Vikingos II -1

 

Noruega 873 A.D.
 

Jihoon se dejó caer al suelo y se arrastró para acercarse al río, donde se había detenido el joven de los cabellos rubios.
 
Choi Minki miró una vez hacia atrás, como si lo hubiese oído, y después jaló las riendas de su caballo de gran alzada. Avanzó directamente hasta la orilla. Jihoon sabía por experiencia que el agua estaba deliciosamente tibia, y que era tan tentadora que el joven no podría ignorarla. Minki había llegado a este lugar después de que él lo viera salir de la casa de su tío Yunho y cabalgar hacia allí.
 
Cuando ambos eran más jóvenes, mucho más jovénes, solían nadar aquí con los hermanos y los primos del joven. Minki tenía una familia numerosa: tres hermanos, un tío y docenas de primos lejanos por vía paterna. Todos ellos creían que ese joven era el sol y la luna reunidos. Él había pensado lo mismo, hasta un tiempo antes. Había reunido valor y pedido a Minki que se casara con él, como habían hecho muchos otros antes. Lo había rechazado, amablemente, como él reconocía de mala gana, pero de todos modos la decepción fue casi terrible. Él había visto como Minki crecía, y se convertía en un joven majestuoso y deslumbrante, y nada había que él deseara más que poder afirmar que Choi Minki le pertenecía.
 
Jihoon contuvo la respiración cuando comenzó a quitarse la túnica de hilo. Había abrigado la esperanza de que hiciera precisamente eso. Era la razón por la cual lo había seguido, pensando que quizá lo hiciera, abrigando esperanzas, y ¡Odín le ayudaba! era lo que estaba haciendo.
 
La visión fue más de lo que él podía soportar; las piernas largas y bien formadas...la suave curva de las caderas...la espalda delgada y recta. Apenas dos semanas atrás, él le había aferrado y obligado a los labios de ese joven a unirse con los suyos en un beso que le había encendido la sangre casi hasta la locura. Minki lo había abofeteado enérgicamente, descargándole un golpe que en realidad le obligó a trastabillar.
 
En ese momento, en esa ocasión, había sentido que realmente podía enloquecer si no lo conseguía. Afortunadamente se había entrometido Junhui, el hermano mayor de Minki pero, por desgracia, lo hizo precisamente cuando Jihoon lo había atrapado de nuevo y trataba de arrojarlo al suelo.
 
Él y Junhui habían quedado heridos después del encuentro, y Jihoon había perdido así un buen amigo, no porque luchasen, pues
 los noruegos siempre estaban dispuestos a luchar por la razón que fuere, sino por lo que él había intentado hacerle a Minki. Y Jihoon no podía negar que lo habría tomado, allí mismo, sobre el suelo del establo del padre. De haberlo logrado, habría muerto. Y no habría tenido que luchar contra los hermanos o los primos, sinó contra el padre, Siwon, que habría destruido a Jihoon con sus propias manos.
 
Minki estaba cubierto ahora por el agua, pero el hecho de que Jihoon ya no pudiese ver todo el cuerpo no calmó el fuego que le recorría las venas. No había previsto que para él sería una tortura verlo mientras nadaba. Sólo había pensado que estaría solo, lejos de su familia, y que quizás esa fuese la única posibilidad en que volvería a verlo solo.
 
Corrían rumores en el sentido de que pronto se comprometería con Hyungsik, el hijo mayor de Hyukjae, que era el mejor amigo del padre de Minki. Por supuesto, otras veces ya habían corrido rumores; a decir verdad, muchísimas veces, pues Minki ya había vivido diecinueve inviernos, y durante los últimos cuatro años, casi todos los hombres aptos que vivían alrededor del fiordo la habían pedido por esposo.
 
Jihoon no pudo soportar más tiempo. En el apremio, prácticamente se arrancó las ropas del cuerpo.
 
 
Minki oyó el golpe del agua y miró en la dirección en que, según suponía, había sucedido algo; pero no vió nada. Aún así comenzó a nadar hacía la orilla donde había dejado su túnica, así como la única arma que llevaba consigo, la daga de empuñadura enjoyada, utilizada más como adorno que como protección.
 
Había sido un tonto al venir solo, en lugar de esperar a que lo acompañase uno de sus hermanos. Pero ellos estaban atareados preparando la gran nave vikinga de su padre, la misma en la cual Junhui partiría hacia el este la semana siguiente.
 
