Libre para Amar I- 17




¿Dónde estaba? Lo había estado buscando todo el día. El sol se estaba poniendo y, una vez que la noche cayera, no tendría otra opción que suspender la búsqueda.
Tendría que haberlo seguido cuando salió de la sala. Teniendo en cuenta el estado en que se encontraba, podría haberle pasado cualquier cosa; podría haber caído al arroyo y haberse golpeado la cabeza con una roca. Podría haber caído por una de las colinas que rodeaban Tuan y encontrarse herido e indefensa.
Enrolló las riendas del caballo en sus manos.
—Te volverás loco, basta.
Jackson se volvió y miró a Tuan.
—Si hubiera salido tras él en lugar de quedarme en la sala con vos, esto no habría sucedido.
—Culparte no te servirá de nada. Es un chico listo, estará bien.
Tras respirar hondo y ver que eso tampoco había logrado calmarlo, miró a sus hombres y les ordenó:
—Llevad al señor de vuelta al torreón y aseguraos de que no sale de allí.
Cuando los demás se marcharon, Jackson volvió hacia el arroyo. Pasaría la noche en la cueva y si por la mañana Mark no había ido allí también, entonces retomaría la búsqueda.
Cada fibra de su cuerpo le decía que estaba vivo, pero que se encontraba en problemas. Le necesitaba, sin embargo no sabía dónde podía encontrarlo.
El cielo se abrió y la lluvia cayó sobre él; fue como si las nubes estuvieran derramando las lágrimas que él estaba conteniendo. Ató a su caballo al denso cobijo que proporcionaban los árboles antes de refugiarse en la cueva donde esperaba que apareciera, porque de lo contrario se sentiría perdido.
—¡Milord!
Ante el grito de Jooheon. Jackson se levantó y salió al exterior con la esperanza de recibir buenas noticias.
—Milord, os necesitan en el torreón.
—¿Se trata de Mark?
—Sí, tenemos noticias.
En lugar de esperar la explicación del hombre montó en su caballo y salió al galope en dirección al torreón sin dejar de pensar en un siniestro final.
Cuando entró en la sala de Tuan los ojos rojos del hombre y sus temblorosas manos no hicieron más que incrementar su pavor.
—Esto ha llegado con un mensajero.
El hombre le entregó un pergamino; las palabras escritas en él le hicieron derrumbarse sobre un banco.
—¿Cuándo ha llegado?
—Cuando estábamos buscándolo —Tuan le dio una copa de vino, que él rechazó.
—¿Alguien ha visto quién la ha entregado?
—Me han dicho que ha sido un chico joven. Se la entregó al guardia de la puerta y se marchó.
Volvió a mirar la misiva y unas lágrimas cargadas de rabia y miedo le nublaron la vista ante las siguientes palabras:
“Tu esposo será una buena adquisición para mi casa”.  
Iban acompañadas de una firma con la letra «A».
Aryth tenía retenido a su esposo.
—¿Jackson? —le preguntó Tuan—. ¿Quién es este hombre que firma con una «A»?
Se levantó y fue hacia la puerta.
—Es mi antiguo amo.
El grito estrangulado de Tuan y el sonido de su copa al caer al suelo siguieron a Jackson hasta el gran salón.
Antes de entrar en él Tuan lo alcanzó.
—¿Qué vas a hacer? ¿Cómo lo liberarás? Lo liberarás, ¿verdad?
—Sí, lo liberaré. Pronto volverá a vuestro lado.
—¿Necesitas a mis hombres? ¿Hay algo que pueda hacer?
—No, no necesito a nadie. Pero sí hay algo que podéis hacer.
Para su asombro. Tuan se arrodilló ante él.
—Lo que sea.
A pesar de lo mal que le había tratado a él y lo duramente que había tratado a su único hijo, no podía odiar a ese hombre. Estaba claro que su hija le importaba mucho, aunque no había tenido tiempo de descubrir si esa preocupación era algo nuevo o si ya había existido desde antes.
Se quitó un anillo del dedo y se lo entregó.
—Enviad esto junto con mis hombres al rey Enrique. Él se ocupará de que a mi esposo lo traten bien y de que no le falte de nada.
—Lo haré. Te lo juro —tomó el anillo y se puso en pie preguntándole—: ¿Qué va a hacer?
Jackson se encogió de hombros.
—Lo único que puedo hacer. Cambiar mi vida por la suya.

Al día siguiente por la mañana, Jackson había encontrado el campamento. Desde su caballo vio las tiendas desperdigadas por el valle que había al otro lado de la aldea de Tuan.
