Marcado V -3




El piso de arriba estaba prácticamente vacío. Había una oficina que Heechul compartía con los chicos y un montón de espacio vacío que simplemente estaba esperando a ser llenado y convertido en una moderna boutique retro de tatuajes. Los chicos solo necesitaban dejar de dar vueltas sobre lo que querían poner aquí y simplemente hacerlo. Creo que para ellos la idea de comprar y construir una tienda en internet era un poco abrumadora y ciertamente, la muerte de Shindong aún era muy reciente, entonces todavía todos intentaban encontrar su equilibrio como los dueños de los negocios.

Era una buena cosa que estuviera aquí. Esto era justo lo que me gustaba. Me encantaba la ropa. Me encantaban los tatuajes y la cultura símbolo sexual. No podía esperar para hacer de SMarked y los hombres detrás de ella, un nombre famoso.

Entré en la desordenada oficina de Heechul y me senté en la silla frente a su escritorio. Él no caminó por el otro lado, sino que en vez de eso simplemente saltó sobre la orilla frente a mí y balanceó sus piernas hacia adelante y hacia atrás. Tenía ojos que eran de dos colores diferentes, así que era fácil solo mirarlo asombrado. Tenía que respetar que no andaba por las ramas cuando inmediatamente iba al punto.

—Mira, Kibum, me gustas. En realidad, me gustas bastante y creo que eres justo lo que todos necesitamos para la siguiente fase de este negocio una vez que los chicos consigan juntar su mierda. Pero Jjong es mi familia y ha estado fuera de juego desde el primer día que te contratamos y no quiero decir profesionalmente. No lo sé todo, pero sí sé que desde que apareciste, no ha sido él mismo y eso no me gusta en lo absoluto.

Pasé mis dedos a través de los mechones oscuros.

―¿Qué es exactamente lo que sabes? ―Mantuve mi tono ligero y curioso, preguntándome si quizás Jjong él compartió con él sus razones ocultas para parecer tan enardecido sobre mí apareciendo de nuevo en su vida.

Encogió un hombro y lo dejó caer. Realmente era la cosa más graciosa.

—Sé que deja atrás a los jóvenes a un ritmo alarmante y que todos ellos después se lo agradecen. Sé que ninguno de ellos se queda y sin embargo no puede mantener sus ojos lejos de ti.

Bueno, eso no era exactamente lo que había sido y creo que lo sabía. Cuando arqueé una ceja hacia él me dio una sonrisa tímida.

—Nunca se mete con la misma persona por más que un minuto, lo cual no es exactamente inusual con este grupo. El resto de ellos puso un montón de miles sobre las sabanas hasta que encontraron al correcto. Solo Jjong una vez mencionó que ya conoció al joven correcto y que no lo quería, entonces ahora no hay razón para buscar al único. Me contó que el único resultó ser tu hermano. Lo rompió, así que ahora todo se trata de pasar un buen rato y no tomar a nada ni a nadie demasiado en serio. Al menos lo era hasta que entraste por la puerta. Parece jodidamente muy serio sobre ti.

Crucé mis piernas y miré hacia abajo a mis zapatos Levanté de nuevo mi mirada hacia Heechul y asentí un poco.

—Él amó a Jinki. La familia que vivía junto a la mía acogió a Jjong cuando tenía diez años. Ellos eran muy agradables, pero tenían una gran cantidad de niños, los suyos propios y los del Estado. Jjong era tímido, tranquilo, y muy triste. Un día Jinki y yo estábamos jugando y él solo lo vio sentado en el porche delantero. Recuerdo que nos miraba, pero sin decir nada, Jinki corrió hacia él y le pidió que jugara con nosotros.

Sentí una suave sonrisa tirar de mis labios ante el recuerdo. Incluso entonces había sido alto y desgarbado para su edad. Él era algo nuevo e incierto, algo emocionante e inesperado en una vida que siempre parecía monótona y sombría.