En el momento mismo en que los pies de Minki tocaron el fondo, Jihoon se elevó frente a él, alto y amenazador. Minki gimió íntimamente cuando vió que era Jihoon y no otro, pues él ya había intentado una vez imponerle su voluntad. La expresión de su cara era la misma que le había visto dos semanas atrás.
 
Jihoon un hombre bronceado de veintiún años, la misma edad que Junhui, su hermano mayor. En realidad, habían sido grandes amigos. Había creído que Jihoon era también su amigo, hasta el día en que lo atacó en el establo. Ya no era el mismo Jihoon con quien había crecido.
 
-  Minki, no debiste venir aquí.
 
La voz de Jihoon era grave, casi hosca. La mirada de Jihoon se vió atraída por las gotas de agua que titilaban como diamantes sobre las pestañas del joven. Otras gotas corrían sobre los altos pómulos y la nariz pequeña y recta. La lengua de Minki emergió para lamer la humedad de los labios llenos, y él emitió un gemido. Minki lo oyó y se le agrandaron los ojos, no alarmados, sino coléricos.
 
-Jihoon, déjame pasar.
 
-Creo que no.
 
-Piénsalo bien.
 
Minki no alzó la voz; no lo necesitaba. Su furia era evidente en cada rasgo de su cara. Pero Jihoon estaba sometido a un monstruo que lo dominaba, el monstruo de la sensualidad. Se habían esfumado sus anteriores pensamientos acerca de lo afortunado que había sido al no haberlo poseído antes...
 
-Ah, Minki- levantó ambas manos para aferrarle los hombros desnudos, y lo sostuvo con firmeza cuando intentó apartarse - ¿Sabes lo que me haces?¿Tienes idea de que un hombre puede perder la cabeza cuando desea a un joven tan hermoso como tú?
 
- En verdad, has perdido la cabeza si crees que...
 
Él acercó brutalmente la boca para silenciarlo. Las manos que le aferraban los hombros lo acercaron más, y oprimieron su pecho contra el pecho del hombre. Minki se sintió sofocado. La boca de Jihoon le oprimía dolorosamente y detestaba eso, detestaba el contacto de su cuerpo tan cercano.
 
Maldijo el vigor del muchacho mientras se debatía para apartarlo. Admiraba la fuerza y el coraje en un hombre, pero no cuando los utilizaban contra él. Para Jihoon no sería difícil encontrar la entrada y arrebatarle su doncellez. Si lo hacía, lo mataría, pues eso era algo que no tenía derecho a tomar. A él le correspondía darlo, y lo haría de buena gana cuando encontrase al hombre a quien quisiera entregárselo. Pero nunca sería así, y Park Jihoon nunca sería ese hombre.
 
Atrapó entre los dientes el labio inferior de Jihoon y mordió con fuerza, y al mismo tiempo hundió las uñas en el pecho del joven. Acentuó la presión sobre el labio hasta que él retiró las manos; después, le obligó a desplazarse a un costado, hasta que los dos intercambiaron lugares. Mantuvo apretados los dientes hasta que en un gesto inesperado para Jihoon apoyó los pies sobre su vientre. Minki soltó su labio en el mismo momento en que utilizó como punto de apoyo el estómago del joven, y cobrando impulso se lanzó hacia la orilla, y empujó a Jihoon hacia las aguas más profundas. Cuando él cayó, Minki dispuso de tiempo suficiente para salir del agua y aferrar fuertemente la daga hasta que él llegase. Pero Jihoon no intentó nada. Una mirada al arma que sostenía le indujo a detenerse.
 
-¡Tienes tantas trampas como la hija de Loki!- explotó Jihoon mientras se limpiaba la sangre del labio, y los ojos castaños la miraban con furia.
 
-Jihoon, no me compares con tus dioses. Mi appa me educó como cristiano.
 
-No me importa en qué Dios crees- replicó Jihoon- Minki, deja el cuchillo.
 
Él meneó la cabeza. Se le veía sereno, pues tenía un arma en la mano. Y por Odín, era un espectáculo grandioso, de pie allí, completamente desnudo, su cuerpo reluciente de agua, el
 
vientre suave y liso sobre esa mata de bello dorado entre las piernas. Y lo desafiaba, lo desafiaba a realizar el más mínimo movimiento para acercarse; sostenía el cuchillo como si supiera cómo había de manejarlo.
 
