Vikingos I -2

 
El baño había ayudado algo, pero no lo suficiente para permitirle moverse con facilidad. Heechul fue lentamente hasta una de las cuatro sillas parecidas a tronos que estaban frente al enorme hogar y se reunió con Janghoon. El empezó la lección donde la habían dejado el día anterior. Ahora comenzó a hablar en noruego, que Heechul entendía porque ese idioma fue lo primero que Janghoon le enseñó.
¿De veras hacía menos de un año que recibieron las noticias de la isla de Gyeongsang? Parecía mucho más tiempo. La noticia había sido un golpe tremendo y frenó a todos de miedo. Fue dos días atrás que su padre envió por él y Ie habló de la solución para su apurada situación. Heechul ni siquiera sabía que se encontraban en apuros.
En su mente veía claramente aquella reunión. Acababa de regresar de una cabalgata matinal con Gibok, su yegua color gris plata, cuando le avisaron que su padre quería verlo.
— Tendréis que casaros con un jefe escandinavo, hijo — fueron las primeras palabras de lord de su padre.
— Y tendré veinte hermosos hijos para que vengan a asolar nuestras costas — respondió Heechul.
 
Su padre, Sooman, no rió de la réplica y lo serio de su expresión hizo que a Heechul se le helará la sangre. Aferró los brazos de su sillón y esperó tensamente que él se desdijera de su afirmación anterior.
 
El suspiró con cansancio, como si todos sus años, y más, le hubieran caído encima de repente.
 
— Quizá vengan a asolar nuestras costas, pero no a atacarnos a nosotros.
 
Heechul no pudo evitar, que sus aprensiones se traslucieran en su voz.
— ¿Qué habeis hecho papá?
 
— El intermediario se puso encamino ayer. Viajará a Noruega y hará un pacto con los vikingos...
 
Heechul se puso de pie de un salto
 
— ¿Los vikingos que atacaron la isla de Gyeongsang?
 
— No, no necesariamente los mismos. El hombre buscara un jefe que quiera tomaros por esposo. Un hombre con poder.
 
— ¿Me ofreceréis de puerta en puerta? — lo acusó Heechul y miró desde arriba a su padre con sus ojos muy dilatados, sintiendo, por primera vez en su vida, que no conocía a este hombre que lo había engendrado.
 
— ¡No seréis ofrecido de puerta en puerta, Heechul! — dijo Sooman con convicción, sintiendo que, por todo lo que era sagrado para él, había actuado correctamente pese lo mucho que le dolía— . El hombre actuará con discreción. Envié a Fergus. El es hombre diplomático. Hará averiguaciones. Encontrará un hombre poderoso que todavía no tenga pareja y a él le hará el ofrecimiento. No seréis ofrecido como una mercancía. A Fergus se le dijo que preguntara sólo una vez. Si no tiene suerte, regresará y se acabó. Pero que el cielo nos ayude si regresa sin el nombre de vuestro futuro marido.
 
Heechul vio ante sus ojos todo rojo, rojo como la sangre.
 
— ¿Cómo pudisteis hacerme esto a mí?
 
  Es la única, forma, Heechul.
 
— ¡No, no lo es! — estalló— . Estamos a milla s de la costa. ¡Nada tenemos que temer!
 
— Los vikingos se vuelven más atrevidos cada año que pasa — trató de explicar Sooman — Las primeras noticias de su audacia vinieron antes de que yo naciera. La guerra frente a nosotros esta en sus manos. Al norte, nuestros hermanos les sirven, al este de Bretaña, donde se han establecido. Y ahora, por fin, han llegado a nuestras costas. Será solamente cuestión de tiempo antes de que hagan incursiones tierra adentro... quizás el año que viene. ¿Querríais ver nuestra aldea arrasada completamente? ¿Nuestros hombres muertos, nuestras parejas convertidas en esclavas?
 
— ¡No tendría por qué suceder! — gritó— . Sois un caballero diestro en las artes guerreas. Me habéis entrenado en tus normas arces. Podemos combatirlos, padre... vos y yo!
 
