Vikingos I -3


 
Bulgar, sobre el recodo oriental del río Volga, con un gran puerto de reembarque donde se encontraban Oriente y Occidente. Aquí, los largos navíos vikingos comerciaban con caravanas de las estepas de Asia Central y mercaderes árabes de las provincias orientales. De Bulgar partía hacia el este la legendaria Ruta de la Seda que llegaba a China.
 
Una variada humanidad se congregaba en Bulgar, desde ladrones y asesinos hasta mercaderes y reyes. Al comenzar el verano, Siwon Choi: atracó aquí su espléndido navío y se abocó a la tarea de incrementar la fortuna que había acumulado en su viaje. Portentoso negocio el comercio.
 
Después de pasar inesperadamente el invierno con una tribu de eslavos nómadas, Siwon no tenía deseos de demorarse. Estaba ansioso por emprender el regreso. Todavía tenía que hacer un aparada a deshacerse de veinte esclavos que le había dado Aleksander Stasov y poder, así, hacer el viaje de retorno a mayor velocidad. Su primer viaje a Oriente había estado lleno de sorpresas, pero había sido muy satisfactorio.
 A mitad de camino a su destino final encontraron un barco que estaba siendo atacado por un grupo de eslavos que vivían a lo largo de la orilla del río. Los gritos desgarraban el aire sereno. Siwon ordenó tomar los remos y alcanzaron al barco antes que el sanguinario ataque terminara. El y sus hombres abordaron el navío más pequeño y sin velas y mataron a los atacantes que no huyeron con suficiente rapidez al divisar su gran navío vikingo.
 
Sólo un jovencito con su pequeño hijo quedaban con vida y eso porque se habían ocultado dentro de un gran barril. Uno de los hombres de Siwon y veterano viajero, hablaba la lengua eslava del joven. Descubrió que era hijo del poderoso jefe de una tribu eslava. Su esposo había sido muerto y él Iloró junto a su cuerpo mutilado mientras relataba la masacre.
 
Los atacantes eran miembros de una tribu enemiga que había venido a matarlo a él y a su criatura en venganza par ciertas acciones de su padre. Este ataque no había sido el primero.
 
Siwon mantuvo inmediatamente un consejo con sus hombres a fin de decidir qué harían con el joven. Se impuso la sensata opinión de Hyukjae, el amigo mas íntimo de Siwon y tan allegado a él como un hermano de sangre. Puesto que ya se habían hecho enemigos entre los que huyeron, no necesitaban hacerse de más devolviendo al joven a su tribu a cambio de un rescate. Viajarían por esta ruta en el futuro y podría resultar ventajoso tener amigos en la región . Así fue que devolvieron al jovencito y el niño al padre del joven sin pedir recompensa. Se celebraron festines en honor a ellos, uno tras otro, y los días se convirtieron en semanas. Llegaron las lluvias y tuvieron otra excusa para quedarse, porque Aleksandr Stasov era un anfitrión excelente y a ellos nada les faltaba. Finalmente se hizo demasiado tarde para hacer la última parada y volver a sus tierras antes del frío, de modo que se quedaron para pasar el invierno.
 
Al llegar la primavera, el agradecido jefe los despidió con veinte esclavos y una bolsa de plata para cada tripulante en total, el tiempo que perdieron valió la pena.
 
Y así, jóvenes en su primer viaje a Oriente, se demoraron y gozaron de lo novedoso y desusado. Siwon compró muchos presentes para su familia. Algunos los distribuiría a su regreso; otros los guardaría para ocasiones y ceremonias especiales. Hizo hacer para su madre collares y brazaletes con piedras preciosas que compró baratas a los árabes y también adquirió seda china. Para su padre encontró una espada espléndida como la suya, con su preciada hoja de Renmm y Ia empuñadura ricamente cincelada e incrustada con oro y plana. Para su hermano Yunho compró un casco de oro, símbolo de liderazgo.
 
Compró regalos para  sus  amigos  y  chucherías  para  Jooahn,  la mujer que dirigía su casa y mandaba a sus esclavos durante su ausencia. Para sí mismo fue extravagante sedas y bracitos bizantinos para hacer ropas y tapices de Oriente para su casa y un barril de utensilios de hierro que haría las delicias de sus esclavos.
 