Un vacío sobrecogedor lo invadió, pero fue bien recibido ya que arrastró con él el frío temor que había experimentado desde que supo de la desaparición de Mark. Ese vacío le resultó familiar y lo dejó insensible para poder enfrentarse a lo que el futuro le deparara.
—Mi señor.
Aunque no había oído al jinete aproximarse no necesitó darse la vuelta para reconocer la voz de Yugyeom.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No se te ordenó que fueras a Wang?
—No logramos llegar —se situó a su derecha.
—¿También tienen a tu esposo? —Jaebum de Goyang se situó a su izquierda.
Ante la pregunta de Goyang, Jackson se volvió sorprendido y asintió.
—Sí. Diría que me alegro de verte pero dadas las circunstancias…
Jaebum se encogió de hombros y Yugyeom hizo lo mismo.
—Los dos deberíais marcharos. No hay necesidad de sacrificar vuestras vidas cuando soy yo al que quieren.
—Me anima ver que no has cambiado la elevada opinión que tienes de ti mismo —Jaebum se dirigió a Yugyeom al preguntar—: ¿Ha sido así durante los dos últimos años?
—Así es. El conde no ha cambiado un ápice.
—¿Así que conde? Había oído rumores pero no había tenido tiempo de investigar.
Jackson apretó los dientes y ese vacío que antes había sentido comenzó a llenarse de rabia. ¿Cómo podían estar bromeando en un momento así?
—Morderte los dientes sólo hará que te duela la mandíbula —Jaebum se inclinó hacia él—. Jackson, amigo mío, lo único que queremos es animarte un poco.
—Lo único que siento es ira.
—Pues tu ira hará que nos maten.
—No puedo contemplar mis últimos momentos de libertad con otra cosa que no sea ira y pesar.
Cuando Jackson hizo intención de moverse, Yugyeom le quitó las riendas de la mano.
—No. Discúlpame, pero no te dejaremos hacer esto solo. No así.
Jaebum colocó su caballo delante de Jackson, bloqueándole el paso.
—¿Ira y pesar? ¿Crees que eres el único que está sufriendo?
—No —miró a Yugyeom—. Nuestras parejas están sufriendo mientras nosotros estamos aquí conversando.
—Esperarán —dijo Jaebum—. No pueden hacer otra cosa.
—¿Y mientras tanto?
—Mientras tanto debemos planear qué hacer, a menos que ya hayas pensado en eso.
—Tengo la intención de ofrecerme a cambio de mi esposo.
—No pienses que lo harás —Jaebum sacó la espada de Jackson de su funda y señaló a Yugyeom—. Llévatelo de aquí hasta que podamos descubrir dónde se ha dejado el sentido común.
Su furia aumentó al ver que lo estaban tratando como a un jovencito insensato, con la diferencia de que ahora esa furia estaba dirigida a dos hombres que creía que eran sus amigos. Su enfado era tal que lanzó un puñetazo contra Jaebum. El hombre bien podría haberlo esquivado pero no hizo nada y recibió el golpe en el centro del pecho. Se balanceó sobre la silla, pero enseguida se enderezó.
—Eso ya está mejor.
Se quedó mirando a los dos que no parecían estar inquietos por nada. Se les veía calmados.
Sin embargo, alguien que los conociera bien podría fijarse en el apenas perceptible tic de la mandíbula de Yugyeom y en el intenso brillo de los ojos de Jaebum.
E incluso alguien que no los conociera podría darse cuenta de las armas adicionales que llevaban atadas a sus espaldas y a las sillas. Habrían visto que en lugar de una cota de malla, llevaban jubones cortos de piel.
Jaebum y Yugyeom estaban preparados para luchar. Él, por el contrario, ya no tenía energía para hacerlo. No sabía adónde había ido su fuerza, pero no podía desenterrarla de las profundidades donde quisiera que se hubiera hundido.
—Jackson escúchame. Sé que creíamos que esos días ya habían pasado, pero no podemos cambiar lo que nos espera. Lo único que podemos hacer es enfrentarnos a ello y vencer —dijo Jaebum en voz baja y calmada.
Yugyeom apretó el hombro de Jackson y añadió:
—O morir intentándolo.
—No puedes cambiar tu vida por la de tu esposo. Piensa.
—Ya he pensado. Lo es todo para mí.
—¿Su vida tiene más valor?
Jackson miró a Yugyeom y asintió.
—Sí, lo es. No lo comprendéis.
—No —le respondió Jaebum—. Eres tú el que no lo comprende. Aunque puede ser verdad que Yugyeom aún no tenga unos sentimientos profundos hacia su esposo, yo llevo casado cerca de diez años y he amado a mi pareja. Pero el día que regresé a casa, lo encontré teniendo al hijo de otro hombre.