  Ah, Heechul, mi Heechul — suspiró él—. Soy demasiado viejo para pelear. Vos podríais matar a muchos, pero no los suficientes. Los escandinavos son una raza de gigantes. No hay otros como ellos. Son feroces, sin misericordia. Yo querría veros vivir, no morir. Y protegería al pueblo.
 
— ¡Sacrificándome a mí! —  siseó fuera de sí por la cólera — ¡A un viejo caudillo, quien, según vuestras propias palabras, será feroz y sin misericordia!
 
— En cuanto a eso no tengo que temer por vos. Sé que podéis cuidaron muy bien.
 
  ¡No  lo  haré!      exclamó  Heechul—  .  ¡No  consentiré ese matrimonio!
 
El ceño del hombre se ensombreció en toma amenazadora.
 
— ¡Lo haréis! Fergus lleva consigo mi palabra de honor.
 
— ¿Por qué no me dijisteis esto ayer? Sabíais que yo hubiera detenido a Fergus, ¿verdad?
 
— Sí, lo sabía, hijo. Pero lo que está hecho no puede deshacerse. Y esto es en parte a causa de vos, Vos estáis disponible. Jaejoong no, y vuestra tía, aunque todavía bella, es demasiado vieja. El vikingo esperara una novia joven.
 
— No me echéis la culpa a mí, padre! Todo eso es obra vuestra, no mía.
 
— He puesto ante vos cantidades de hombres, hombre s con riquezas, con títulos y de gallarda apariencia, ¡pero no quisisteis aceptar a ninguno! — le recordó lord Sooman con energía— . Hubierais podido casaron hace tiempo, pero en ese caso, desafortunadamente, habríamos acabado condenados.
 
—No me mostrasteis más que vanidosos aburridos y petimetres guapos. ¿Esperabais que yo eligiera de ese puñado de tontos?
— Os conozco, Heechul, No os hubierais decidido no   importa lo que os hubiera puesto delante. La sola idea del matrimonio os desagrada, aunque no entiendo por qué.
 
  En eso tenéis razón. mi señor — repuso con sequedad.
 
— De modo que he decidido por vos. Os casaréis con  el hombre que encuentre Fergus. Ya esta decidido –Heechul giró en  redondo y quedó de frente al fuego.
 
Su mente se rebelaba ante la idea pero se sentía completamente impotente. Él, que había sido entrenado para pelear, no podía encontrar una forma de combatir contra esto. Antes de rendirse, buscó un último recurso.
 
  Otro puede tomar mi lugar —  dijo en tono esperanzado — .Nadie se enterará.
 
— ¿Haríais pasar a un sirviente por un joven señor? —   preguntó Sooman con incredulidad — Si hiciéramos una cosa semejante, los vikingos se nos echarían encima, furiosos, para desatar la peor de sus venganzas. Fergus ensalzará vuestras virtudes, Heechul. ¡Os ensalzará a vos! ¿Qué sirviente, de aquí o de cualquier parte, posee vuestra belleza, vuestros modales o vuestro coraje! Llevaría años enseñar vuestras cualidades a un sirviente. Sois de origen noble, un joven señor en todos los aspectos, gracias a las gentiles enseñanzas de vuestra tía. Agradezco el día que vino Boah y os tomó en sus manos, pues de otro modo no seriáis digno de casaros con nadie, y menos con un escandinavo.
 
— ¡Bueno, yo maldigo ese día por lo que me ha deparado! — gritó Heechul.
 
— ¡Heechul!
 
Inmediatamente se arrepintió de sus palabras. Amaba a su tía profundamente. Huérfano de madre desde el nacimiento, Heechul se había aferrado al amor de la hermosa Boah cuando ella llegó hacía cuatro años, después de la muerte de su marido. Boah era la hermana menor de Sooman; se conducía y tenía el aspecto de una mujer de veinte años, en vez de los cuarenta que tenía. Había tomado a Heechul a su cuidado, aunque era demasiado tarde para enderezar los modales de varón que tenía el jovencito.
 
Había sido para él como una segunda madre, mientras que su madrastra sólo se dirigía a él para regañarlo. Hasta Sooman lamentaba amargamente haberse casado con esa mujer. Pero por lo menos su presencia no tuvo que ser soportada más que tres inviernos, porque murió un año después de la llegada de Boah. Sin embargo, dejó tras ella a su joven hijo Jaejoong, quien heredó los modales regañones de su madre.
 