Este día de mediados de verano, con un cielo sin nubes y casi blanco en su intensidad, Siwon entró en la casa del orfebre, acompañado de su amigo Hyukjae.
 
El hombrecito levantó la vista de su banco de trabajo y fijó sus ojos entornados en los dos recién llegados. Ambos eran de gran estatura, con pechos amplios, y en sus brazos desnudos se retorcían los músculos como gruesas cuerdas. Tenían cuerpos sólidos y fuertes sin una onza de carne en exceso. Uno tenía pelo rojizo; el otro era rubio e iba afeitado. El rubio tenía ojos fríos y escépticos para alguien tan joven. El otro tenía ojos sonrientes.
 
Estaba esperando al vikingo rubio porque éste le había pedido que le hiciera un bello medallón de plata con la imagen de un hermoso joven grabado en el reverso. Le había dado un dibujo de esta muchacha y el orfebre estaba orgulloso de su obra. En el anverso había un airoso navío vikingo de nueve remos, y sobre el barco un martillo con alas entrecruzadas y un espadón. En el reverso estaba la imagen de la joven, cincelada con fino detalle, fiel reproducción del dibujo. ¿Un novio, quizá? ¿O una esposo?
 
— ¿Está terminado'? —  preguntó Siwon.
 
El hombre sonrió y, abriendo un saquito forrado de piel, sacó el medallón con su larga cadena de plata.
 
— Esté terminado.
 
Siwon arrojó una libra de plata sobre la mesa, tomó el medallón y pasó la cadena por su cabeza sin siquiera mirarlo. Pero Hyukjae, picada su curiosidad levantó el grueso disco del pecho de Siwon y lo examinó con atención.
 
Admiró los símbolos de poder, de riqueza y de fuerza, pero cuando volvió el medallón sus cejas se unieron en un ceño de desaprobación.
 
— ¿Por qué? — Siwon se encogió de hombros y se di rigió a la puerta, pero Hyukjae lo siguió y lo hizo detenerse. — ¿Por qué torturaros así? — preguntó Hyukjae—. El no es digna de vos.
 
Siwon alzó las cejas sorprendido.
 
— ¿Y vos lo decís?
 
Hyukjae hizo una mueca.
 
— Sí, yo lo digo. Es mi hermano, pero no puedo perdonarle lo que hizo.
 
— Bueno, no os inquietéis, amigo mío. Lo que sentí a por Zhoumi ha muerto... hace mucho.
 
— ¿Entonces,  por  qué  esto?  — preguntó  Hyukjae  señal   ando  el medallón.
 
—Un recordatorio — respondió Siwon con voz dura— . Un recordatorio de que en ninguna pareja se puede confiar.
 
— Me temo que mi hermano os ha dejado su marca, Siwon. No sois el mismo desde que él se casó con ese gordo mercader.
 
Una sombra pasó por los ojos del hombre más joven, pero sus labios se curvaron en una cínica sonrisa.
 
— Simplemente, ahora soy más sabio. Nunca más caeré en las redes de los encantos de una pareja. Una vez abrí mi corazón y no lo volveré a hacer. Ahora ya los conozco, sé cómo son.
 
— No todas son iguales, Siwon. Vuestra madre es diferente. Nunca he conocido una pareja más buena o más generosa.
 
Las facciones de Siwon se suavizaron.
 
— Mi madre es la única excepción. Pero vamos, basta de esto. Hoy, en nuestra última noche, me propongo beberme un hand de cerveza y vos, amigo mío, tendréis que llevarme al barco cuando haya terminado.
 
 
 
Sentado en medio de su gran cama, Heechul pulía su espada con el cuidado que se dedica a una posesión muy apreciada. Ciertamente, apreciaba mucho su espada. Finamente forjada y templada, a medida para él, el arma era liviana, pero tenía el filo de una navaja. Era un presente que le dio su padre el día que cumplió diez años. Su nombre estaba grabado en la empuñadura de plata, rodeado de rubíes y brillantes zafiros del tamaño de guisantes grandes.
 
Heechul valoraba esta espada más que a todas sus otras posesiones, si no por otra razón, porque era un símbolo del orgullo que sentía su padre por sus hazañas.
 
