Libre para Amar I- Capítulo Final




Una vez dentro de la tienda, Jackson dejó sus armas sobre el sucio suelo.
—Date la vuelta —mientras le desataba las muñecas le susurró—: Seguro que nos están escuchando. Si ven que me importas estaremos perdidos. Lo emplearán para acabar conmigo.
Tiró la cuerda al suelo antes de girarla hacia él y quitarle la mordaza. Después lo abrazó contra su pecho.
—Repréndeme si quieres, pero no alces la voz.
—Ha matado a Huitaek.
—Mark mírame.
La mirada que le dirigió estaba cargada de lágrimas contenidas. Él le acarició la mejilla.
—¿Huitaek merecía morir?
—Sí, pero no de esa forma.
—¿Entonces a qué se deben estas lágrimas?
—Jackson, ¡siento tanto lo que hizo mi padre! ¿Cómo puedes amarme? ¿Cómo puedes soportar verme?
—No digas esas cosas. Tienes mi corazón y mi alma en tus manos. Lo que sucedió forma parte del pasado —lo abrazó con más fuerza—. Por Dios Mark, pensaba que no te encontraría nunca.
El temblor de sus hombros y la humedad que sintió en su pecho le dijeron que las lágrimas habían vencido la batalla. Lo abrazó y fue hacia el centro de la tienda y se sentaron.
—Calla, esposo, calla.
—Jackson, ¿y si no tenemos un mañana?
—No. No pienses en eso ni por un momento. Mark, necesito que seas fuerte. Necesito que creas en mí, que confíes en mí.
Por supuesto que creía en él, confiaba en él, pero no sabía cómo podría reunir toda esa fuerza que le estaba pidiendo.
—Jackson, amor mío, puedo hacer lo que me pidas, puedo darte lo que me pidas, pero no puedo ser fuerte.
—Por supuesto que puedes. Es fácil, lo único que tienes que hacer es estar tranquilo y en silencio.
No entendía de qué estaba hablando.
—¿Que esté en silencio? —no tenía sentido.
—Mañana lucharemos por vuestras vidas y por las nuestras. Os obligaran a mirar. Necesito que no hagas ningún ruido. Ni sollozos, ni gritos de victoria ni de consternación. Ni el más mínimo sonido.
—¿Por qué?
—Esposo, si oigo tu voz por encima del estruendo de la batalla, me distraeré.
—Estaré callado —todo tenía sentido ya. La más mínima distracción podría ser fatal.
—Pase lo que pase.
—Haces que parezca como fuera haber algo más que una batalla.
—Lo habrá. Te atormentarán.
—¿Atormentarme? —preguntó con la voz entrecortada.
Jackson le apartó un mechón de la cara y se lo colocó detrás de la oreja.
—No te torturarán pero te harán creer que lo están haciendo. Te harán creer que en cualquier momento van a violarte o a pegarte. Pero Mark, no lo harán mientras yo viva.
—Pero, ¿y si no vives?
—Lo haré pero por si acaso… —sacó un fino puñal sin mango de entre las telas que le envolvían las piernas—. Esto es para ti.
Mark lo tomó en las manos y lo miró.
—Si llevo esto encima, podría tropezar y matarme.
—Eso es —apoyó la frente contra a suya—. Esa es la idea.
Mark lo miró incapaz de creerse lo que había oído.
—¿Quieres que me quite la vida?
—Si muero, sí.
—¿Eso significa que harán que mi vida no merezca la pena?
—Las amenazas de violación y daño con las que te atormentarán mañana, se verán cumplidas si muero.
—Entonces amor, será mejor que no falles.
—Tengo la intención de salir de aquí mañana contigo a mi lado.
Mark se deslizó de encima de su regazo y le dijo:
—Túmbate y duerme.
Jackson se estiró sobre el sucio suelo y lo hizo tenderse a su lado.
—No estaba pensando en dormir —le acarició un pecho.
Mark suspiró de placer antes de sujetarle la mano y decirle:
—Duerme.
Con un gruñido casi animal se tumbó sobre él y tras tomarle la cara entre las manos, le dijo:
—Esposo, esta noche te necesito.
