Libre para Amar I- 15




Tuan, Junio del año 1171
Mark frenó a su caballo y se detuvo para mirar hacia el valle que tenía debajo. Las verdes colinas daban paso a la propiedad de su padre. La estructura de madera rodeada por un muro de piedra había albergado un fuerte romano. Aunque el fuerte no seguía en pie, la estructura que aún quedaba servía para el mismo propósito: proteger el valle y a sus habitantes. Por un acto de valentía que no podía recordar.
Miró a su marido. Había desenvainado la espada y cabalgaba con el arma en la mano. Los cinco hombres que había llevado al norte con ellos habían hecho lo mismo. Tras acercar su caballo al de Jackson, le tocó el brazo.
—No necesitas la espada.
La mirada que él le dirigió le cortó la respiración: una expresión de puro odio convirtió su rostro en una irreconocible y diabólica máscara. Un demonio salido de sus peores pesadillas había tomado forma dentro de su esposo.
Cuatro noches antes él, pensando equivocadamente que estaba dormido, lo había llamado «mi amor». Se había equivocado.
¿Cómo podía ese mismo hombre mirarle de ese modo tan espantoso? Tiró de las riendas del caballo y se apartó de él.
Jackson sacudió la cabeza y parpadeó como si estuviera despertando de un sueño.
—Lo siento. ¿Qué has dicho?
—Nada —casi con miedo de mirarlo, respiró hondo antes de apartar la mirada del idílico escenario que se extendía bajo ellos. La máscara ya había desaparecido y sólo quedaba una inquisidora mirada.
—Me miras como si temieras que fuera a morderte. ¿Qué has dicho?
¿Habría malinterpretado esa expresión cargada de odio? ¿El sol le habría cegado impidiéndole verlo con claridad?
—De verdad, nada de importancia —dijo mirando hacia otro lado—. Es sólo que me preguntaba por qué se te ve tan en batalla.
—Hace muchos años que no vengo a Tuan. No tengo forma de saber qué clase de recibimiento me espera.
—Estoy seguro de que mi padre te recibirá con los brazos abiertos.
Él enarcó una ceja.
—Tu certeza no tiene más peso que mi instinto. Preferiría estar preparado para lo peor.
—¿Así que piensas llegar a las puertas de mi padre blandiendo una espada? —aunque su padre podía recibirlo bien, los hombres que guardaban las puertas se mostrarían hostiles al ver jinetes armados aproximándose.
—Hasta no estar seguro de que tú, mis hombres y yo no corremos peligro, sí, llevaré un arma en la mano.
—Como quieras —espoleó al caballo para que avanzara y por encima del hombro añadió—: Pero si te atacan desde los muros no me culpes a mí.
—Mark, para —le gritó él.
Estaba ansioso por llegar a su casa pero algo en su tono de voz le hizo detener al caballo en seco.
—¿Estás buscando que me maten? —le dijo una vez lo alcanzó.
¿Qué le había hecho pensar eso?
—Por supuesto que no. ¿Por qué me preguntas algo así?
—¿Qué harán los guardias si creen que te estoy siguiendo?
No había pensado en ello. Los guardias lo protegerían si consideraban que estaba en peligro. Miró el arma.
—Si tus hombres y tú enfundarais vuestras armas, los guardias de mi padre no tendrían motivos para pensar que estoy en peligro.
La miró y no dijo nada, pero la expresión de sus ojos bastó para decirle que no cedería ante la propuesta.
Mark no podía esperar a ver a su padre. No porque existiera un profundo amor entre los dos si no porque quería que le dijera que era inocente. Estaba absolutamente seguro de que no había tenido nada que ver en la captura de Jackson pero tal vez si su marido descubría lo mismo podría dejar de lado el desprecio que sentía hacia su padre.
Por el momento, cabalgaría al lado de Jackson como un diligente esposo y no volvería a mencionar el tema.
Señaló un pequeño río que corría por detrás de la fortaleza.
—Si nos quedamos aquí el tiempo suficiente, me gustaría enseñarte las cascadas.
—Espero estar aquí lo suficiente para que los hombres y los caballos descansen antes de dirigirnos a Wang.
—Podemos quedarnos aquí todo el tiempo que quieras.
—¿Estás hablando en nombre del señor de Tuan?
Mark quiso gritar. Dijera lo que dijera, todo acababa centrándose en su padre y en el odio que Jackson sentía hacia él. Tal vez había sido un error ir allí. Cada paso que la acercaba más a las puertas ensombrecía la actitud de Jackson. De seguir así, cuando llegaran al salón ya estaría preparado para derramar la sangre de su padre.