Jackson sintió dolor por su amigo que durante su cautiverio no había dejado de pensar en su esposo ni un solo día. ¿Cómo había sido capaz de perdonarlo?
Con un suspiro, Jaebum prosiguió:
—El amor fue una lección dura de aprender con las semanas que siguieron… tanto para él como para mí. Y ahora no sólo él estaba cautivo, sino que nuestro hijo ha sido raptado. Conozco tu miedo y sé por qué no te resulta algo familiar.
—Pero yo ya he conocido el miedo antes.
—Sí —Yugyeom le apretó el hombro con más fuerza—, pero era un miedo que sentías sólo por ti. Jackson eras un niño cuando te llevaron al palacio de Morigatte. No habías conocido el amor y nunca habías tenido la oportunidad de ser un hombre. Nunca habías sido responsable de las vidas y del bienestar de otras personas como lo eres ahora. El rey no te hizo un gran favor al nombrarte conde y en una tierra y hombres, te dio responsabilidades añadidas que no habías tenido antes.
—Yo atiendo mis responsabilidades.
—Sí, y muy bien además. No puedes decirme que no te preocupas por Wang y por las vidas de los que viven y trabajan allá. No podrías convencerme de que no estas aterrorizado por el bienestar del joven Mark.
—Tu miedo harán que lo maten.
La verdad en los ojos de sus amigos lo golpeó. Cerró los ojos. Ofrecerse a cambio de Mark no sería suficiente. Aryth mentiría y al final los tendría a los dos.
Jackson preferiría la muerte de los dos antes que permitir que cualquiera de ellos cayera bajo el poder de ese hombre.
—Necesito una daga y una espada corta —supo que había elegido bien a su capitán cuando Yugyeom le entregó una daga bien afilada y una espada con una longitud que no superaba la de su antebrazo.
Mientras Yugyeom ataba los caballos al árbol, él se quitó la camisa y la hizo jirones. Después de quitarse las botas usó las tiras de tela para envolverse las piernas, desde el tobillo hasta la rodilla. Eso le protegería más que únicamente su piel.
Seguro de que la tela no se movería de su sitio, se levantó y dio un paso hacia la luz del sol. Tras tomar la daga en una mano y la espada corta en la otra estiró los hombros, miró al cielo y dejó que la calidez del sol lo envolviera. Tal y como era costumbre, los dos hombres le flanquearon e hicieron lo mismo.
En ese momento una fría determinación reemplazó la furia y el miedo.
—¿Listos? —les preguntó.
Ya habían luchado una vez consiguiendo así su libertad. Y volverían a hacerlo. El fracaso no sería una opción… lo lograrían.
Yugyeom lanzó un gruñido y los labios de Jaebum se torcieron en la sonrisa más diabólica que Jackson había visto en muchos meses.
—Vamos.


Con los brazos apretados fuertemente alrededor de sus rodillas. Mark estaba sentado sobre el sucio suelo balanceándose hacia delante y hacia atrás.
Desde que Huitaek y su compañero lo habían llevado allí, nadie lo había molestado. Tras ordenarle que no saliera de la tienda bajo ninguna circunstancia, Huitaek le había dicho que le sirviera de consuelo el hecho de que no lo querían a él.
¿Cómo había podido equivocarse tanto con Huitaek? Había pensado que era su amigo y, aparte de Youngjae había sido la única persona en Poitiers en la que había confiado.
¿Consuelo? ¿Creía que lo consolaría saber que los hombres que habían tenido cautivo a Jackson querían devolverlo a la esclavitud?
¿Qué clase de consuelo podía darle eso?
Si finalmente lograban su propósito de capturarlo, preferiría morir. Apoyó la frente sobre las rodillas. Suicidarse era pecado y, aunque no estaba seguro, probablemente sólo el contemplar esa posibilidad también lo era.
Sí, ya sabía que todos los días alguna pareja tenía que aprender a vivir sin el amor de su marido, pero él no podía imaginarse cómo. Sólo pensarlo hacía que se le cayera el alma a los pies.
Unos fuertes gritos se oyeron en la tienda que había junto a la suya. Algo en la voz del ocupante le resultaba familiar. Era una voz conocida.
—¡Sal de aquí, hijo del diablo! ¡Mi marido te arrancará la cabeza con sus propias manos!
Junbi. ¿Cómo lo habían capturado? ¿Significaba eso que también tenían a Yugyeom? ¿Estaría Jackson con él?