A pesar de la tristeza y descontento que destilaba en aquel entonces, todavía podía ver la fuerza y desafío en él que tanto ansiaba tener en mí mismo. Quería calmarlo pero también quería ver lo que ocurría cuando alguien con mucho potencial sin explotar era puesto en libertad. Quería vivir a través de él y de pie junto a él así podría sentir lo que finalmente era estar sin ataduras de las cadenas de la conformidad que sentía. También quería abrazarlo y decirle que estaba bien estar triste, estar enojado, estar perdido y frustrado. Quería decirle que estaba bien de la manera que era, como yo tan desesperadamente ansiaba oír. Ahora aún quería decirle que todo estaría bien, pero no quería quedarse quieto el tiempo suficiente para que le explicara que estaba aquí para él y ahora que ambos estábamos libres podíamos fortalecernos y transformarnos en algo increíble e irrompible juntos. Solo tenía que darme una oportunidad.

—Creo que lo amó desde ese momento. —Suspiré y bajé mi mirada a mis manos donde inconscientemente las entrelacé—. Mi papá es un hombre muy tradicional. Él es híper religioso y no le importaba que Jinki fuera amigo de Jjong porque era huérfano y su familia de acogida eran miembros activos en nuestra iglesia, donde mi papá dirigía la congregación. Pero nunca habría tolerado una relación romántica entre ellos, y Jjong siempre supo eso. Sin embargo, nunca dejó de demostrar sus sentimientos. Creo que solo estaba esperando que ambos crecieran, para irse a la universidad, y luego, cuando Jinki estuviera fuera del pulgar de mi padre, vería que estaban destinados a estar juntos.
Las piernas de Heechul dejaron de balancearse y me miró directamente a los ojos.

—Entonces, ¿qué ocurrió?

Solté una risa seca y metí un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Buena pregunta.

Ahora era su turno para arquear una ceja incrédulamente, solo que la suya se encontraba salpicada con un piercing rosado brillante.

—¿No lo sabes?

—Nop. Todo lo que sé es que dejó la universidad, lo dejó a él, y simplemente desapareció del mapa. A lo largo de los años, le pregunté sobre eso un par de veces aquí y allá, pero nunca me dio ningún detalle.

—Kibum ¿estás aquí por el trabajo o estás aquí por Jjong? —Era muy de Heechul preguntar sin rodeos.

Podía actuar a lo coqueto, sonreír y restarle importancia, pero me gustaba su honestidad y franqueza, entonces pensé que debería ofrecerle lo mismo. Además no tenía miedo de que alguien de este grupo supiera que estaba aquí por uno de los suyos. Debían saber que con el tiempo iban a tener que compartir a Jjong conmigo.

—Ambos. Vine por ambos.

Hizo un ruido que era una mezcla entre un bufido y una risa, y se bajó del escritorio.

—No creo que él tenga alguna idea de qué hacer contigo. Creo que te tiene miedo.

Me puse en pie y alisé la tela de mi pantalón con las manos. Observé como hacía un sonido de angustia y presionaba un brazo sobre su pecho. Sus ojos de dos colores se agrandaron.

—¿Estás bien?

Hizo una mueca y se ruborizó un poco.

—Me tengo que ir. Aparentemente, es el momento de alimentar a mi hijo.

Ay... ¿cuán dulce era eso?

—No te preocupes. Atiendo la tienda el resto del día. Puedo manejar lo que sea para la multitud de la tarde.

Asintió y agarró su bolsa.

—Esfuérzate y actúa agradable con Jjong el resto del día. Obviamente los dos necesitan tener una charla de sinceramiento, y si tengo que poner mi pie en su trasero a fin de hacerle ver eso, entonces estaré feliz de hacerlo.

La seguí hasta la parte superior de las escaleras y coloqué una mano sobre su hombro antes de que pudiera bajarse.

—No. Necesita entenderlo por sí mismo. Por semanas, he estado dejando que ande de puntillas a mi alrededor y le he dado un montón de tiempo para adaptarse a la idea de que estoy de regreso en su vida y que no me voy a ir lejos. Obviamente, aún no está listo para mí.

Se rio un poco y nos dirigimos de regreso a la tienda. La sala de espera en los quince minutos que estuve arriba se llenó, por lo que iba a tomarme un segundo tener a todos ubicados y arreglados. Se inclinó y susurró solo para que yo pudiera escuchar:

—Solo para que lo sepas, pagaría una pequeña fortuna por verlo en esos shorts de fútbol que solía usar. Lo googleé una vez y vi una foto.

