pero se dijo que todo aquello formaba parte de la farsa. Desde luego, Yesung estaba sacando provecho del dinero que le estaba prestando a Donghae para su recuperación.

Se iban a casa al cabo de un rato cuando Yesung se paró tan de repente que Ryeowook estuvo a punto de chocarse con su espalda. Al mirar por encima de su hombro para ver qué era lo que lo había hecho frenar así, vio que se trataba de un joven un poco mayor que él, de pelo oscuro, piel aceitunada e increíbles ojos verdes.

Estaban hablando en Coreano y Ryeowook no entendía nada, pero tuvo la sensación de que Yesung se interponía para que no fuera testigo de la conversación. Aquello le hizo enfurecer.

—Hola, soy Ryeowook —se presentó colocándose al lado de Yesung.

El otro joven lo miró con desprecio y siguió hablando con Yesung, que le dijo algo en tono muy serio.

—Yesung... por favor, ¿quién es éste joven?

—Éste joven —contestó Yesung mirando al pelinegro con frialdad— no es nadie.

Dicho aquello, agarró a Ryeowook de la mano y lo sacó del salón.

—Yesung, quiero saber quién era ese joven —insistió Ryeowook cuando llegaron a casa.

—Ya te he dicho que no es nadie —contestó Yesung frunciendo el ceño.

—Pues lo conocías —contestó Ryeowook—. ¿Tuviste una relación con él?

—¿Por qué lo quieres saber? —se enfadó Yesung.

—Lo quiero saber porque, te guste o no, tenemos una relación y la verdad es que me ha asustado cómo lo has tratado —contestó Ryeowook girándose hacia el salón.

Lo cierto era que le aterraba la posibilidad de encontrarse algún día con Yesung y que lo tratara como había tratado al otro joven.

—¿Y bien? ¿Por qué no me quieres decir quién es? ¿No te gusta encontrarte con jóvenes con los que has estado? Pues no creo que te sea difícil teniendo en cuenta la cantidad de relaciones que has debido de tener.

Yesung se acercó a él y se paró a pocos milímetros. No se podía creer que estuvieran teniendo aquella conversación. Cuando pensaba en aquel joven sentía asco y Ryeowook parecía decidido a descubrir quién era.

Al encontrarse con Sungjoon, su primer instinto había sido proteger a Ryeowook de su veneno e incluso lo había escondido detrás de él. Claro que menuda estupidez porque aquellos dos jóvenes eran idénticos.

—¿De verdad quieres saber quién es? —se rió con amargura mientras se paseaba por la estancia—. Pues te voy a contar quién es. Probablemente, lo admirarás se llama Sungjoon y sí, tuvimos una relación. Fue hace mucho tiempo, cuando heredé la empresa de Janghoo. Para ser exactos, el día después de que ganara mi primer millón apareció en mi vida y me contó una historia muy triste, pero para ser sinceros no me importó lo más mínimo pues su increíble belleza ya me había atrapado.

Ryeowook sintió que aquellas palabras le dolían, pero había exigido saber quién era aquel joven y tenía que aguantar la explicación.

—Le conté absolutamente todo sobre mí porque, bueno, cuando uno está enamorado es lo que hace, ¿no?... Le conté que mi madre nos había abandonado, que yo estaba enfadado y dolido por ello, le conté que Hyukjae la había buscado durante años y que seguía llorando por ella. Entonces, un día, se presentó con una mujer que se abrazó a mí y me pidió perdón por habernos abandonado a mi hermano y a mí.

Ryeowook sintió que el corazón le daba un vuelco.

—Sungjoon me contó que había oído a aquella mujer en el mercado contando que había abandonado a sus dos hijos hacía años y que se arrepentía mucho de ello. Jamás dudé de lo que me contaba. Al fin y al cabo, ¿por qué me iba a mentir? Me quería y, además, la historia podría haber sido cierta, pues estábamos en la misma zona. Además, la mujer tenía la misma edad que habría tenido mi madre, se le parecía físicamente y sabía cosas sobre nosotros... claro que luego comprendí que esas cosas se las había contado Sungjoon.

—Yesung...