Mark levantó la lona de la tienda y miró por debajo. La tienda de al lado se encontraba a menos de un brazo de distancia. Escarbó en la tierra y encontró unas piedras las guardó en la mano y esperó. Al instante, vio unos pies dirigirse hacia la tienda de Junbi. Los gritos del joven fueron silenciados con un fuerte golpe.
Se estremeció, pero mantuvo la boca cerrada. Esperó hasta ver que los pies salían de la tienda y tras contar hasta veinte, lanzó unas piedrecitas hacia la tienda.
Esperó y tiró unas más. Después de arrojar la quinta, un borde de la tienda de Junbi se alzó.
—¿Mark?
—Shh. Sí. ¿Está Yugyeom con vos?
—No, cuando me atraparon Yugyeom estaba recogiendo leña y dándome un momento para entrar en razón… Habíamos discutido.
—Oh, Junbi, lo siento —y era cierto. Verse forzado a un matrimonio no deseado no podía ser fácil.
—Yugyeom no estaba muy enfadado habría regresado enseguida. ¿Y Jackson?
—No. Él estaba en el torreón.
Los labios ensangrentados de Junbi temblaban.
—¿Creéis que vendrán a buscarnos?
—Por supuesto. Intentad estar callado hasta entonces —oyó voces aproximándose, le hizo una señal para que volviera al interior de la tienda, bajó el extremo de la lona y volvió a sentarse.
Wonpil y Huitaek entraron con una cuerda.
—Pensamos que te gustaría presenciar el entretenimiento.
—No. La verdad es que estoy bien aquí.
Wonpil fue hacia él y lo levantó del suelo sin ningún tipo de miramiento. Le colocó los brazos por detrás y le ató las muñecas.
Huitaek se acercó y le acarició la mejilla.
—Querido, si desempeñaras el papel de un esposo sumiso y obediente todo te resultaría más fácil.
—¿Sumiso? ¿Obediente? Vete al…
Lo que fuera que iba a decir fue interrumpido cuando Wonpil lo amordazó. Huitaek lo agarró de la camisa y le dijo:
—¿Te había dicho que tú eras parte del entretenimiento? —rasgó la tela hasta la cintura dejando su pecho casi completamente al descubierto.
—Es una pena que Jackson haya venido. Habría disfrutado saboreando tus encantos en su ausencia —deslizó un dedo sobre su pecho—. Aunque, ¿quién sabe? Tal vez aún pueda hacerlo.
Mark gritó, pero la mordaza hizo bien su trabajo.
Wonpil tiró de la cuerda.
—Si te caes, le arrastraré.
Se tropezó, pero logró mantener el equilibrio mientras él lo sacaba de la tienda como si fuera un animal.


Blandiendo sus armas, Jackson, Yugyeom y Jaebum entraron en el campamento uno al lado del otro. Las tiendas formaban un círculo dejando el área del centro vacía.
Jackson se detuvo en medio de ella de frente a la tienda más grande.
—Aryth, vengo a por mi esposo.
Jaebum tenía razón. Ese devorador miedo que había sentido había sido por Mark y, en lugar de centrar su energía en liberarlo, la había malgastado con una preocupación inútil.
El amo del antiguo esclavo de Morigatte salió de su tienda con lo que parecía ser una pata de carne.
—¿Quién ha interrumpido mi comida? —miró a los tres hombres y sonrió—. Oh, veo que las ovejas perdidas han vuelto al redil —se rió con su propia broma—. ¿Es que no os parece divertido?
—¿Dónde está Mark?
—¿Y Junbi?
—¿Y Jinyoung?
Aryth alzó la mano y chasqueó los dedos. Los tres jóvenes fueron sacados de tiendas distintas.
Jackson mantuvo la cara inmóvil, no expresó ninguna clase de sentimiento y los otros dos hombres hicieron lo mismo. Conocían bien a Aryth. Encontraría su debilidad y la emplearía en su contra.
Jackson no necesitó más que una breve mirada para ver que su esposo no estaba herido. Las ataduras, la ropa rasgada y la mordaza no eran más que un artificio para provocar en él una reacción.
Pero no caería en la trampa.
—¿Qué me daríais a cambio de las vidas de vuestros esposos?
—¿A cambio? —Jackson enarcó una ceja—. No habrá intercambio. O nos lo devolvéis u os los quitamos. Ya maté al último hombre que intentó capturarlo, unos pocos más no importan.
—Ah, me preguntaba qué le habría pasado al imbécil que envié a Poitiers. No era tan difícil capturar al joven que te había encantado y que serviría de cebo. Se merece haber muerto por haber fracasado. Sin embargo, parece que tu libertad te ha dado sentido del humor —le dirigió una terrible mirada—. Pero yo mismo me encargaré de quitártelo.