Agitó su mano dramáticamente en frente de su cara y me dio un breve adiós al salir por la puerta principal. Tuve que reírme y solo acababa de mirar por encima de mi hombro para atrapar a Jjong mirándome.

Por una vez, el brillo enojado desapareció de sus ojos mientras me miraba sin pestañear. En esa fracción de segundo, lo vi claro como el día. La razón por la que había tanta separación y desacuerdo entre nosotros. La razón por la que no podía manejar mi regreso a su vida de repente estaba trazada en ese mar oscuro.

Cuando Jjong me miraba todo lo que podía ver era el pasado y lo que sufrió entonces, la pérdida que sentía ante mis manos y la angustia que le fue dada por mi hermano. Pero para mí, cuando lo miraba todo lo que podía ver era el futuro, cada promesa y posibilidad que se encontraba envuelta en el sexy paquete que era el adulto Kim Jjong.

De alguna manera, de alguna forma, teníamos que comenzar a buscar en lo mismo si alguna vez iba a tener una oportunidad de mostrarle que había vida después de la única, vida después de  la  pérdida,  especialmente  si  la  única,  fue  todo  el  tiempo  la persona
equivocada para él, y la pérdida estaba justo en frente de él con ganas de hacer las paces.



Nunca fui de la clase de chico que le daba la espalda a un buen momento. Era raro ya que todo el grupo de amigos en el que me había sumergido y que ahora llamaba mi familia eran capaces de juntarse todos al mismo tiempo, en el mismo día. Así que cuando Henry me llamó, en su última noche en la ciudad antes de que volara para escuchar tocar a una banda y exigió que me presentara en el Bar porque todo el mundo iba a estar allí, no podía pensar en una razonable o no cobarde excusa para no ir.

Se estaba haciendo más y más difícil evitar a Kibum sin hacerlo absolutamente notable y ahora que Heechul había sido testigo de mi épica reacción exagerada cuando Kibum había estado a punto de mencionar a su hermano…   bueno,  simplemente no había escape a las   interminables preguntas y miradas especulativas procedentes de esos ojos de dos tonos.

Amaba a Heechul de manera feroz, pero no tenía ningún deseo de que empezara a meter los dedos en las viejas heridas. Hacía tiempo que esos retoños habían formado costras e incluso si el tejido cicatrizado que dejaron atrás era feo y retorcido, era mucho mejor que la herida supurante y chorreante de los recuerdos reales que estaban atados a ella.

En un esfuerzo por probarle, no solo a las parejas, sino también a mí mismo que podía jugar bien y que haber visto a Kibum en toda su bonita belleza bronceado no me iba a arrastrar de nuevo a lugares a los que nunca quería ir, me puse mi mejor actitud jodanse todos y me dirigí al Bar.

Resolví que podría hacer esto por una noche. Podría fingir mi camino a través de pretender que la mera visión de él, no me deshacía desde el interior. Solo tenía que recordarme a mí mismo que era simplemente un extraño que ya no conocía.

Yo era un profesional con las parejas, podía ser encantador y escurridizo. Podía ser atractivo y agradable y con suerte eso lo pondría a gusto y me sentiría un poco menos como si Kibum hubiera venido a Seúl para traer a mi puerta cada terrible recuerdo que me perseguía.

Pensé que era un plan sólido como una roca. Pensé que iba a llevarlo a cabo sin ningún problema, pero entonces llegué a la entrada. Lo primero en que se posaron mis ojos no fue en Zhoumi tratando de llevar a Henry a dos pasos con él para la "Tradición Familiar", o a Hyukjae y Donghae susurrando con las cabezas dobladas muy juntas o a Siwon tirando de su pequeño duendecillo por el lado de la barra donde sabía que estaba su oficina detrás de la bodega de licor o a Kyuhyun y su bonito Sungmin pretendiendo jugar una partida de billar, mientras que en realidad solo se besaban junto a la mesa cubierta de fieltro. No, la primera cosa a la que mi mirada traidora se aferró fue a las inconfundibles curvas de Kibum que se apuntalaban tan seductoramente cuando se inclinó sobre la barra mientras Kangin le hacía señas para que se acercara.