- Creo que tu appa te enseñó más que amar a su Dios.  -en la voz de Jihoon había acritud.- Tu padre y tus hermanos jamás te habrían enseñado a manejar este juguete, ni aceptado que aprendieses, porque eso implicaría menoscavar la protección que ellos te dispensan. El joven Heechul te enseñó sus trampas celtas ¿verdad?. Después de todos estos años debió aprender que su habilidad celta no puede compararse con la de un vikingo. Minki, ¿que más te enseñó?
 
-Conozco el modo de usar todas las armas, salvo el hacha, pues es un instrumento muy torpe que no exige habilidad- contestó con orgullo.
 
-Torpe sólo porque careces de la fuerza necesaria para manejarla  -replicó él con gesto hosco- ¿Y qué diría tu padre si lo supiera? Estoy seguro de que tú y tu appa serais castigados con el látigo.
 
-¿Se lo dirás? -lo desafió Minki.
 
Él lo miró hostil. Por supuesto, no diría nada al padre, si lo hacía tendría que explicar como había llegado a saberlo. La sonrisa en los labios de Minki le indicó que sabía a que atenerse. Y el recuerdo de Choi Siwon, que era quince centímetros más alto que él y poseía un cuerpo excelente, incluso en un hombre de cuarenta y seis años, enfrió parte del ardor de Jihoon, pero no todo. Sus ojos exploraron los de Minki.
 
-Minki, ¿qué defectos me ves?¿por qué no me quieres?
 
La pregunta le sorprendió, pues había sido formulada con acento de confusión, en voz baja. Estaba tan desnudo como él, erecto en la totalidad de su orgullo masculino, y paseó vacilante los ojos sobre el cuerpo alargado. No le inquietó lo que alcanzó a ver, pues había observado hombres adultos desnudos antes, pero nunca había visto el instrumento de placer de un hombre tan orgulloso y erecto como lo estaba ahora el de Jihoon.
 
Minki contestó la verdad, por lo menos hasta donde tenía conciencia del asunto.
 
- Jihoon, no se trata de tus defectos. Tienes un cuerpo excelente y es agradable mirarte. Tu padre es dueño de tierras fértiles y tú eres el heredero. Para una pareja sería grato tenerte por esposo.
 
No agregó que Seungkwan estaba dispuesto a concertar un pacto con los dioses para tener a Jihoon, y que por esa razón Minki no estaba dispuesto a tenerlo en cuenta. Seungkwan había estado enamorado de ese hombre los últimos cinco años, pero él no lo sabía. Y Minki había jurado que nunca diría a nadie el secreto de su amigo, y sobre todo que no lo revelaría a Jihoon.
 
-Park Jihoon, sencillamente no eres para mi.- concluyó con acento firme.
 
-¿Por qué ?
 
-No consigues que mi corazón acelere sus latidos.
 
Él lo miró incrédulo y preguntó:
 
- ¿Qué tiene que ver eso con el matrimonio?
 
Todo, se dijo él. Y a Jihoon:
 
- Lo siento, Jihoon. No te quiero por marido. Ya te lo he dicho.
 
-¿Es cierto que te casarás con Hyungsik?
 
Minki podía mentir y utilizar esa excusa para salir del aprieto, pero no le agradaba engañar sólo para facilitar las cosas.
 
-Hyungsik es como un hermano para mi. Lo he tenido en cuenta, porque mis padres quieren que lo despose, pero también lo rechazaré. Y él se sentirá encantado,  -pensó el joven-,  pues me ve también como un hermano, y se siente tan incómodo como yo ante la idea de la unión.
 
-Minki, tendrás que elegir a alguien. Todos los hombres que viven alrededor del fiordo han pedido tu mano en diferentes ocasiones. Hubieras debido casarte hace mucho tiempo.
 
No era un tema agradable para Minki, pues conocía su situación mejor que nadie, y no deseaba contraer matrimonio con ninguno de los hombres que vivían a orillas del río. Ansiaba un amor como el de sus padres, pero sabía que más tarde o más temprano tendría que arreglarse con menos que eso.
 
Había postergado el asunto por varios años, y rechazado a todos sus pretendientes. Sus padres se lo habían permitido porque lo amaban. Pero no podía continuar indefinidamente en la misma situación. Se encolerizó con Jihoon, porque le recordaba su difícil situación, la que se había mantenido siempre presente en su espíritu durante el último año.
 
-Jihoon, a quien yo elija no es asunto que te concierna, porque no serás tú. Ocúpate de encontrar a otro, y por favor, no vuelvas a molestarme.
 
-Minki, podría tomarte y obligarte a aceptar el matrimonio- le advirtió en voz baja-. Como rechazaste tantos ofrecimientos, tu padre bien podría aceptarme después de que yo arruine tus posibilidades con otro.
 