— Lo siento, padre — dijo Heechul en voz baja, con sus ojos plateados fijos en el suelo y los hombros caídos en una actitud de derrota— Es que detesto esta decisión que habéis tomado.
 
—Sabía que os disgustaría, Heechul, pero no imaginé que sería para tanto —  replicó Sooman y se puso de pie para rodear con un brazo los hombros de su hijo — . Animo, muchacho. Admiráis el coraje y la fuerza y nadie tiene más de eso que los escandinavo. Algún día me agradeceréis este casamiento que os impongo.
 
Heechul sonrió con cansancio porque había perdido la voluntad de discutir. Dos semanas más tarde fue presentado a Janghoon, un mercader escandinavo que se había establecido en la Isla. Se le pagaría generosamente por instruir a Heechul en la lengua y costumbres noruegas, a fin de que «no entrase a ciegas en la guarida del león», como dijo su padre.
 
Para la época de la cosecha, Fergus regresó con el nombre del prometido, sellando definitivamente el destino del joven. El futuro esposo de Heechul no era el jefe de su clan como Sooman había esperado, pues era imposible encontrar hombres así que todavía no se hubieran casado. Era un príncipe mercader, hijo de un jefe poderoso que ya había servido sus años en la guerra y ahora estaba abriéndose camino en el mundo. Choi Siwon era el nombre.
 
No, Fergus no lo había visto personalmente porque el mercader estaba comerciando en el este. Sí, Siwon regresaría el próximo verano y vendría por su novio antes del otoño
 
  Todo quedó arreglado.
 
¡Arreglado, arreglado, arreglado, sin ninguna escapatoria!
 
Después de eso, Heechul contó los días con melancólico ánimo, hasta que sus energías juveniles lo impulsaron a borrar de su mente el desagradable futuro. Sólo sus lecciones diarias se lo recordaban constantemente. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, decidió sacar el mejor partido posible de la situación. Impondría su voluntad a su marido y sería libre de hacer lo que quisiera. Una nueva tierra, sí, pero no un nuevo Heechul.
 
La atención de Heechul volvió a Janghoon, quien ahora se preparaba a resumir la lección del día.
 
— Y así, Odín, Señor del Cielo, es el jefe de todos los dioses, dios de toda la sabiduría, conocedor del futuro. También el dios de la guerra. Odín, con su ejército de guerreros muertos, reunidos a su alrededor por las walkirias, cabalga a través de las nubes montado en Sleipnir, su incansable corcel de ocho patas. El sueño de todo vikingo es reunirse con Odin en el Walhalla, estancia del banquete eterno donde uno lucha todo el día y se regala durante toda la noche con jabalí sagrado, servido por las walkirias, hijas adoptivas de Odín. Mañana aprenderéis de los dioses menores, Heechul
 
  Oh, Janghoon — suspiró Heechul—, ¿Cuándo terminarán estas lecciones? —preguntó  él con  gentileza  sorprendente en un hombre tan grande.
 
—Claro que no —  repuso ella prestamente — . Os e stimo mucho. Si todos los vuestros son como vos, nada tendré que temer
  
El sonrió, casi con tristeza.
 
— Desearía que fuera así, Heechul. Pero, en verdad ser llamado vikingo. Muchos años han pasado desde que abandoné mi tierra. Vosotros, los cristianos. me habéis domesticado. Sois un estudiante aplicado, mi querido Heechul. Sabéis tanto de mi pueblo como de vuestros propios antepasados celtas. En adelante, hasta que llegue vuestro prometido, sólo repasaremos lo que ya habéis aprendido.,
 
— ¿Podéis hablarme más de ese clan al que ingresaré por mi casamiento? — preguntó.
 