—No he terminado. Así que metí a aquella mujer en mi casa a pesar de que mi intuición me decía que tuviera cuidado. Yo no estaba dispuesto a perdonar tan fácilmente, pero Hyukjae, que todavía era muy joven e impresionable, se mostró encantado de haber recuperado a su madre.

Ryeowook se sentó en una silla y siguió escuchando.

—Yo sabía que Sungjoon quería que le pidiera que se casara conmigo porque me lo había dejado claro desde el principio, pero yo no se lo había pedido, pues me había prometido a mí mismo no casarme jamás. Sin embargo, para aquel momento, mi «madre» había asumido su nuevo papel y me repetía un día tras otro que me casara con Sungjoon. Un día, volví a casa y las sorprendí en la cocina, comentando la cantidad de dinero que tendrían cuando me hubiera casado con Sungjoon —se rió con amargura—. Me sentí como un idiota. Sobre todo, porque ya había elegido incluso la alianza.

Ryeowook se quedó helado.

—De tal palo, tal astilla. Madre e hijo eran maravillosos actor y actriz y estuvieron a punto de engañarnos como a dos bobos. Lo peor fue tenerle que contarle la verdad a Hyukjae, tener que verle sufrir de nuevo ante el abandono de su supuesta madre.

—Lo siento mucho —se lamentó Ryeowook poniéndose en pie—. Sé perfectamente lo que se siente en casos así...

—¿Tú? —le espetó Yesung furioso—. ¿Cómo sabes tú lo que es que te abandonen?

—Lo sé porque a mí también me abandonó mi madre y tuve que ver cómo se iba y nos abandonaba a mí y a mi hermano cuando yo tenía cuatro años.

«Mentira», pensó Yesung.

—¿Cómo te atreves? Te cuento esto y lo aprovechas para inventarte una historia de abandono. ¿Acaso no tienes imaginación y tienes que copiar la mía? ¿No te ha valido con la historia del bebé de tu hermano?

Ryeowook cerró los ojos. Estaba muy pálido.

—No eres capaz de creer que tu hermano se haya enamorado de un joven amable y bueno, no  te crees que vaya a tener un hijo y que se quiera casar, ¿verdad? —le dijo con incredulidad—. A ti te engañaron de manera espantosa, pero no todos somos así. En cuanto a mi historia, te guste o no, las coincidencias existen y da la casualidad de que tu historia y la mía son similares — añadió enfadado de repente—. Para ser sinceros, no me importa si me crees o no. Debería estar acostumbrado a que no confíes en mí porque no te has creído ni una sola palabra de lo que te he dicho desde que nos conocemos y te aseguro que desde el principio no he hecho más que contarte la verdad y, cuando me he equivocado, te he pedido perdón. Puedes consultar el registro del orfanato Japón Norte y verás que estuvimos allí.

—¿Y por qué no me lo has dicho antes?

—¿Me habrías creído? —le preguntó Ryeowook con tristeza—. Por cierto, si creías que iba a admirar a un joven capaz de hacerte lo que Sungjoon te hizo, es que no me conoces en absoluto —añadió dolido—. La verdad es que no quieres conocerme. Tú lo único que quieres es un cuerpo en tu cama.

Yesung dio un paso hacia él, pero en aquel momento sonó su teléfono móvil. Ryeowook escuchó entonces una rápida conversación en Coreano y comprendió que había ocurrido algo.

—¿Es Donghae? —le preguntó cuando Yesung colgó el teléfono.

—Sí, lo han tenido que llevar a urgencias para hacerle la cesárea —contestó Yesung poniéndole la mano en el hombro.

—Pero si sólo está de siete meses y medio —se lamentó Ryeowook llevándose la mano al pecho.

Yesung se apresuró a rodearle los hombros con el brazo, lo llevó a su habitación para que se cambiara de ropa y en menos de una hora estaban volando hacia Japón.

Para cuando llegaron al hospital, estaba amaneciendo. Ryeowook no esperó a que el conductor le abriera la puerta sino que salió corriendo del coche, encontró la habitación de su hermano y, al entrar, lo vio con Hyukjae, ambos cansados, pero sonrientes.

—Wookie —le dijo su hermano al verlo—. Eres tío, tienes un precioso sobrino que se llama Hyungsik. Es muy pequeña, pero es fuerte, un guerrero. Está bien —le dijo con lágrimas en los ojos.