Así se ha hecho en situaciones anteriores. Era una posibilidad. Por supuesto, ante todo, su padre lo castigaría casi hasta matarlo. Pero si después Jihoon aún vivía, era muy posible que tuviera que aceptarlo. Habría que considerar el hecho de que ya no sería doncell.
 
Minki lo miró con el ceño fruncido.
 
- Si mi padre no te matara, lo haría yo. No seas tonto, Jihoon. Jamás perdonaría una trampa tan sucia.
 
-Pero serías mía.
 
-¡Te digo que te mataría!
 
-Creo que no- dijo él con tanta confianza que Minki se inquietó-. Creo que el riesgo valdría la pena.
 
Los ojos de Jihoon se fijaron en su pecho al decir eso. Minki endureció el cuerpo. Nunca hubiera debido hablar con él. Habría sido mejor que montara a Love y se alejase al galope con el corcel, en lugar de aferrar la daga para enfrentarlo.
 
- ¡Entonces, inténtalo ahora, malditos sean tus ojos, y te mataré en el acto!- explotó Minki.
 
Jihoon miró de nuevo el arma y vió que la esgrimía de tal modo que sin duda le encontraría el cuerpo antes de que él pudiera apartarse. Su propia cólera se avivó, pero esta vez se concentraba en el appa del joven, que había cometido la locura de enseñar a su hijo las artes del guerrero.
 
- Minki, no siempre tendrás ese juguete en la mano.
 
- Eres un tonto al advertirme. Ahora me ocuparé de que nunca me sorprendas solo.
 
- En tal caso, cierra bien tu puerta mientras duermes, porque muy pronto me las arreglaré para poseerte. -replicó.
 
Minki no se dignó responder a la amenaza y se inclinó para recoger las ropas que tenía a los pies y echarselas a los hombros. Sin apartar su mirada de Jihoon, extendió la mano hacia atrás en busca de las riendas de Love y retrocedió con el caballo. Cuando estaba a varios metros de distancia, aferró las crines de Love, y montó; sin perder un instante, clavó los talones en los flancos del animal. Oyó las irritadas maldiciones de Jihoon, pero no les prestó atención; sólo le interesaba vestir sus ropas sin disminuir la velocidad de marcha de su caballo, antes de llegar al poblado. Nunca podría explicar la situación, y si decía la verdad impondrían restricciones severas a su libertad, y Park Jihoon se vería en graves dificultades.
 
De no ser por esas restricciones se habría decidido a confesar lo sucedido, pero apreciaba demasiado su libertad. Tal como estaban las cosas su padre ya se preocupaba bastante por él. No sucedía lo mismo con su appa, pues Heechul le había enseñado a protegerse bien durante los veranos en que padre navegaba para vender mercancías, y llevaba con él a sus hermanos.
 
Heechul había enseñado en secreto a Minki todo lo que él había aprendido de su propio padre y Minki estaba orgulloso de su capacidad para protegerse él mismo pero esta era la primera vez que había necesitado poner a prueba su habilidad, pues no podía usar armas a la luz del día contra un hombre, de lo contrario su padre se enojaría si supiera lo que su appa le había enseñado. De todos modos no deseaba usar armas, pues se sentía orgullosa de su género.
 
La familia amaba, cuidaba y protegía a Minki. Además del hermano Junhui, dos años mayor que él, estaba Siwan, que ya había cumplido dieciséis, y Munjui de catorce, ambos eran casi tan altos como el formidable padre de todos. También tenía a su primo Taeyong, apenas unos meses mayor que Junhui, y muchos primos segundos y terceros por vía paterna. Todos eran hombres que lucharían hasta la muerte si se le infringía el más mínimo insulto. No, estaba bien protegido y no necesitaba demostrar su coraje.
 
Si hubiera podido navegar con Junhui y sus amigos la semana siguiente a los centros comerciales del este, no habría necesitado preocuparse nuevamente por Jihoon, por lo menos hasta el regreso, hacia fines del verano. Y a esas alturas de las cosas era muy probable que él hubiera encontrado a otro, y no deseara molestarlo otra vez.
 
Por desgracia, ya había pedido participar en ese viaje comercial, y se lo habían negado. Ya era un joven hecho y derecho y no podía viajar con tantos hombres jóvenes, aunque fuese en uno de los barcos de su padre, en una nave que estaba al mando de Junhui. Si Siwon no iba, tampoco viajaría él; y, así estaban las cosas.
 