No. Seguro que no cometería semejante locura. Los guardias de Tuan acabarían con él en el momento en que se atreviera a amenazar a su señor.
Lo miró intentando ver al hombre por el que había llegado a sentir algo verdaderamente profundo y tratando de esquivar la evidente furia que le cubría el rostro.
—Jackson, no os deseo ningún daño ni a ti ni a mi padre. No tenemos por qué detenernos en Tuan si no deseas hacerlo.
Intentó controlarse. Asustar a Mark de antemano no le serviría de mucho.
—Ya estamos aquí.
—Sí, pero dime qué plan tienes. ¿Tengo que empezar a temer por tu seguridad? —miró hacia la fortaleza—. ¿O por la de mi padre?
Una parte de él quería asegurarle que todo iría bien que era normal que se preocupara por su padre, pero una fastidiosa voz dentro de su cabeza no dejaba de preguntarse si era tan culpable como lo era su padre.
Había llegado a pensar que ése no era el caso, que era inocente ya que le había creído cuando le había dicho que únicamente había acudido a su padre para pedirle una ayuda que asegurara el futuro de los dos como matrimonio.
Sin embargo, ahora ya no estaba tan seguro y quería preguntarle directamente si había tomado parte en su captura.
Alargó la mano y sujetó la barbilla de Mark, que se había detenido enfrente de él.
—Te propongo un trato.
Mark esbozó una pequeña sonrisa y frotó la mejilla contra la mano de Jackson.
—¿Y qué propones esta vez?
—Si tu padre puede jurar su inocencia, yo juro no provocarlo.
—¿Y si no logra convencerte?
Jackson le recorrió los labios con los dedos antes de quitarle la mano de la cara.
—Durante un tiempo lo único que buscaba en su muerte. Ahora ya no, Mark.
—También pensabas, y le equivocabas, que yo participé en tu captura aquella noche, ¿también deseabas mi muerte?
Consideró la pregunta antes de responder.
—¿Tu muerte? Jamás. Para ti tenía otros planes.
—¿Otros planes? ¿Algo peor que la muerte?
Jackson se maldijo a sí mismo; había hablado demasiado. Con un movimiento brusco, hizo avanzar a su caballo.
Tras un instantes oyó los cascos del caballo de Mark tras él.
—Jackson, ¿y ahora? —le gritó—. ¿Qué planes tienes ahora?
Cuando estuvo cerca de las puertas, detuvo a su caballo para que pudiera alcanzarlo y le dijo:
—Date a conocer.
Mark le lanzó una mirada que le habría cortado en pedazos de no ser porque llevaba una armadura, pero le obedeció y saludó a uno de los guardias situados en la torre de la puerta.
—¿Joven Mark? —dijo un hombre mayor.
—Así es, Raymond —al cruzar la puerta le preguntó—: ¿Está mi padre aquí?
—No. No sabíamos que fuerais a regresar a casa —respondió el hombre con voz entrecortada mientras descendía por las escaleras—. Él y unos cuantos más han salido de caza esta mañana. No regresarán hasta mañana por la mañana, mi joven señor.
Mark desmontó del caballo y le dio las riendas a un muchacho. Asintió hacia Jackson.
—Raymond, éste es mi marido, Jackson, el conde de Wang.
Por un momento Jackson se preguntó si el hombre le reconocería, aunque no era probable ya que sólo había pasado en Tuan unas horas cuando no era más que un niño.
El guardia se quedó con la boca abierta y a continuación inclinó la cabeza.
—Milord, bienvenido a Tuan —se volvió hacia Mark—. ¿No le habéis hablado a vuestro padre de este matrimonio, verdad?
—¿No era por eso por lo que me envió a Poitiers?
—Sí, Joven Mark, pero vuestro padre no ha bendecido esta unión.
La voz del hombre se había teñido de un tono acusatorio y Jackson desmontó, le entregó las riendas al mozo de cuadra e hizo amago de agitar la espada antes de meterla en su funda.
—Dudo que Tuan se negara a que su hijo hubiera elegido un conde como esposo.
Raymond retrocedió.
—No, milord no era mi intención ofenderos.
—No le importará, Raymond. Jackson y yo ya…
Jackson lo agarró del codo y comenzó a llevarlo al interior del recinto mientras terminaba su frase:
—Ya nos conocíamos.
Una vez en el patio, se detuvo y miró al hombre.
—Ocúpate de mis hombres.
—Por supuesto, milord.
Cuando el guardia se retiró y ellos siguieron avanzando, Mark se apartó de él y le dijo:
—No había necesidad de ser tan prepotente con Raymond.