—Oh, Hae, qué preocupado estaba —gimió Ryeowook abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas.

Yesung estaba en la puerta, pero Ryeowook no quería ni mirarlo. Oyó que Donghae le decía que había sido tío. Menos mal que su hermano no sabía que Yesung sospechaba que el hijo no era de Hyukjae, menos mal que su hermano no sabía que le había exigido que se hiciera una prueba de paternidad.

Ryeowook comprendía que tenía razones para mostrarse desconfiado, pero no le perdonaba que les fuera a hacer pasar por aquella prueba. Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Hyukjae le indicaba a su hermano que saliera de la habitación para hablar con él.

Una vez en el pasillo, Yesung se dio cuenta de que su hermano parecía mucho más maduro.

—Quiero enseñarte una cosa, Yesung.

Yesung siguió a su hermano por el pasillo, pero Hyukjae se paró de repente y lo miró.

—Ni siquiera sabes cómo conocí a Donghae, ¿verdad? No, claro que no. Para que lo sepas, no fue en el trabajo. Nos conocimos en un evento que se organizó para recaudar fondos para uno de nuestros orfelinatos. Fue el año pasado, cuando estabas en Sudamérica y yo fui en tu lugar. Donghae estaba allí porque en su tiempo libre se dedica a hacer voluntariado con un orfanato de la zona que nosotros tenemos subvencionado. ¿Sabes por qué lo hace?.

Yesung sintió que palidecía.

—Lo hace porque él también se crió en un orfanato. Con Ryeowook. Su madre los abandonó, exactamente igual que a nosotros —le explicó—. Seguro que no te lo crees, pero...

—Basta —lo interrumpió Yesung—. Sí, claro que me lo creo. Ryeowook me lo ha contado.

Hyukjae se quedó mirándolo con intensidad y volvió a avanzar por el pasillo. Cuando llegaron frente a un gran ventanal, le indicó una incubadora en la que había un bebé minúsculo de piel aceitunada y pelo negro.

En la etiqueta que había colgada de su incubadora, se leía Kim Hyungsik. El nombre de su padre.

Yesung sintió una emoción tan fuerte que se quedó sin palabras y tuvo que apoyarse en el cristal para no perder el equilibrio.

—Yesung, eres mi hermano y te quiero —le dijo Hyukjae—. Si quieres que me haga la prueba de paternidad, me la haré, pero sólo por ti. Yo no quiero ver los resultados. No los necesito. Sé perfectamente que ese bebé es mío. Lo sé y quiero a su appa. Nos vamos a casar y me da igual si te parece bien o no.

—No, no quiero que te hagas la prueba —contestó Yesung poniéndole la mano en el hombro a su hermano—. Te pido perdón por pedirte que te la hicieras y por haberte hecho pasar por todo esto —añadió pidiéndole perdón con la mirada.



Ryeowook estaba de espaldas a la puerta, pero sintió que los hermanos volvían a la habitación y se tensó.

—Donghae —le dijo Yesung a su hermano tras tomar aire—, te doy la enhorabuena por haber sido appa. Me alegro también de que te vayas a casar con mi hermano y te pido perdón si te he ocasionado algún daño.

Ryeowook no se atrevía a mirarlo, tenía la mirada centrada en sus manos.

—Señor Kim, gracias —contestó Donghae—. No hace falta que me pida perdón. Sé lo que... bueno, da igual lo que sepa, lo que importa es que Hyukjae y yo estamos juntos y que nuestro hijo está bien.

Ryeowook levantó la mirada en aquel momento y sus ojos se encontraron con los de Yesung.

—Ryeowook, por favor, ven —le dijo él.

Ryeowook fue a ver a su sobrino mientras Yesung lo esperaba a cierta distancia, pues no sabía si iba a ser capaz de volver a ver al niño.

Una vez fuera de la clínica, Ryeowook sintió que una curiosa calma se había apoderado de él. Era evidente que ver a su sobrino no había obrado ningún cambio en Yesung. Aquello significaba que él sí que iba a tener que hacer cambios. No podía seguir así.

Se giró hacia Yesung, que le estaba abriendo la puerta del coche como si tal cosa. Aquel simple gesto lo enfureció. ¿Acaso se creía que podía seguir adelante como si no hubiera sucedido nada?