Siwon no había navegado los últimos ocho años, y prefería pasar los cálidos meses de verano con Heechul; ya tenía bastante edad, y su amigo Hyukjae, o Junhui se encargaban de comandar la nave. Los padres de Minki irían solos hacia el norte y no regresarían hasta el final del verano. Cazaban y exploraban juntos, y hacían el amor, y Minki soñaba con llegar a tener una relación parecida a la de ellos. Pero, ¿dónde estaba un hombre como Siwon, que podía mostrarse gentil con las personas a quien amaba, pero al mismo tiempo tan peligroso y amenazador con sus enemigos, el hombre que pudiera acelerar los latidos de su corazón, como le sucedía a Heechul con solo mirarlo?.
 
Minki suspiró y caminó en dirección a su hogar. Si por lo menos pudiese navegar hacia el este con Junhui...
 
Aquí o allá seguramente encontraría al hombre que le estaba destinado, tal vez un mercader o un marino como su padre. Todos comerciaban en los grandes centros mercantiles del este. Solamente necesitaba encontrarlo.
 
 
 
Minki esperó en el lugar reservado a la cocina a que su appa bajara de la planta alta, Junhui partiría por la mañana en lo que en otras regiones del mundo podía denominarse el alba.
 
Incluido Junhui, había una tripulación de treinta y cuatro hombres. Unos pocos eran primos, pero la mayoría estaba formada por amigos, todos amantes del mar. La carga estaría formada por las pieles que cada hombre quisiera vender y por otros artículos valiosos que habían ido acumulándose durante los oscuros meses de invierno. La familia de Minki había reunido cincuenta y cinco pieles durante este invierno, entre ellas dos de las valiosas pieles de oso polar blanco, que alcanzaban un elevado precio en el Este.
 
Sería un viaje provechoso para todos, y Minki necesitas a probar por lo menos una vez, tratando de que se le incluyera. Junhui había dicho que no se oponía; aunque por supuesto, para él era difícil negarle nada. Como el padre lo había rechazado tres veces durante la última semana, su appa era ahora la única posibilidad de que él cambiase de actitud.
 
Los siervos estaban preparando la comida de la tarde. Era n todos extranjeros, y habían sido capturados en las incursiones vikingas a las tierras meridionales. Los que servían a la familia Choi eran todos comprados, pues Siwon no había realizado incursiones desde su juventud, y tampoco lo había hecho Junhui después de que comenzara a navegar por cuenta de su padre. Era un tema que a veces provocaba discusiones entre los padres de Minki. Por supuesto, Heechul, con su fiero orgullo, nunca reconocía que Siwon había sido su dueño, y algunos de los relatos que cada uno narraba del otro aludían a las agrias luchas atemperadas por el amor que ahora compartían.
 
Minki no podía imaginar a sus padres disputando, como había sido el caso otrora. Aún había discusiones ocasionales entre ellos, y a veces Siwon cabalgaba hacia el norte para calmarse un poco. Pero cuando regresaba, ambos se encerraban durante horas en su dormitorio, y cuando al fin salían, ninguno de ellos podía recordar porque habían disputado. Todas las discusiones, grandes y pequeñas, concluían en el dormitorio, lo cual era motivo de diversión y bromas para el resto de la familia.
 
Irritado por la espera, Minki molestaba a Aileen reclamándole algunas de las nueces dulces que la cocinera agregaba al pan que estaba preparando. Gracias a los criados que provenían de tantos sitios diferentes, Minki había aprendido diversas lenguas, y podía hablarlas todas como un nativo. Tenía una mente activa siempre ansioso de aprender.
 
-Querido, deja en paz a Aileen, antes de que el pan de nueces, que es el favorito de tu padre, se convierta en un pan común y corriente.
 
Con expresión culpable, Minki tragó la última de las nueces que estaba masticando antes de volverse hacia su appa.
 
-Creí que nunca llegarías. ¿Qué le murmuraste a mi padre para conseguir que te llevara así al piso alto?
 
Heechul se sonrojó, y rodeando con un brazo la cintura de su hijo lo llevó a la sala, que estaba vacía.
 
-¿Es  necesario  que  digas  cosas  así  frente  a  los criados?
 
-¿Qué yo lo digo? Todos vieron como te tomaba y ...
 
-No importa.- Heechul sonrió.- Y yo no le murmuré nada.
 
Minki se sintió decepcionado, pues había abrigado la esperanza de escuchar una confesión realmente perversa; su appa siempre se manifestaba muy franca en todos los asuntos.  Heechul se echó a reir.
 