—¿Prepotente? Simplemente le he dado una orden.
—Lo has intimidado a propósito.
—Por supuesto que lo he hecho. Pretendía reprender a mi esposo y tenía que saber que yo no iba a permitírselo.
Cuando hizo intención de abrazarlo, se apartó a un lado.
—¿Por qué no querías que supiera que ya estábamos casados?
Jackson se detuvo y miró tras ellos.
—¿Qué están haciendo? —cuando Mark se detuvo para mirar, él aprovechó para tomarle la mano—. Así mejor.
Incapaz de liberarse, le ordenó:
—Suéltame.
Él le besó la mano.
—Nunca.
Bastante nervioso, suspiró antes de volver a preguntar:
—¿Por qué no querías que Raymond supiera la verdad?
Tras llevarle más a su lado, admitió:
—Porque quiero ver la cara de tu padre cuando se entere de que no estoy muerto.
—Has dicho que no lo provocarías.
—Y no romperé la palabra que te he dado pero podré saber más de su expresión inicial que de algún discurso que se prepare con tiempo.
Mark se quedó en silencio, pero sus mejillas sonrojadas le dijeron lo suficiente.
—Mark, no trames contárselo antes de que lo haga yo.
El color de sus mejillas se intensificó.
—Sé que demostrará su inocencia, así que no hay necesidad.
La certeza con que le dijo esas palabras le hizo sentirse culpable, ya que él le había hecho ese juramento sabiendo perfectamente que Tuan era culpable.
—¿Cuántos hombres custodian Tuan?
—¿Estás pensando en atacar?
—¿Atacar? —si deseara atacar Tuan ya lo habría hecho—. No. Lo que quiero es cambiar de conversación.
—Aquí residen seis hombres y hay otros catorce que se dividen entre sus obligaciones aquí y en su casa.
—¿Así que sólo trece hombres custodian Tuan en todo momento?
—Así es. Antes había muchos más, pero mi padre consideró que no necesitaba tantos.
Jackson estudió el lugar, que se veía desprotegido en el espacio abierto. El muro de piedra y argamasa estaba pobremente construido y probablemente lo habían levantado los que residían allí en lugar de un picapedrero profesional de modo que una única descarga de una catapulta derrumbaría la estructura. Miró al otro lado del patio: construcciones alzadas al azar, establos, un pozo, una cocina y una pequeña forja. Supuso que el área de tierra batida que había en el centro del patio era la zona de prácticas de los hombres.
El otro lado del patio daba cabida a seis cabañas y alrededor de cada una había tierras plantadas con verduras. Una mujer corría gritando y sacudiendo su delantal hacia los tres cerdos que hozaban en los jardines.
—¿Quién diseñó la distribución?
—Aquí no se ha diseñado ninguna distribución.
Eso ya se lo había imaginado él.
—¿Cómo es que tu padre lleva tanto tiempo en posesión de Tuan?
—Creo que como nunca nos atacan y pagamos nuestros impuestos oportunamente deben de haberse olvidado de nosotros. Tuan no está cerca de ningún puerto ni de ninguna calzada principal y no hay ninguna zona de importancia.
Eso explicaba que necesitaran tan pocos hombres.
—¿Nunca os han atacado?
—No que yo recuerde.
—¿De qué se mantiene Tuan?
—De ovejas.
Jackson miró a su alrededor.
—¿Ovejas?
—No están aquí. La aldea está al otro lado del arroyo. Te la enseñaré más tarde.
Se detuvieron delante de los escalones que llevaban al montículo de tierra sobre el que estaba construido el torreón de madera de tres plantas.
—Una flecha en llamas bien lanzada destruiría Tuan.
—A pesar de las apariencias el muro fue levantado con cuidado. No sé desde dónde puedes lanzar una flecha, pero ni nuestro hombre más fuerte podría dar en el torreón desde el otro lado del muro. Ni siquiera con una ballesta.
—Algo en llamas lanzado con una catapulta lo haría.
—¿Y cómo traerían la catapulta hasta aquí?
Jackson se detuvo. El camino que conducía a Tuan era empinado, y por lo que recordaba, también lo eran todas las colinas que rodeaban el valle. Un enemigo tendría que construir un arma de guerra justo fuera de los muros a vista de todos los guardias y, a simple vista, Tuan merecía que nadie se tomara tanto esfuerzo.
—Tu padre no es el ingenuo que aparenta ser.
—No. No lo es.
—Enséñame tu casa.
Mark apoyó la cabeza en su hombro.
—Preferiría enseñarte las cascadas.