Ahora la apoyó contra su frente, perdida en sombrío s pensamientos ¿Su cuerpo lo convertiría en prisionero en la tierra de su esposo? ¿Podría volver a empuñar esta espada para pelear como cualquier hombre por lo que era suyo? ¿O tendría que actuar en todo como un joven esposo, sin volver a usar jamás sus habilidades?
 
¡Malditos los varones y sus costumbres establecidas! El no sería tratado así. ¡Sometido y gobernado, jamás! No se mostraría complaciente. ¡El era Kim Heechul no un doncell gimiente y cobarde!
 
Resoplando de indignación, Heechul no oyó que su tía entraba en la habitación y cerraba silenciosamente la puerta. Boah miró a su sobrino con ojos cansados y tristes.
 
Boah había cuidado a su esposo durante meses de sufrimientos, perdiendo cada día más sus fuerzas. Cuando él murió, también murió una parte de ella, porque lo amaba profundamente. Ahora había estado haciendo lo mismo por su hermano Sooman. ¡Señor del Cielo, no más muertes, por favor!
 
Heechul se sobresaltó cuando percibió por el rabillo del ojo la figura encorvada de su tía. Se volvió y apenas reconoció a Boah. La mujer tenía el pelo en desorden y el vestido manchado, pero era su cara lo que resulta mas turbadora por lo diferente: blanca como la harina, los labios tensos, círculos oscuros alrededor de los ojos enrojecidos.
 
Heechul se levantó de la cama y condujo a su tía hasta el largo canapé dorado junto a la ventana.
 
— Boah, habéis estado llorando y eso no es propio de vos — Miro con preocupación — . ¿Qué sucede?
 
  Oh, Heechul, muchachito. Vuestra vida está cambiando tanto. No es justo que todo suceda a la vez— Heechul sonrió débilmente.
 
— ¿Habéis estado llorando por mí tía? No es necesario
 
— No, querido, no por vos, aunque lo haré seguramente. Es vuestro padre, Heechul. Sooman ha muerto.
 
Heechul retrocedió. De repente se puso mortalmente pálido.
 
— ¿Cómo podéis bromear con una cosa así? — dijo en  tono de acusación— ¡Eso no puede ser!
 
— Heechul— suspiró Boah, y estiró una mano para acariciar a su sobrino en una mejilla
 
— Yo no os mentiría. Sooman murió hace una hora.
 
Heechul meneó lentamente la cabeza, negando las palabras.
 
— No estaba tan enfermo. ¡El no puede morir!
 
— Sooman tenía la misma enfermedad que mi marido, pero por lo menos no sufrió tanto.
 
Los ojos de Heechul estaban del tamaño de platillos y llenos de horror.
 
— ¿Vos sabíais que él iba a morir?
 
  Sí, lo sabía.
 
— En nombre de Dios, ¿por qué no me lo dijisteis? ¿Por qué me dejasteis creer que se pondría bien?
 
— Fue su deseo, Heechul. El me prohibió decírselo a nadie, especialmente a vos. Sooman nunca pudo soportarlas lágrimas y bastante tuvo con las mías.
 
Ahora  las  lágrimas  brotaron  de  los  ojos  de  Heechul. Eran  algo totalmente desconocido para él porque nunca las había vertido antes.
 
—Pero yo hubiera debido cuidado en vez de seguir mis actividades como si nada malo sucediera.
 
— El no quería que sufrieras mucho, Heechul. Y hubierais sufrido si lo hubieseis sabido. De esta forma, sufriréis un tiempo y después lo olvidaréis. Vuestro inminente matrimonio os ayudará.
 
— ¡No! ¡Ahora no habrá boda!
 
— La palabra de vuestro padre ha sido entregada, Heechul — dijo Boah con un asomo de impaciencia — . Debéis honrarla aunque él haya muerto.
 
Heechul no pudo seguir conteniendo los sollozos que le desganaban el corazón.
 
— ¿Por qué tuvo que morir, tía? ¿Por qué?
 
Lord Kim Sooman fue sepultado en una mañana despejada y azul. Los pájaros acababan de empezar a saludar el día y la fragancia de las flores silvestres flotaba en el fresco aire matinal.
 