Por supuesto, la primera cosa que se estrelló contra mi cerebro fue la forma en que ese pantalón corto blanco y negro se abrazaba a su trasero y caderas mientras se inclinaba. Justo en el extremo de la cola de ese pensamiento estaba la noción de que Kangin estaba probablemente teniendo un infierno de espectáculo y por alguna razón eso hizo que mi cabeza se sintiera como que jodidamente iba a explotar. Mis muelas se apretaron y literalmente, vi una caliente neblina roja cuando echó la cabeza hacia atrás y se rio de algo que dijo el rubio sureño. Su risa ronca hizo algo en mi interior y que se apretara debajo de mi cinturón. Antes de que pudiera pensar en lo que estaba haciendo, me encontré caminando hacia la barra con pasos apresurados.

Vi que Kangin notó mi acercamiento y me sonrió a propósito mientras deliberadamente se alejaba para ayudar a otro cliente. Tuve que dárselo al chico, tenía un gusto asesino. Muy a menudo, ahora que él y yo éramos los únicos miembros solteros de nuestra pequeña unidad, nos encontrábamos naturalmente, bien, peleando por el mismo joven al final de la noche.

Nunca fue nada serio y más de una vez se había convertido en una especie de juego para ver quién de nosotros podría conseguirle primero. Siempre era un juego de azar ver quién ganaría. Me instalé junto a Kibum y tomé la cerveza que Kangin colocó frente a mí, sin tener que pedírsela. Entrecerré un poco los ojos hacía él y vi su sonrisa ir de amable a especulativa.

—¿Qué pasa, Jjong?

Sentí a Kibum volverse desde donde estaba inclinaba para mirarme, pero la ignoré y me concentré en Kangin.

—No mucho.

—No has andado mucho alrededor últimamente. —Ahora que todos mis amigos estaban casados, prácticamente casados o involucrado con su único y verdadero amor, tendía a pasar mi tiempo libre por aquí, tirando la mierda con él.

Sin duda habría notado que me estaba escondiendo bajo una roca cubierto por mi propio miedo y la incertidumbre durante el último mes o algo. Iba a hacer un comentario sabelotodo sobre que estaba disfrutando de no tener competencia alrededor, cuando escuché a Kibum resoplar.

Había evitado estar demasiado cerca de él porque me ponía incómodo y era tan físicamente consciente de él. Cuando lo agarré el otro día había sido impulsado por el pánico y el miedo, no por una repentina necesidad de tocarla. Sin embargo, estar tan cerca, viendo el color medianoche de sus ojos y la forma en que su boca perfecta y sensual, tenía mí sangre corriendo por las partes de mi cuerpo que no quería que estuvieran felices de verlo. La forma en que ese rubí colocado en la esquina de su boca me guiñó como si quisiera que me agachara y lo lamiera, me puso tan así que de repente no podía recordar por qué no quería estar cerca de él.

La forma en que sus cejas oscuras como un cuervo se alzaron mientras lo miraba, de repente me hicieron querer acercarme lo más que pudiera.

—He estado ocupado —respondí despreocupadamente a la pregunta de Kangin mientras seguía mirando fijamente a este desconocido que una vez había conocido mejor que de lo que me conocía a mí mismo.

—¿Ocupado con qué?

Tiré mi cabeza alrededor y me di cuenta que tenía una sonrisa de comemierda en su rostro. El hecho de que estuviera estupefacto por este joven era, obviamente, notorio y no tenía reparos en torturarme con ese conocimiento.

Agarré la cerveza para tener algo que hacer con mis manos e incliné hacia un lado mi cabeza mientras Kibum y yo nos seguíamos mirando el uno al otro. Lo estaba mirando como si fuera a atacar en cualquier segundo. Lo miraba como si fuera a saltar y tirar lejos todas las cosas buenas que me rodeaban ahora y todo lo que quedaría sería una raída manta de horror que cubría una vida que no quería recordar.

Me estaba mirando como si fuera el juguete dentro de una caja de galleta. Sus ojos brillaban como si justo hubiera encontrado algo que había estado buscando y que era mucho mejor de lo que imaginó que sería.

Tomé un gran trago de cerveza y le dije con voz plana.

—Quiero saber por qué estás en Seúl, Kibum.