—Entonces, amor mío, soy tuyo.
Antes de poder convencerle de que dormir sería lo más sensato, ya estaban desnudos. Las lentas y delicadas caricias de Jackson sobre su cuerpo le provocaron lágrimas. ¡Oh! ¡Cómo lo lloraría si algo llegara a sucederle!

Jackson se despertó justo cuando el sol comenzó a colarse por las costuras y grietas de la tienda. Mark ya no estaba en sus brazos.
—Vuelve a dormir.
Se giró para verlo sentado a su lado con su espada sobre el regazo.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—Desde que te has quedado dormido.
—¿Por qué?
—Han intentado entrar en dos ocasiones.
El pecho de Jackson se hinchó de amor y orgullo hacia su esposo.
—Así que te has pasado toda la noche ahí sentado protegiéndome.
No fue una pregunta, pero él respondió de todos modos.
—Así es. Hoy arriesgarás tu vida por la mía. No podía hacer menos.
Se incorporó y le acarició la cara.
—Serías un buen guerrero.
—Preferiría ser esposo.
—Entonces supongo que debería ocuparme de eso, ¿no crees?
—Sí, deberías.
La voz le tembló. Jackson quiso decirle algo para reconfortarlo, pero temió elegir las palabras equivocadas.
—Voy a buscar a los otros dos y a asegurarme de que tenemos un plan trazado.
Mark le entregó la espada.
—¿Te veré antes de la batalla?
—Lo dudo.
Se levantó, lo abrazó con fuerza y le susurró:
—Jackson, sé fuerte pero no cometas ninguna locura, esta noche, cuando el sol se ponga quiero ver los tonos rojos y naranjas reflejados en tu pecho mientras estás tendido sobre mí en nuestra cueva.
—No se me ocurre nada mejor en lo que pensar para que me ayude a superar este día —lo besó en la frente.
—Vete. Vete antes de que empiece a llorar.
—Te quiero.
Mark se estremeció y se dio la vuelta. Jackson sonrió antes de girarlo y quitarle una lágrima de la mejilla. Lo besó.
—No tienes que avergonzarte de esa muestra de preocupación. Podría decirte que no te preocuparas pero no serviría de nada. Así que llora, mi amor. Hazlo en privado para que después ya no te queden lágrimas que derramar.
El se apoyó en su pecho y le prometió:
—Lo haré.


El sol año estaba recorriendo su camino hacia el cielo cuando Aryth ordenó a uno de sus esclavos que tocara la campana para llamar a los combatientes al campo de batalla provisional.
Mark estaba entre Junbi y Jinyoung en el borde del claro. Dos hombres armados hacían guardia tras ellos.
El esposo de Yugyeom no dejaba de mirar hacia atrás como si estuviera intentando encontrar un modo de escapar.
—Estáis perdiendo el tiempo.
Junbi hizo caso omiso del consejo de Mark y miró hacia las colinas.
—Seguro que hay una salida.
—Sólo si vuestros hombres sobreviven —Aryth se acercó—, pero no contaría con ello. De hecho, lo más probable es que acabéis formando parte de mi casa.
—¿Tu casa? —el tono beligerante de Junbi haría que los mataran antes de que empezara la batalla.
—Sí —el hombre fijó la mirada en Junbi—. En mis estancias privadas tengo un buen suministro de parejas bien disciplinadas.
—¿Y para que se utiliza ese suministro? —preguntó Jinyoung asombrado.
—¿Para qué? ¿Para qué sirve una pareja aparte de para hundirte entre sus piernas? Y las de mi casa están entrenadas para sobresalir cuando se trata de complacer a un hombre —suspiró antes de decir—: Al principio no os gustará mucho el entrenamiento. Es más puede resultaros hasta brutal, algunas parejas frágiles han muerto en el proceso. Pero los tres parecéis fuertes y una vez que os acostumbréis a mis métodos, os enfrentaréis entre vosotros por compartir mi cama.
Mark no dijo nada y vio que Junbi y Jinyoung también se habían quedado en silencio. Estaba claro que sus maridos también las habían avisado de las amenazas.