Heechul, ahora con los ojos secos, vestía de negro de pies a cabeza. Llevaba una túnica y pantalones ceñidos con tiras de cuero y encima una flotante capa orlada con cordones de pinta. Los únicos colores llamativos eran el blanco de su cara y la plata reluciente de su espada.
 
Su tía había expresado desaprobación por este atuendo, pero Heechul se mantuvo inflexible. Su padre lo había tratado y criado como a un hijo varón y él vestiría como ese hijo para la despedida final.
 
La gente de la aldea estaba presente y muchos lloraban en alta voz. Boah estaba a la derecha de Heechul con un brazo sobre los hombros del muchacho. Jaejoong y Yoochun estaban a la izquierda. Yoochun pronunció palabras de alabanza y de glorias pasadas, pero Heechul no las escuchó.
 
Heechul se encontraba perdido sin él, y un terrible sentimiento de vacío lo envolvía. Pero se mantuvo orgulloso para que lo vieran sus gentes. Sólo sus ojos, mortecinos, faltos de brillo , delataban su dolor.
 
En eI momento que Yoochun terminó de hablar se hizo un silencio solemne. Y entonces, con gran sorpresa de los presentes, un jinete surgió al galope de entre los árboles y se apeó junto a las gentes reunidas. Saltó de su caballo y se dirigió enseguida hacia donde estaba Heechul.
 
— Vuestro prometido ha llegado — dijo muchachito, sin aliento — . Yo regresaba de Anglesey y en el camino pasé al grupo.
 
— ¿Cómo sabéis que es mi prometido? — preguntó Heechul con aprensión. No estaba preparado para esta noticia con su padre recién sepultado.
 
— ¿Quiénes otros podrían ser, si no? — replicó el hombre — . Es un grupo numeroso de hombres enormes y rubios. Son vikingos, sin duda.
 
Voces alarmadas brotaron de la multitud, pero Heechul sólo pudo pensar en su propia situación.
 
— ¡Dios de los Cielos! ¿Por qué ahora? — gritó.
 
A esto el muchachito nada pudo responder. Boah lo atrajo hacia sí.
 
— Por qué, no importa, querido. Está hecho. — Entonces se dirigió al mensajero:— ¿A qué distancia están ellos?
 
— Al otro lado de aquellos árboles. — El hombre señaló al noroeste — Una milla, aproximadamente.
 
— Muy bien — repuso Boah — . Debemos recibirlos en la mansión. Vosotros, aldeanos, regresad a vuestra aldea. Nada debéis temer de estos vikingos Vienen en son de paz.
 
De regreso en la mansión, Heechul empezó a pasearse nerviosamente en la gran cámara de recepción. Fergus aguardaba con ansiedad junto al resto de la familia. El era responsable de que los vikingos estuvieran aquí y deseaba recibirlos bien. Había pasado una larga temporada en una tierra hostil hasta encontrar al clan Choi. El jefe del clan en persona había recibido a Fergus y concertado el pacto en nombre de su hijo, dando solemnemente su palabra de que todo sería según lo convenido. Con la muerte de lord Sooman, el joven novio valía una fortuna, pues las tierras y la mansión ahora le pertenecían y, por lo tanto, a su marido. Sin duda, los vikingos quedarían contentos.
 
— Heechul, querido, sería más apropiado que os pusierais un traje mas elegante, menos tosco — sugirió Boah.
 
  No.
 
— Heechul, no podéis recibir a vuestro futuro esposo así. ¿Qué pensará él?
 
— ¡He dicho no! — dijo Heechul y siguió su nervioso caminar. Jaejoong miraba complacido a su hermanastro. Se divertía porque adivinaba que Heechul estaba inquieto. Suponía que el joven debía de estar preguntándose con preocupación si su prometido querría casarse antes de zarpar. La boda podía ser esta misma noche, o al día siguiente. Y después vendría la noche de bodas, y el terror. Jaejoong casi rió abiertamente. Habría dolor esa primera noche y Heechul creería que sería así siempre, gracias a él.
 
Qué dulce venganza. Si por lo menos pudiera estar allí para mirar. Heechul estaba pensando exactamente eso. No estaba preparado para el matrimonio y no lo estaría nunca. No le habían enseñado a sufrir dolor sin vengarse. ¡Pelear! Santo Dios, ¿y si mataba a su marido por reclamar sus derechos? Sería su propia sentencia de muerte.
 