—¿Qué te ocurre? —le preguntó Yesung al ver que no subía al coche.

—No me voy a ir contigo —contestó Ryeowook.

—¿Cómo? Claro que te vienes conmigo. Venga, tengo que estar de vuelta en Seúl esta noche y hace frío. Haz el favor de entrar en el coche.

—No, no me voy a ir a Corea contigo. Se terminó, Yesung —contestó Ryeowook negando con la cabeza.

—Ryeowook, por favor, podemos hablar en el coche —insistió Yesung presa del pánico—. Si quieres quedarte unos cuantos días, me parece bien. Mandaré el avión a recogerte cuando quieras volver... o, si lo prefieres, puedes tomar tú un vuelo. Ya sé que...

—¡No! —lo interrumpió Ryeowook—. No entiendes nada. Lo que te estoy diciendo es que esto se acabó. Quiero que te vayas. Yo me quedo aquí. Soy consciente de que nos volveremos a ver en la boda de nuestros hermanos o en algún otro lugar, pero nuestra relación ha tocado fondo. Se acabó, Yesung —contestó Ryeowook con sumo dolor.

—No, no lo acepto —contestó Yesung como loco—. Seré yo el que ponga fin a esta relación cuando a mí me dé la gana.

—Ése es, precisamente, el problema —contestó Ryeowook con tristeza—. Es cierto que algún día pondrás fin a nuestra relación y yo no podré soportarlo.

Yesung lo miró confuso y Ryeowook se dio cuenta de que sólo había una manera de deshacerse de él, así que tomó aire y echó los hombros hacia atrás.

—¿Qué quieres decir? —le preguntó Yesung.

—Quiero decir que... soy un estúpido y me he enamorado de ti —declaró.

—Eso es imposible —contestó Yesung sorprendido—Yo no te pedí en ningún momento que te enamoraras de mí.

A Ryeowook le entraron ganas de reírse a carcajadas.

—No le puedes pedir a nadie que no se enamore de ti porque enamorarse es incontrolable, nadie puede controlar su corazón y mi corazón te quiere, Yesung, pero no quiero medias tintas, lo quiero todo, no quiero una relación temporal, quiero una relación para toda la vida, quiero casarme y tener hijos, quiero sentir la felicidad que sienten Donghae y Hyukjae, quiero envejecer contigo, lo quiero todo... y se que tú no quieres lo mismo. Es obvio.

Yesung se quedó mirándolo azorado y Ryeowook supuso que sus palabras no le hacían sentir absolutamente nada. Sin embargo, Yesung se estaba debatiendo entre confiar de nuevo y no volver a confiar jamás. La última vez que había creído en otra persona había sufrido mucho.

Aquello lo llevó a dar un paso atrás, hacia el coche.

—Por lo que veo, has tomado una decisión.

Ryeowook asintió y sintió una intensa pena al ver que Yesung permanecía calmado, distante y frío. Aquel hombre no tenía corazón.

—¿Quieres que te lleve a algún sitio?

—No, gracias —contestó Ryeowook—. Lo único que quiero es que te vayas.

Sin apenas mirar atrás, Yesung se montó en el asiento trasero y cerró la puerta. Ryeowook se quedó en el bordillo mirando cómo el coche se alejaba, solo y pensando en que era una suerte estar tan cerca de una clínica si se desmayaba.

Cuando peor lo pasaba era por la mañana, cuando alargaba el brazo y encontraba la cama vacía y fría y recordaba que Yesung ya no estaba.

Una mañana, recordó la última conversación que habían tenido y supuso que, al final, cuando había mencionado que podía ir al orfelinato y consultar el registro, Yesung había terminado por creer su historia por muy coincidente que hubiera parecido con la suya.

El hecho de que les hubiera pedido perdón a Donghae y a Hyukjae indicaba que había aceptado la verdad. ¿Cómo no iba a aceptarla después de haber visto a Hyungsik, que era exactamente igual que Hyukjae?

Sin embargo, a pesar de todo, era absurdo obsesionarse con las palabras. Yesung era incapaz de dejar que ninguna otra persona fuera dueña de su corazón, pues estaba lleno de demonios y contradicciones.