Cuando los hombres finalmente entraron en el campo de batalla, no pudo apartar la mirada ni de Jackson ni de sus compañeros, tenían unas armas de aspecto diabólico en las manos y los músculos de sus pechos y brazos brillaban bajo el sol como si se hubieran aplicado aceite sobre la piel. Su aspecto y presencia resultaban imponentes.
Se detuvieron en el centro del claro y formaron un círculo dándose la espalda los unos a los otros. Jackson alzó la espada y la agitó como si estuviera incitando al enemigo a acercarse.
Aryth silbó y diez de los quince guerreros entraron en el claro.
Junbi apretó la mano de Mark, que hizo lo mismo con Jinyoung. Los tres miraron al frente y crearon un vinculo que con suerte los haría lo suficientemente fuertes para superar aquello.
Jackson le había dicho que confiara en él, que creyera en él y en más de una ocasión le había explicado que lo habían entrenado para ser un asesino de hombres.
Mark no se había dado cuenta de lo que eso significaba hasta aquel momento. A pesar de estar en el borde del claro, la distancia que los separaba no era demasiado grande y estaba lo suficientemente cerca para ver la brillante promesa de muerte en sus ojos y para oler el hedor de una sangre que ya había empezado a derramarse.
Jackson, Yugyeom y Jaebum derribaron a seis de los hombres antes de que el corazón de Mark pudiera recomponerse.
Eran rápidos y fuertes y blandían sus armas con una destrucción certera.
Los cuatro hombres que quedaban se reagruparon. Aryth volvió a silbar y los últimos cinco hombres se les unieron.
Para sorpresa de Mark, Wonpil corrió delante del nuevo grupo y se acercó a Jackson de espaldas. ¿Qué estaba haciendo?
Aryth gritó:
—¡Matad al traidor!
Jackson le hizo una señal a Wonpil para que entrara en el círculo cerrado.
Ahora eran cuatro contra ocho. Mark contuvo el aliento al ver que cuatro de los nuevos combatientes no portaban espadas ni puñales, sino látigos y cadenas.
Jackson y Yugyeom sonrieron antes de tirar al suelo sus espadas y salir del círculo. Al instante, Jaebum y Wonpil se movieron y se colocaron espalda con espalda.
Yugyeom separó las piernas y se agachó. Jackson se colocó de lado hacia los hombres que se estaban aproximando.
Antes de que supiera lo que su marido estaba planeando, éste dio un salto, estiró una pierna y golpeó a un hombre en la garganta con la planta del pie.
Pudo oír el crujido de un hueso antes de que el hombre cayera al suelo.
Jackson giró en el aire y aterrizó prácticamente en el mismo punto donde había comenzado.
Cuando uno de los hombres de Aryth echó el látigo hacia atrás y lo soltó hacia Yugyeom, éste se alzó y lo agarró en el aire. Antes de que el contrincante pudiera soltar su arma, Yugyeom ya había tirado de él.
Mark se estremeció ante el sonido de otro hueso aplastado.
Jaebum y Wonpil tenían ventaja sobre los hombres que los estaban atacando con espadas y picas por que eran mucho más rápidos y fuertes. Parecía como si los dos se hubieran fusionado creando un hombre de cuatro brazos. Así fue cómo Mark lo vio.
En un momento de la lucha, uno de los hombres se abalanzó sobre Jackson, que le agarró la cabeza y con un rápido giro le rompió el cuello.
Mientras que Yugyeom había recibido varios latigazos y Jackson parecía estar sangrando profusamente por unos cortes, los atacantes habían corrido peor suerte… Habían quedado reducidos a dos.
Aryth vería que lo sensato era detener esa masacre en la que sus hombres estaban pereciendo, pero por el contrario silbó una tercera vez y después de hacerlo Mark tuvo que contener un grito al ver a casi veinte jinetes descendiendo la colina.
Yugyeom y Jackson recogieron sus armas y se unieron a Jaebum y Wonpil en el círculo. Jackson miró hacia él y mantuvo la mirada durante un instante. Mark tuvo que luchar por contener las lágrimas.