Estos pensamientos desbocados se sucedían en su mente cuando la primera piedra golpeó contra la puerta de la mansión. Exclamaciones de sorpresa salieron de todas las gargantas. Miradas inquisitivas se encontraron con miradas confundidas, pero cuando del patio llegó un grito ahogado, seguido de otra piedra contra la puerta, Heechul salió a la ventana para observar la escena con ojos incrédulos.
 
— ¡Santo Dios, están atacando!
 
Un sirviente yacía decapitado en el sendero que iba a los establos y el patio estaba lleno de vikingos que blandían hachas y espadas. Dos hombres manejaban una pequeña catapulta de tosca construcción. Una tercera piedra golpeó la puerta. Desde el pie de la colina se elevaban oscuras espirales de humo: la aldea ardía
 
Heechul se volvió hacia el grupo que estaba a sus espaldas. Janghoon se encontraba entre ellos y le miró con expresión acusadora
 
— ¿Es así como vuestra gente viene por un novio? — Janghoon no encontró una respuesta apropiada, pero Fergus habló con vacilación.
 
  Estos vikingos no pueden ser los que yo busqué
 
— Mirad, entonces y ved  si  los  conocéis!  —ordenó  Heechul con brusquedad.
 
— Heechul, calmaos — dijo Boah, aunque su voz revelaba su ansiedad
 
Fergus fue hasta la ventana y le llevó nada más que un segundo reconocer al alto jefe del clan Choi. Kangta el Ansioso estaba al frente de sus hombres, gritando órdenes.
 
— ¡Esto no es posible! —  gritó Fergus, enfrentando al pequeño y aterrorizado grupo del salón—. ¡EI dio su palabra!
 
Otro pedrusco contra la puerta impulsó a Heechul a la acción.
 
—Janghoon,  ¿estáis  con  nosotros  o  con  vuestros  traidores parientes? Debo saberlo antes de volveros la espalda.
 
El pareció profundamente ofendido.
 
—Con  vos,  milord.  No  quiero  parentesco  alguno  con estos escandinavos que no hacen honor a su palabra.
 
  Así sea —  replicó Heechul — . Esos tontos nos han  dado tiempo de preparSeunghyuns apedreando una puerta que no esté atrancada. Yoochun, id a atrancada antes que hagan más daño.
 
Yoochun se apartó de ella con los ojos llenas de horror.
 
  ¡Heechul. son treinta o más contra nosotros tres!
 
—Cuatro, maldito seas! —  replicó él — . ¿Creéis que yo me quedaré quieta mirando?
 
—Heechul, sed razonable, ¡No tenemos posibilidad alguna!
 
— ¿Sugerís que nos rindamos? Tonto, ¿os habéis olvidado de las islas de Gyeongsang? Los que no pelearon, lo mismo que los que lo hicieron, encontraron todos el hacha ensangrentada. ¡Ahora, atrancad la puerta! Fergus, reunid a los sirvientes y armadlos. Janghoon, asegurad los fondos de lacia y reuníos conmigo en el hall. Estaremos esperando a los malditos bastardos cuando la puerta finalmente ceda.
 
Todos partieron a seguir sus instrucciones sin hacer más preguntas. Jaejoong seguía acurrucado en un rincón, llorando histéricamente. Boah también estaba próxima a las lágrimas cuando aferró a Heechul de un brazo para detenerlo.
 
— ¡No podéis luchar contra ellos, Heechul! ¡Os matarán lo mismo que a un hombre!
 
— Me matarán de todos modos, tía. Mi padre me entrenó para esto. ¡Moriré luchando con honor antes que llorar de autocompasión como está haciendo Jae!
 
— A vos no os matarán, Heechul, si no os resistís —insistió Boah— Ellos toman a las parejas  y..
 
— ¡Jamás! —  la interrumpió Heechul— . ¡Prefiero mor ir a ser un cautivo de los vikingos!
 
Con eso, Heechul salió resueltamente de la estancia y dejó a Boah y Jaejoong entregados a sus plegarias. Pero antes de que todos los sirvientes estuvieran reunidos y armados, la barrera se rompió y un escalofriante grito de guerra llegó desde el patio. Un momento después, una docena de hombres sedientos de sangre irrumpieron a través de la puerta destruida e invadieron el hall.
 