—Aún es temprano, ¿acaso hay razón para que no podamos hacer las dos cosas?


Las alargadas sombras que rodeaban el arroyo indicaban la caída de la noche; enseñarle Tuan a Jackson le había llevado más tiempo del que pensaba.
Le tiró de la mano para llevarlo hasta el camino que los conduciría a las cascadas.
—Ven, vamos a darnos prisa ahora que aún queda luz.
Dejó que lo guiara por el embarcadero hasta las rocas planas que bordeaban el agua.
Ninguna de las muchas cascadas que bordeaban el río eran inmensas, pero aquélla era la más grande que había junto a Tuan y tras ella se encontraba una cueva. Mark sabía que si se apresuraban, podría mostrarle una bella vista de la puesta de sol tras una cortina de agua.
—¿Adónde vamos?
Sintiéndose diez años más joven, le preguntó:
—¿Es que no confías en mí?
—Eso depende —miró hacia la cascada—. Si lo que pretendes es ahogarme, puede que lo consigas.
—No. Hay una cueva detrás del agua. Tal vez nos mojemos pero juro no ahogarle.
Cuando llegaron a la pared de la roca, le soltó la mano y añadió:
—Levanta la cabeza.
Pegó la espalda a la roca y fue arrastrando los pies a lo largo de un tronco hasta entrar en una abertura que había tras el agua.
Jackson lo siguió y al ignorar la orden que le había dado y bajar la cabeza, acabó empapado. Rápidamente volvió a alzar la cabeza y se sacudió el agua del pelo.
Se adentró en la boca de la roca donde fue recibido por la sonrisa de Mark.
—Ya te dije que no bajaras la cabeza.
—Pero me podrías haber dicho el porqué —volvió a sacudir la cabeza, se soltó el cinturón donde llevaba la espada y se quitó la empapada túnica, que también tiró a suelo de la cueva.
Mark casi se atragantó de la risa.
—Así que te parece divertido, ¿eh? —le dijo mientras caminaba hacia él. Cuando lo acorraló contra la húmeda pared de la cueva, lo miró y le preguntó—: ¿Aún te parece divertido?
Lo rodeó por el cuello y mientras jugueteaba con su pelo, le susurró:
—No, milord, en absoluto me parece divertido.
Él le abrazó con fuerza.
—Te deseo.
Ese desesperado anhelo evidente en su tono de voz despertó la pasión que ardía dentro de él.
—Como yo te deseo a ti.
Bajó las manos y tiró de los cordones que sujetaban sus calzones a la vez que él lo desvestía.
—¿Tienes otro traje?
—Sí, pero… —cerró los ojos al oír el sonido de la tela rasgándose—. Era uno de mis favoritos.
—Te compraré otro para que sea tu favorito.
—Teniendo en cuenta tu falta de cuidado, tendrás que comprarme dos.
No había hecho más que girarse hacia él cuando enseguida lo llevó a sus brazos y lo besó.
Ese beso no tuvo nada de tierno fue el reflejo de un desesperado deseo que amenazaba con dejarlo sin aliento. Sin preámbulos lo levantó en sus brazos antes de tenderlo junto a él sobre el suelo de la cueva.
La humedad y frialdad de la roca que tenía debajo fue una momentánea molestia, que olvidó en el instante en que Jackson se arrodilló entre sus piernas.
Bañados por los rojos, naranjas y oros del crepúsculo la contempló con una expresión de asombro y desconcierto. Mark le acarició la cara y supo que, a pesar de todo, amaba a ese hombre y que en ese mismo momento lo único que quería era compartir ese amor del único modo que sabía.
—Jackson amor mío, te deseo.
Sin dejar de mirarlo, él se inclinó hacia delante y se adentró en su cuerpo con un único y fluido movimiento. Cerró los ojos y gimió cuando un estallido de candente deseo inundó sus sentidos. Unió los tobillos alrededor de su cintura y se alzó para unirse más a él.
La delicadeza y la ternura no tuvieron cabida en aquella ocasión. Ambos se entregaron con frenesí hasta que las estrellas que brillaban tras sus párpados tomaron los colores de la puesta de sol.
Jackson se dejó caer encima y, tras recuperar la respiración, se apoyó en los codos y le tomó la cara entre sus llanos. Después le susurró:
—Si esto es amor, entonces quiero más.
Mark sonrió.
—Tendrás todo lo que desees, milord.



1 comentario:

  1. Oh por Dios!!!
    Milord que carajos estas haciendo!!!????? 😮 🤔 😒
    Vas a lastimarlo..... 😭 😭 😭

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...