Kibum tomó su bebida, algo color rosa que olía picante y dulce, y tomó un sorbo.

—Estoy aquí porque Shindong quería que estuviera aquí. Sabía que era aquí donde se suponía debía estar si quería ser feliz.

No estaba esperando esa respuesta, de hecho, me sentía de alguna forma como drogado por pensar en que fuera a decir que tenía algo que ver con que yo estuviera aquí. La pequeña alerta de mi ego me sorprendió y fruncí el ceño.

—¿Qué significa eso?

Él simplemente se encogió de hombros.

—Significa que me mudé por aquí hace tiempo. Nunca me quedo mucho tiempo en un solo lugar y nunca me las arreglé para establecerme. Siempre pensé que eso significaba que era aventurero, que tenía el alma de un gitano, pero Shindong me hizo darme cuenta de que siempre estuve solo buscando un lugar en el qué aterrizar, un lugar al cual llamar hogar. Nunca tuve eso antes.

—¿Seúl es tu lugar seguro? ¿Quieres que este sea tu hogar ahora?

Lo entendía. Quiero decir, Shindong me había encontrado vagando en un repugnante salón de tatuajes como aprendiz de un chico que estaba más interesado en circular anfetaminas fuera de su tienda que en tatuar o enseñarme cómo tatuar.

Shindong tenía un amigo de un amigo que le mencionó mi nombre, y el hecho de que yo era joven, realmente dispuesto a aprender, y legítimamente amaba el arte. Había hecho un viaje especial para verme, y sin saber cómo iba a funcionar, Cho Shindong me había rescatado, me había traído a Seúl en su auto, me enseñó lo que necesitaba saber sobre una exitosa carrera y cómo hacer dinero producto de ese arte. Más importante, Shindong me había traído al redil de su familia.

La soledad no era fácil, pero lo había hecho por tanto tiempo que al principio no reconocí que era nada de eso. Shindong había hecho de Seúl mi lugar seguro y mi hogar también.

Kibum sonrió y ese piercing sobre su labio sexy como el infierno, me guiñó otra vez. Ahora no había duda de que las cosas bajo mi cinturón se estaban poniendo duras y tomando toda clase de notas sobre ella contra mi voluntad.

Me dijo tímidamente:

—Algo así. Mi hogar es un poco más complicado que las coordenadas en un mapa.

Iba a preguntarle qué infiernos significaba eso, cuando la puerta del bar se abrió y un joven entró. Oí a Kangin inhalar desde la parte trasera del bar y oí a Sungmin llamar: “¡Leeteuk!” mientras saludaba al recién llegado desde donde aún estaba envuelto en Kyuhyun cerca de la mesa de billar.

La belleza de cabello castaño rojizo dio un saludo general y entonces se deslizó por el piso como si fuera su propia pasarela personal mientras iba a reunirse con su amigo. Así de simple, Kyuhyun estaba en el centro de un sexy sándwich pelirrojo mientras los dos jóvenes lo abrazaban y reían a su alrededor. Bastardo suertudo.

—¿Quién? ¿Es? ¿Ese?

El tono de Kangin era repentinamente apretado y espeso en una forma en la que no lo había oído antes. Sus ojos, los cuales normalmente eran brillantes y resplandecientes se oscurecieron a algo intenso y de una forma en la que nunca la había visto antes.

—Leeteuk. Vive cruzando el pasillo de Kyuhyun, y ya que Sungmin prácticamente vive con él ahora, los dos son inseparables.

Los dos pelirrojos eran una extraña mezcla y tan opuestos como dos jóvenes podían ser. Sungmin era de perfil bajo, delicado al hablar y cerca de ser tan humilde y dulce como podía ser. Park Leeteuk había sido genéticamente dotado en toda forma en que un joven podía serlo. Era realmente lindo, súper divertido, y lo suficientemente peculiar para hacerla accesible e interesante.

—Quiero. —La voz de Kangin cayó una octava y vi a Kibum mirar del uno al otro entre nosotros dos. Odiaba siquiera pensarlo pero de seguro pasó por mi mente que si fijaba su vista en Leeteuk, eso significaba que no tenía que ponerme todo nauseabundo y raro acerca de él coqueteando con Kibum, así que le dije.