Heechul estaba de pie en el arranque de la escalera, con las piernas separadas y la espada desenvainada. Un hacha le pasó a pocos centímetros. Yoochun fue el primero en caer. Janghoon vino desde atrás y enfrentó a dos de los suyos. Luchó gallardamente, pero era viejo y se cansó en enseguida. Sin embargo, derribó a uno antes de que la espada del otro le atravesara el cuerpo y pusiera fin a su vida.
 
Cinco hombres vinieron hacia Heechul. Cuatro pasaron junto a él y subieron la escalera para perderse en el laberinto del primer piso. El enfrentó sin temor al restante. Le dolían el brazo y la espalda por el esfuerzo, pero los gritos que llegaban a través de la puerta cerrada de la cámara de recepción aumentaron su determinación. Con una fuerza que no sabía que poseía, arrancó la espada de manos de su atacante y le atravesó un brazo con la suya. Se hizo a un lado de un puntapié, pero rápidamente otro hombre más viejo lo reemplazó. Heechul siguió luchando aunque sus fuerzas empezaban a flaquear, hasta que la espada del hombre le partió la suya en dos con un poderoso golpe.
 
Heechul miró estúpidamente el arma rota en su mano. No vio el golpe mortal que venía hacia él, ni oyó el grito angustiado de Fergus.
 
— ¡No! ¡El es lord Heechul!
 
Enseguida, Fergus se interpuso entre él y la brillante espada y lo empujó hacia atrás. La poderosa espada de doble filo le seccionó el brazo, que cayó al suelo con un ruido sordo y pavor oso. Fergus, con su vida apagándose lentamente, cayó a los pies de Heechul.
 
 
Kangta el Ansioso miró al joven con curiosidad.  Pensar que había luchado con él y que casi lo había matado. Hubiera sido un deshonor que no habría podido soportar. Así que éste era el joven que querían casar con su hijo.
 
Un doncell hermoso, sin duda, ahora que lo veía como lo que era. Y con un espíritu y coraje como nunca antes había visto en un joven. Hasta había logrado herir a uno de sus hombres. Ese regresaría a su casa lleno de vergüenza. Vencido por un jovencito. ¡Ja !
 
Era muy malo que él fuera el enemigo. Esta beldad de pelo renegrido habría sido un buen nuero. Habría tenido hijos con fuerza y coraje sin igual. En realidad, era una lástima.
 
Los sirvientes, que llegaron en último término, cayeron todos alrededor de Heechul. Corría la sangre por todas partes. Los gritos de la cámara de recepción habían cesado. Dos vikingos salieron de allí riendo y palmeándose las espaldas antes de reunirse a los demás para saquear la mansión. Boah y Jaejoong, ¿estaban muertos?, s e preguntó Heechul.
 
De la cima de la escalera llegó otro grito espasmódico y Heechul se volvió y vio su origen. Alane estaba allí, con una daga corta en la mano. El arma cayó de sus dedos y Heechul vio, horrorizado, que la vieja sirvienta, con el rostro gris y los ojos desorbitados, caía por la escalera para terminar en un charco de su propia sangre. Un hacha estaba grotescamente clavada en su espalda, de la que manaba a borbotones la sangre carmesí.
 
Fue el horror final, el último acto de locura que empujó a Heechul más allá de sus resistencias. Algo estalló en su mente y la oscuridad lo envolvió, aunque no alcanzó a borrarlo todo, porque todavía siguió oyendo voces y manteniéndose erecto. Alguien, otra persona, gritaba y gritaba. Sonaba muy cerca, él sabia que si estiraba una mano podría tocar a quienquiera que producía ese grito torturante. Pero no podía mover sus brazos. No importaba cuánto se esforzaba, no podía moverlos.
 
— Kangta, ¿puedes hacer que ese joven cese de gritar? Su locura está empezando a inquietar a los hombres. Ellos preferirían entregarlo a Hel que escuchar eso.
 
  Hay una sola forma que conozco — replicó Kangta el Ansioso, con voz cansada.
 
Heechul no sintió el golpe, pero por fin la oscuridad fue total. Ya no oyó el terrible alarido de la persona querida.
 
 
 
 

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...