—¿De verdad pensabais que les dejaría vivir? —sintió el aliento de Aryth contra su nuca—. ¿Creíais que los liberaría?
Cerró los ojos y lo ignoró, pero Junbi se mostró muy tenso y Jinyoung le apretó la mano con tanta fuerza que creía que se la iba a romper.
Por supuesto, Aryth se fijó en sus reacciones. Se acercó a Junbi y le susurró:
—¿Gritarás piedad cuando te separe las piernas?
Mark apretó la mano de Junbi con fuerza para decirle que permaneciera callado.
Pero cuando Junbi no respondió, él lo tiró al suelo y se situó encima.
—Tal vez debería hacerlo ahora, aquí, delante de tu marido que está a punto de morir. Que tus gritos sean lo último que oiga.
Junbi cerró los ojos y se quedó inmóvil.
Mark miró al campo y rezó por que Yugyeom no hiciera nada que acabara matándolos a todos.
El hombre se quedó donde estaba, pero su mirada cargada de odio bien podría haber matado a Aryth.
La boca de Jackson se movía; estaba diciéndole algo a Yugyeom y Mark supuso que su marido estaba intentando calmar a su amigo.
—Levántate.
Junbi se levantó y volvió a tomar la mano de Mark.
—No nos precipitemos. No quiero que os perdáis lo que está por llegar.
Incapaz de apartar la vista Mark vio horrorizado cómo los jinetes comenzaban a avanzar hacia Jackson y sus amigos.
Sentía que le faltaba la respiración, le dolía el pecho y justo cuando pensaba que no podría soportarlo más Jinyoung le soltó la mano y señaló hacia la colina.
—Mirad. Dios mío, mirad.
Una fuerza de al menos cincuenta hombres dominaba la colina y un estandarte rojo ondeaba al viento.
Mark cayó al suelo de rodillas. No sabía cómo habían llegado hasta allí, pero no le importaba el porqué, aceptaría el hecho de que el rey Enrique hubiera acudido a ayudarlos como si se tratara de un milagro.
Junbi se volvió hacia Aryth y le preguntó:
—¿Estás listo para ponerle fin a todo esto?
El hombre alzó la mano como para abofetearlo, pero se lo pensó dos veces cuando Yugyeom lanzó un gruñido antes de comenzar a avanzar hacia ellos.
Aryth bajó la mano y gritó:
—¡Alto!
Yugyeom se detuvo. Jackson y Jaebum se unieron a él y juntos fueron a reunirse con sus parejas.
Wonpil hizo intención de ir hacia las tiendas; no había dado más que dos pasos cuando uno de los hombres de Aryth lo sorprendió por detrás y lo mató.
Mark se dejó caer hacia delante con las manos sobre el suelo y se quedó allí arrodillado hasta que la tierra dejó de sacudirse bajo sus pies.
Jinyoung se desmayó una vez más.
—Está embarazado otra vez —dijo Jaebum alarmado tras correr a atenderlo.
Jackson ayudó a Mark a levantarse y lo abrazó.
—¿Listo para ver la puesta de sol desde nuestra cueva?
Las lágrimas corrían libres por su rostro mientras le sonreía.
—Sí.
—Puede que yo tarde un momento —dijo Jackson al ver entrar al rey en el claro.
—No me importa, pero no voy a separarme de tu lado.
—Jamás te pediría que lo hicieras.
El rey se detuvo ante los dos.
—¿Hago falta por aquí?
Jackson lo saludó inclinando la cabeza antes de levantar el pulgar y señalar a Aryth.
—Sería de gran ayuda si librarais a vuestra tierra de sujetos como éste.
—Puedo hacerlo —y dirigiéndose a varios de sus hombres les ordenó—: Ocupaos de que lord Aryth y sus hombres sean escoltados al cruzar el canal. Informad a mi esposa de que estos hombres se dirigen a Francia… Dejemos que Louis se ocupe de ellos.
—Gracias, mi señor. ¿Cómo sabíais que necesitábamos ayuda?
Enrique miró a Jaebum.