—Ve por él. Está soltero.

Sus ojos se dispararon de vuelta a los míos y frunció el ceño.

—¿Qué está mal con él?

Levanté un hombro y lo dejé caer inocentemente.

—Trabaja un montón y en horas poco comunes, supongo.

Puso su mano en la barra frente a mí y se inclinó un poco hacia adelante.

—¿Qué hace?

Esa era la parte con truco. Cuando le dijera que era lo que aquel impresionante joven hacía para vivir, sabía que su interés habría sido inmediatamente humedecido. Lo lancé en algún lugar de mi cabeza por un segundo, jugando con cómo decirle, cuando Kibum repentinamente interrumpió nuestro juego de tira y afloja, parándose.

—Es policía.

Los ojos de Kangin se desorbitaron, enormes en su rostro y dio un paso, alejándose de nosotros como si las noticias le hubieran dado un shock eléctrico.

—¿Cómo sabes eso? —Su tono era rudo cuando le hizo la pregunta.

Kibum levantó un hombro y lo dejó caer. Decidí que quería lamer a lo largo de toda esa clavícula y succionar la curva de su hombro donde se encontraba con su elegante cuello. ¿Qué estaba mal conmigo? Se suponía que debía estar corriendo lejos de él y la herida que sabía que me infringiría.

—Viene a la tienda con la pareja de Kyuhyun todo el tiempo. Una vez estaba en su uniforme de patrulla. Le pregunté si podía mostrarme su arma.

Todo el color voló del rostro de Kangin y sacudió su cabeza de adelante hacia atrás como si la acción pudiera disipar la verdad en las palabras de Kibum. Solo para dejarlo claro, asentí y agregué:

—Realmente lo es. No lo creí cuando Kyuhyun me lo dijo en un principio, pero es verdad. Incluso fue asaltado por un drogadicto mientras estaba de patrulla hace poco y terminó caminando por allí con un ojo negro y un labio partido. Lleva una insignia y ejerce la ley, amigo.

Maldijo bajo su aliento y me dio una sonrisa ladeada.

—Eso debería ser ilegal. A ningún joven tan caliente debería permitírsele proteger y servir.

Se alejó para conseguir algunas bebidas para Minha, quien miraba el intercambio desde el fondo del bar. Cuando capté la mirada del bello mesero, me sonrío y tuve que tragar algo de cerveza para evitar la sonrisa automática en respuesta. Coquetear con un joven bonito era tan natural como respirar en mí, pero Kibum estaba mirándome cuidadosamente, y, por alguna razón, darle a Minha mi sonrisa de Te haré pasar un buen momento, realmente no se sentía bien bajo su escrutinio. Empujó algo de su
largo cabello sobre su hombro y lo observé deslizarse por su piel desnuda.

Coquetear podría ser mi segunda naturaleza, pero este chico era sexy sin esforzarse y rezumaba sensualidad como si fuera un caro perfume. Era de alguna forma mejor en jugar este juego de avanzar y retroceder de lo que yo pudiera alguna vez serlo y esa era una razón más para mantener mi distancia.

—¿Los jóvenes bonitos no deberían ser oficiales de policía? —Su tono era un poco sarcástico, así que me apoyé en la barra e incliné mi cabeza hacia donde Kangin aún estaba hablándole a Minha.

—Kangin tiene un largo historial estando del lado equivocado para cualquiera con una placa. No es, por mucho, lo que Leeteuk hace. Él no es la clase de chico al que le guste que un joven caliente esté fuera de los límites y para él, lo que el chico hace para vivir, lo pone, definitivamente, fuera del límite.

Levantó una negra ceja tatuada y lanzó una mirada especulativa entre Kangin y el apabullante pelirrojo que había lanzado su cabeza hacia atrás y reía sonoramente por algo que Sungmin había dicho.

—Es una pena que él se sienta de esa forma. Podrían hacer una pareja realmente hermosa.

Bien, eso me hacía sentir con menos ganas de estrangular a Kangin, no solo por echarle miradas a Kibum cuando había llegado al bar, sino por sonreírle y ser tan casual a su alrededor cuando me hacía sentir como si hubiera retrocedido hasta ser un niño indeseado y fuera de lugar.




1 comentario:

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...