—Mi día estaría completo si lo intentaras —sabía que el amo de los esclavos jamás pensaría en atacarlo. Al menos no sin unas cadenas que le sujetaran los tobillos y unas esposas en sus muñecas. Aryth era un cobarde.
—¿De modo que los tres pensáis luchar contra todo mi campamento para liberar a vuestras parejas?
Jackson y sus compañeros asintieron.
El hombre dio un paso atrás como si hubiera quedado impresionado.
—Tengo catorce hombres.
—Que sean dieciséis y que empiece la batalla.
—¿Dieciséis?
Jackson señaló con la punta de su daga a los dos hombres que había detrás de Mark. Wonpil y Huitaek.
—Con esos dos ya seríais dieciséis —con mucho agrado les quitaría la vida porque no dudaba que habían sido ellos los que habían llevado a Mark hasta allí.
Huitaek palideció y dio un paso atrás.
—No, gracias yo no lucho mano a mano.
Aryth alzó la mano y dobló un dedo. Dos de sus hombres agarraron a Huitaek antes de que pudiera escapar y lo llevaron a rastras hasta tirarlo a los pies del amo. Él le tiró del pelo y, tras ponerle un cuchillo en la garganta, le dijo:
—Lucha y muere con valentía o muere como un perro.
—Pero no puedo… —la voz de Huitaek comenzó a apagarse a medida que el cuchillo se deslizaba sobre su garganta dejando a su paso un borboteo de sangre.
Aryth soltó al hombre muerto.
Jackson oyó a una de las parejas caer al suelo, pero se negó a mirar para poder seguir centrando su atención en Aryth.
—Bien, entonces que sean quince —le dijo.
Wonpil corrió y se arrodilló ante Aryth.
—Mi señor, soy un hombre libre que os ha servido bien.
—Y me servirás bien ahora, porque si no lo haces perderás el derecho a tu libertad.
—Estos hombres me matarán.
—Les has traicionado no esperaría que hicieran menos —y dirigiéndose a dos de sus hombres añadió—: Lleváoslo y preparadlo para la lucha… de mañana.
—¿Mañana? —preguntó Yugyeom.
—Sí. Me has oído bien. Mañana. Mis hombres necesitan descansar. Podéis pasar la noche con vuestros esposos o solos no me importa.
—Como conde de este reino, quiero una tienda, comida y privacidad para mis compañeros y para mí —le dijo Jackson.
—Por supuesto. Jamás trataría mal a los hombres del rey… al menos, no aquí. Sin embargo espero que no os importe que las tiendas estén vigiladas… —se detuvo para a continuación añadir—: sólo para asegurarnos de que estéis a salvo.
—No. No habrá guardias. Ya que sabes lo importante que soy para el rey, espero que me trates como a un invitado.
—Que durmáis bien —dijo Aryth antes de dirigirse a su propia tienda.
Cuando los tres hombres fueron a reunirse con sus parejas. Jaebum susurró:
—¿Qué creéis que está tramando?
—Creo que sabe que esta noche no vamos a dormir, que estaremos despiertos pensando en la batalla, preocupándonos por si nos atacan mientras dormimos o… yaciendo con nuestros esposos —sugirió Jackson.
—No sé vuestras parejas, pero me temo que la mía me matará antes de que llegue la mañana —añadió Yugyeom con un suspiro.
Jackson miró a Mark. Aún no había pasado el tiempo suficiente con Aryth para asustarse de verdad. La única emoción que surcaba el rostro de su esposo en ese momento era la furia. Y a juzgar por su mirada, parecía que estaba dirigida únicamente a él.
Estaba claro que no sabía que lo peor estaba aún por llegar. Deteniéndose delante de él, lo miró mientras recogía el extremo de la cuerda que le colgaba por detrás de la espalda.
Yugyeom hizo lo mismo con Junbi mientras Jaebum levantaba del suelo a su esposo inconsciente antes de decirles a sus amigos:
—Como ha dicho Aryth, que durmáis bien. Hasta mañana —les dijo Jaebum y esperó a que un guardia les indicara la dirección.
Como si no estuviera seguro de qué hacer, Yugyeom enarcó las cejas a modo de pregunta. Jackson se encogió de hombros antes de darle un tirón a la cuerda que tenía en las manos.
—Vamos, esposo.
El abrió los ojos de par en par, pero lo siguió hasta la tienda.



1 comentario:

  1. OMG
    Estos que.... En que se van a meter... En que estánentudos!!!
    Si hubiera escuchado al suegrito y se llevara a sus hombres no estarían en desventaja

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...