Aquella semana, Ryeowook se hospedó en un hostal cercano a la clínica. Por las mañanas, iba a visitar a Donghae y a Hyukjae y, por las tardes, volvía al hostal y lloraba sin parar por haberse enamorado de un hombre como Yesung.

Aquel fin de semana, volvió a su casa para preparar la mudanza. Donghae le había dicho que se fuera con ellos, pero Ryeowook no quería porque la casa en la que ellos estaban era de Yesung.

En aquel momento, llamaron al timbre, lo que obligó a Ryeowook a salir de la cama. Se sentía como si tuviera cien años. Sabía que sería su vecina. Solía ir todos los fines de semana a la misma hora para pedirle el favor de que le trajera un poco de leche de la tienda de la esquina, así que Ryeowook se puso unos vaqueros viejos y una sudadera y abrió la puerta intentando sonreír.

—Buenos días, señora.

—Siento mucho volver a molestarte, pero me duele la cadera a causa de la lluvia y...

—No pasa nada —contestó Ryeowook poniéndose los zapatos y el abrigo.

«Si usted supiera el favor que me está haciendo obligándome a salir de casa...», pensó.
Cuando volvía a casa desde la tienda, Ryeowook iba hojeando el periódico que había comprado y no se dio cuenta de que en la puerta había varios hombres hasta que levantó la mirada para ver por dónde iba. En cuanto reconoció a uno de ellos, se le cayó la leche de las manos. También el periódico. Al instante, la sorpresa y el dolor se apoderaron de él y lo impulsaron a pasar frente a los hombres directamente hacia la puerta de su casa.

—No... no, déjame en paz, Yesung —gritó intentando meter la llave en la cerradura.

Yesung lo tomó de sus manos, que temblaban, agarró a Ryeowook del brazo y lo giró hacia sí. Tenía un aspecto terrible. Estaba pálido y tenía ojeras. Ryeowook sintió pena por él e incluso estuvo a punto de acariciarle la mejilla.

—Dios mío, Yesung... ¿qué te ha pasado? Estás...

—Casi tan mal como tú —contestó Yesung.

—Si has venido a insultarme...

—Claro que no —contestó Yesung pasándose los dedos por el pelo—. ¿Acaso no lo ves?

—No, no veo nada.

Yesung se hizo a un lado y Ryeowook reconoció a los otros hombres. Se trataba del periodista y del fotógrafo a los que él había acudido en Corea, los mismos hombres que lo habían acompañado a casa de Yesung en el Jeju.

—¿Qué hacen aquí?

—Les he pedido que me acompañaran en calidad de testigos —contestó Yesung.

Ryeowook lo miró confuso cuando Yesung se arrodilló ante él en mitad del charco  de leche.
—Ryeowook, me he comportado como un idiota. He sido un estúpido. Cuando me separé de ti, me dije que no te necesitaba, que no te quería, que no te amaba...

Ryeowook sintió que se mareaba. Yesung lo estaba mirando y él no se podía mover.

—Tenías razón. El corazón sabe perfectamente lo que quiere y mi corazón te quiere a ti, te necesita y te ama. Esta última semana me he dado cuenta de que, si no te tengo en mi vida, mi futuro será horrible —declaró con lágrimas en los ojos—. Ha sido sólo una semana, así que no quiero ni plantearme lo que sería toda la vida sin ti. Ahora comprendo lo que me ha sucedido. Cuando todo esto estalló, cuando vi el paralelismo que existía entre lo que estaba sucediendo ahora y lo que me había sucedido antes, simplemente tuve celos de Hyukjae porque él tuvo el coraje para enamorarse y para creer que todo le saldría bien, tuvo la valentía de volver a confiar. Quiero que sepas que tú, pequeño tornado, me encandilaste desde el primer momento. No quise admitírmelo a mí mismo y, por eso, retorcía todo lo que tú hacías y decías de la peor manera posible. Lo hice porque era un cobarde, porque no quería volver a confiar en nadie.

Ryeowook sintió que los ojos se le humedecían y tuvo que tragar saliva varias veces. Debía de estar soñando sin embargo, la presencia de los periodistas significaba que todo era real.

—Por favor, dime que no he llegado demasiado tarde —suplicó Yesung tomándolo de las manos.