- Querido, no necesité murmurarle nada. Me limité a acariciarle el cuello. ¿Sabes? Siwon tiene un lugar muy sencillo en el cuello.
 
-¿Y eso lo hace tan sensual?
 
-Muy sensual.
 
-Entonces, lo provocaste. ¡Avergüenzate, appa!- bromeó Minki.
 
-¿Avergonzarme?  ¿Cuando  acabo  de  pasar  una  hora  muy  agradable con tu padre en mitad del día, y él está tan ansioso de ir al embarcadero? A veces una pareja tiene que tomar las cosas en sus propias manos cuando el marido está atareado.
 
Minki emitió un sonido muy parecido a una risita.
 
- ¿Y no se opuso a que lo apartases de la grata tarea de ver como cargan el barco?
 
- ¿Qué te parece?
 
Minki sonrió, muy consciente de que él de ningún modo se oponía a esa distracción.
 
Su appa no se parecía a otros appas o madres, y tampoco actuaba como ellos. Choi Heechul era un joven muy hermoso, Y Minki se sentía sumamente afortunado porque había heredado sus rasgos.
 
- Supongo que no me esperabas sólo para hacerme preguntas impertinentes- dijo Heechul.
Minki se miró los pies.
 
-Confiaba en que podrías hablar con mi padre, ahora que está de tan buen humor, para pedirle...
 
-¿Si puedes embarcar con tu hermano?- Heechul terminó con él la frase y meneó la cabeza-. Minki, ¿por qué te parece tan importante ese viaje?
 
-Debo encontrar marido.
 
Acababa de explicar lo que no podía decir con tanta franqueza a su propio padre.
 
-¿Y te parece que no puedes hallar uno aquí en casa?
 
Minki contempló los afectuosos ojos de su appa.
 
-Madre, aquí no hay ninguno a quien ame, por lo menos del modo en que tu amas a mi padre.
 
-¿Y has considerado a todos los hombres a quienes conoces?
 
-sí.
 
-¿Quieres decir que no puedes aceptar a Hyungsik?
 
Minki no había deseado informar de su decisión a sus padres, pero asintió.
 
-Lo amo, pero como amo a mis hermanos.
 
-Entonces,  ¿lo  que  quieres  es  desposar  a  un extranjero?
 
-Tú desposaste a un extranjero, appa.
 
-Pero tu padre y yo nos conocimos mucho tiempo antes de que finalmente, reconociéramos nuestro amor y nos uniésemos.
 
-Creo que no necesitaré tanto tiempo para darme cuenta de si estoy enamorado.
 
Heechul suspiró.
 
- Sí, te he aportado el saber que yo mismo no tenía cuando conocí a tu padre. Muy bien, querido, hablaré esta noche con Siwon, pero no abrigues la esperanza de que él cambie de idea. Pienso lo mismo que él, pues no deseo que viajes con tu hermano.
 
- Pero appa ...
 
Déjame terminar. Si Junhui regresa a tiempo, creo que podremos convencer a tu padre de que te lleve al sur a buscar marido .
 
-¿Y si el verano casi ha terminado cuando él regrese?
 
-Entonces habrá que esperar hasta la primavera. Si debo perderte en favor de un hombre qué vive más al sur, prefiero esperar hasta la primavera ... a menos que tú estés ansioso de tener un hombre.
 
Minki meneó la cabeza. Eso no era precisamente lo que tenía pensado. Deseaba marcharse, alejarse de la amenaza representada por Jihoon, pero tampoco podía hablarle de eso a su appa.
 
Heechul sonrió a su hija, pues Minki no advertia cuan deseable era.
 
-Querida, créeme, tu edad no importará. Lucharán por ti cuando sepan que estás buscando marido, exactamente como han hecho aquí. Otro año no modificará la situación.
 
Minki no insistió, se sentaron frente a la puerta abierta que permitía la entrada de la brisa tibia y la luz del día. Obedeciendo a un impulso preguntó:
 
- ¿Qué harías, appa, si quisieras navegar en ese barco?
 
Heechul se echó a reir, creyendo que el asunto ya estaba arreglado.
 
- Me embarcaría a escondidas y me escondería en el lugar donde depositan la carga; allí permanecería un día o dos, hasta que estuviera lejos de aquí.
 
Minki lo miró, incrédulo
 
-¿De verdad harías eso?
 
-No, querido, estoy bromeando ¿por qué desearía navegar sin tu padre?
 
 
 
 


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...