— No mucho más de lo que ya os he contado. Yo sólo conocí al abuelo de vuestro prometido, Kangsi el Astuto. Fue un hombre de gran coraje. Kangsi gobernó con mano de hierro y luchó con Loki a su lado. Pero era un hombre extraño. Antes que enfrentarse a su hijo, Kangsi abandonó a su familia y dejó todas sus tierras a su hijo Kangta el Ansioso. Kangta era fiel a su nombre. Estaba muy ansioso por convertirse en jefe del clan. No fue muy lejos. sabéis. Sólo a unas pocas millas del fiordo, a una sección de sus tierras que no estaban en uso. Allí, con caballos, veinte cabezas de ganado y un puñado de servidores, construyó una casa como ninguna otra en Noruega. Fue construida sobre los acantilados del fiordo, con piedra traída de las islas Frisias. Es un lugar grande, aunque no tan vasto como vuestra mansión de aquí, y con un hogar en cada habitación.
 
 Pero eso no es diferente de aquí, Janghoon — Señaló Heechul.
 
—Excepto que las casas de madera noruegas no tienen hogares como las conocéis vosotros, sólo grandes fogones en el centro de la estancia, sin que el humo pueda salir como no sea por una puerta abierta.
 
— ¡Qué feo,
 
  Sí, y mas molesto para los ojos y la nariz
 
— ¿Tendré que vivir en una casa de madera como las que habéis descrito?
 
— Es muy probable. Pero es una condición a la que pronto os acostumbraréis.
 
El gran hall era la estancia más brillante de la mansión a la hora de la cena. Nueve llamas vacilantes danzaban en un ornamentado candelabro en el centro de una larga mesa, y en cada pared había velones que contribuían a la abundante iluminación del salón.
 
De las paredes colgaban tapices ennegrecidos por el humo, incluido un paisaje a medio acabar salido de las manos de la madre de Heechul, quien había muerto de parto antes de poder terminarlo. Un tapiz tejido por Boah representaba un castillo junto al mar; a su lado colgaba la escena de guerra de Jaejoong. El último tapiz de la habitación era de belleza incomparable, venía del Lejano Oriente y era un presente del duque de un reino vecino.
 
No era sorprendente que ningún tapiz hecho por Heechul decorase las paredes, porque él carecía de la paciencia necesaria para ese arte delicado. En realidad, no podía soportar ninguna actividad que fuera exclusivamente jovencitos y mujeres. Los primeros años de su vida, y los más impresionables, habían dejado su marca en él, pues durante ese tiempo su padre lo trató como al hijo varón que había esperado. El año que su cuerpo tomó figura mas delicada, fue una pesadilla para Heechul, pues, chocaba violentamente con su mente masculina. La mente ganó. Heechul ignoraba su cuerpo, a menos que le recordaran su significado. Jaejoong se deleitaba haciendo que Heechul recordase su genero.
 
Jaejoong, con su humeante pelo rojo y bien formada figura que se esforzaba por resaltar con trajes de corte atrevido era el constante antagonista de Heechul. Era un joven agradable mientras estuviera callado.
 
Heechul comprendía las razones del mal carácter de su hermanastro y trataba con ahínco de no perder la paciencia con él.
 
Sabia que Jaejoong era desdichado. Tenía apenas veinte años y se había casado muy joven con Yoochun por su propia voluntad. Al principio amó a su esposo y en aquellos días fue una persona diferente. Pero por una razón que nadie conocía, excepto Yoochun, ahora Jaejoong lo odiaba. Era este odio lo que lo hacia la criatura venenosa que era.
 
Jaejoong entró en el comedor y se reunió con Heechul ante la larga mesa. Momentos después, los sirvientes trajeron la comida.
 
— ¿Dónde está vuestra tía esta noche?
 
  Boah decidió que esta noche le daría de comer a mi padre — respondió Heechul, hundiendo un cucharón en la gran olla de guisado y llenando su plato.
 
— Vos debierais estar haciéndolo y no vuestra tía — repuso Jaejoong. Heechul se encogió de hombros.
 
  Fue idea de Boah —  dijo.
 
— ¿Cómo está mi padrastro?
 
— Si os hubierais molestado en comprobarlo vos mismo, veríais que no ha mejorado.
 
— Mejorará — dijo Jaejoong secamente — . Ese viejo vivirá más que todos nosotros. Pero no os esperaba a vos aquí, en la comida. Tengo entendido que hoy mataron un jabalí y que hay un festín en la aldea. Pensé que estaríais allí, con vuestros amigos campesinos, como Janghoon y Fergus.
 