—El conde de Goyang tuvo la suficiente sensatez de enviarme una misiva cuando su esposo desapareció. Entonces oí el rumor de que mi invitado había partido con su séquito hacia el norte cuando se suponía que tenían que ir al sur. Y dado que el padre de vuestro esposo vive en la zona y de que vuestras tierras no están lejos de aquí, no me hizo falta pensar mucho más para verlo todo claro —miró directamente a Jackson—. Emplear el sentido común en lugar de la fuerza es algo que deberíais considerar de vez en cuando.
Jackson no tuvo más opción que asentir.
—Lo intentaré.
—Seguro que no lo haréis —comentó el rey con gesto simpático—. Bueno, ¿soy libre de marcharme ya?
Mark suspiró aliviado ante el buen humor del rey, al que respondió en nombre de Jackson:
—Sí, mi señor, me ocuparé de que el conde empiece a mantenerse alejado de los problemas hasta que aprenda a utilizar su sentido común.
—Os deseo suerte con ello, joven Wang —Enrique agarró las riendas de su caballo y miró a Junbi—. Joven Kumpimu, me sorprende veros aquí.
Junbi se sonrojó y acarició el brazo de Yugyeom.
—Estoy con mi esposo, milord.
—¿Esposo? —el rey no parecía dar crédito.
—Sí, milord. Esposo —repitió Yugyeom.
—Interesante situación para uno de los… informadores de mi mujer.
Con razón Mark y Jackson habían acabado pensando que no podía ser el prostituto del palacio, pero jamás se habrían imaginado que trabajara como espía de la reina.
Y a juzgar por la expresión de Yugyeom, Junbi tendría que explicarle ciertas cosas…
El rey se dirigió a Jaebum.
—Goyang, tengo noticias de vuestro hijo.
Jackson esperó por el bien de Jaebum que fueran buenas, pero por el momento centraría toda su atención en Mark.


—¿Vas a tomarte toda la noche? —le dijo mientras Mark examinaba sus heridas por tercera vez desde que habían llegado a la cueva.
—No —le aplicó otra capa de ungüento en la espalda—. No te alegrarías mucho si esto se te infectara.
—Tal vez no, pero me alegraría mucho más si dejaras de preocuparte.
—No puedo evitar preocuparme, es lo que mejor sé hacer.
Jackson se volvió, lo sentó sobre su regazo y lo desnudó.
—No. Hay otra cosa que haces igual de bien.
—Jackson.
Él miró hacia la cortina de agua.
—El sol está empezando a ponerse.
—Mmm, ya veo.
—Creía que teníamos planes para esta noche. ¿No dijiste algo sobre ver los rojos y naranjas reflejados en mi piel mientras te hago el amor?
Mark se sentó a horcajadas sobre él.
—Podría haberlo dicho. Tal vez. Es posible.
Podía sentir la firmeza de su erección y sonrió.
Sirviéndose de los hombros de su esposo, alzó las caderas y se deslizó lentamente hacia él.
—¿Decías algo?
—Nada —respondió él con un gemido.
Mark estiró las piernas, se alzó y volvió a deslizarse otra vez.
—¿Nada?
—Espera.
Jackson lo levantó y se tumbó encima.
Mark lo rodeó con las piernas por la cintura y puso los brazos alrededor de su cuello.
Él le tomó la cara entre sus manos, lo besó y le dijo:
—Mejor así, ¿verdad?
Cuando lo miró, vio el juego de tonos rojos y naranjas del crepúsculo parpadear en su cara y enmarcarlo junto con el calor del deseo que ardía en su propio corazón.
—Oh, mucho mejor, amor mío. Mucho, mucho mejor.

Fin


3 comentarios:

  1. Oh por Dios!!!!
    Cómo que se acabó! !
    Ahhhh
    Oh si!!!
    Terminaron juntos!!! 😎
    Pero quiero bebe !!!! Ahhhhh
    Porfis esto no puede quedar a si 🤣

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  2. -regresa del lado oscurito- Yotaaaaaaaaaa
    Por que no das señales... Donde andas mujer de Dios!!!
    Por que le abandonas!!??? Ya no me amas!!!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...