Ryeowook negó con la cabeza. No sabía qué decir, no sabía por dónde empezar. Su corazón latía aceleradamente, estaba encantado de volver a verlo y de escuchar lo que le estaba diciendo.

—No, no es demasiado tarde —contestó mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas.

Yesung sintió que el alivio y la alegría se apoderaban de él, tomó Ryeowook entre sus brazos y lo levantó por los aires. Ryeowook le tomó el rostro entre las manos y comenzó a besarlo por todas partes de manera apasionada y nerviosa.

Entonces, se dio cuenta de que el fotógrafo estaba disparando su cámara sin cesar y de que el reportero tomaba notas, pero no le importó. Se limitó a abrazar con fuerza a Yesung, a aspirar su olor y a susurrarle al oído.

—¿Les podrías decir que se vayan?

Yesung asintió.

—Quería que me creyeras, quería demostrarte que puedes confiar en mí.

Ryeowook sonrió y volvió a besarlo.

—Bueno, ya basta —le dijo Yesung a los periodistas—. Ya tienen lo querían.

Ryeowook no se podía creer que hubiera puesto su corazón al descubierto en público. Y lo había hecho por él.

Yesung estaba a punto de girar la llave cuando Ryeowook se dio cuenta de una cosa.

—¡La leche de mi vecina! —exclamó.

—¿Si vamos por ella te casarás conmigo? —contestó Yesung. Ryeowook asintió feliz.

Los asombrados periodistas fotografiaron a Kim Yesung y a Lee Ryeowook entrando agarrados de la mano en la tienda de la esquina a comprar leche y al día siguiente todo el mundo supo que se iban a casar aquel mismo invierno en la casa que Yesung tenía en el Jeju.



***

Tres años y medio después

Yesung recogió el juguete que había quedado tirado en el suelo del vestíbulo, se paró cuando estaba a punto de subir las escaleras y miró a su alrededor.

Había pruebas por todas partes de que allí vivía un niño pequeño. Un niño pequeño y ahora otro todavía más pequeño.

Yesung sintió que el corazón se le llenaba de felicidad y siguió subiendo las escaleras. Y pensar que había creído que jamás podría experimentar tanta felicidad. Y pensar que se la había negado a sí mismo. Y pensar que había renunciado al amor y a la alegría de encontrar a su alma gemela y de formar una familia.

Yesung se estremeció al pensar en que había estado a punto de no vivir todo aquello.

En aquel momento, su esposo salió a recibirlo. Se estaba abotonando la camisa y le sonrió. Yesung sintió que sonreía de manera natural al verlo y aceleró el paso.

Ryeowook parecía algo cansado, había engordado un poco, pero pesar de ello, Yesung sintió que el deseo se apoderaba de él como la primera vez que lo había besado.

Podía decir a ciencia cierta que nunca había visto a ningún joven más guapo. Cuando llegó junto a él, lo tomó en brazos y Ryeowook lo miró y puso los ojos en blanco mientras Yesung lo llevaba hacia el dormitorio.

—Kim Yesung, ¿cuándo vas a dejar de llevarme por ahí en brazos? Tengo piernas...

La puerta se cerró tras ellos y durante un rato sólo se oyeron voces hablando en susurros, risas, gritos de placer y paz.

Por lo menos, durante un rato...




Fin


3 comentarios:

  1. Ah...mira que tipo tan más desgraciado,engañar a dos personas de esa manera,después de que Yesung el confió su vida...por eso le fue como lo fue y por eso Yesung lo trató de esa manera.
    Woooo el otro le engaño trayendole una madre falsa,y creyo que Wook le estaba copiando la historia jajajaja
    Al menos Hyuk le dejo las cosas en claro a Yesung,no solo que quiere a Hae y que Hae lo quiere,que el bebé es de él y que es cierto que Hae y Wook fueron abandonados,pero eso se fue al traste cuando Wook se confeso y termino lo que tenían.
    Peeeeero no se demoró más que una semana para darse cuenta de que sentían lo mismo
    Ni modos Yesung...caiste y hasta matrimonio le pediste...todos salimos ganando *0*
    Y hasta dos bebés...toda una familia *0*

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  2. Ay bueno. O, al menos el idiota de YeyeAntonio reconoció sus errores!!!
    🤣
    Ahhh que lindo!!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...