— Veo que tu esposo también encuentra la aldea más de su agrado —dijo Heechul con frialdad, recordando su caída mientras perseguía al jabalí— Yo no quiero ni tocar la carne de ese maldito jabalí.
 
—Vaya, estáis quisquilloso esta noche —replicó Jaejoong, con una sonrisa maliciosa en sus hermosos labios. Deliberadamente, ignoró la referencia— ¿Podría ser, quizá, que hoy Gikbo regresó a los establos mucho después que vos ¿O tal vez porque falta poco para que llegue vuestro prometido?
 
— Tened cuidado, Jae — dijo Heechul, con ojos sombríos — . Esta noche no tengo paciencia para soportar tu lengua larga.
 
Jaejoong miró a Heechul con ojos llenos de inocencia , y por el momento dejó pasar el tema. Sentía amargos celos de su hermano menor y lo admitía sin reparos para sí mismo. No siempre había sido así. Cuando Jaejoong y su madre llegaron a vivir en esta hermosa mansión, Heechul tenía apenas nueve años.
 
Por supuesto, desde el comienzo no simpatizaron pues había resentimiento por ambas partes, y para hacer la brecha todavía más ancha, nada tenían en común. Sin embargo, los dos vivieron juntos sin un estallido de hostilidades, y los años fueron pasando.
 
Entonces Jaejoong conoció a Yoochun, un hombre grande y musculoso que hizo estremecer su corazón. Se casaron, y por una vez Jaejoong fue realmente feliz. Pero la felicidad de la pareja duró apenas un año. Terminó cuando Boah insistió que, en ocasiones, Heechul debía vestir ropas mas delicadas, y su esposo notó lo hermoso que era su cuñado. Heechul, el maldito, ni siquiera se daba cuenta de que Yoochun lo miraba con ojos cargados de deseo. Y él no se daba cuenta de que su esposo lo sabía.
 
El sólo sabía que su amor por Jaejoong había muerto aquel año. Los celos de Jaejoong se mezclaban con odio, odio hacia su esposo y hacia Heechul. No podía atacar abiertamente a Heechul, aunque muchas veces hubiera querido arrancarle los ojos. Heechul era diestro en la pelea, gracias a su padre, y cuando se encolerizaba hacía que a Jaejoong se le helara, la sangre. Habría matado hombres sin pestañear.
 
Si bien Jaejoong no osaba pelear con Heechul, podía dar a su hermanastro motivos para temer lo único que todavía le faltaba experimentar, estar con un hombre. Jaejoong se deleitaba enormemente describiendo Ios horrores, y no los placeres, de conocer un hombre. Provocaba a Heechul en cada oportunidad disponible y gozaba con el terror que asomaba a esos ojos negros. Era la única forma de vengarse que tenía.
 
Heechul se marcharía pronto entonces, en millas a la redonda, no quedaría ninguna pareja cuya belleza pudiera comparársele, y Yoochun volvería a él. Jaejoong, empujó su plato a un costado y miró a Heechul con ojos calculadores.
 
— Sabéis, hermano, que ahora el barco del norte puede llegar en cualquier momento. Ya está bien entrado el verano. ¿Estáis preparado para conocer a vuestro futuro marido?
 
— Nunca estaré preparado — replicó Heechul con fastidio, y también apartó su plato.
 
— Sí, la princesa arrojada a los leones. Es lamentable que no os hayan pedido vuestro parecer Yo no esperaba que vuestro padre os hiciera eso a vos. Después de todo, yo pude escoger.
 
— ¡Sabéis por qué lo hizo! — estalló Heechul.
 
  Sí, claro — Para salvarnos a todos replicó Jaejoong, con la voz cargada de sarcasmo — . Por lo menos, sabéis lo que os espera. Si yo hubiera sabido cómo sería habría sido como vos, que  no deseáis casaros nunca. i Oh, Dios, cómo temo la llegada de la noche , sabiendo el dolor que deberé soportar!
 
Heechul, le dirigió una mirada glacial.
 
  Hoy, en la aldea, vi un acoplamiento.
 
— ¿De veras? ¿Cómo fue eso?
 
— No importa cómo. Lo que vi no fue tan horripilan te como vos queráis hacerme creer.
 
— No lo sabréis hasta que no lo sufrais personalmente — repuso Jaejoong, con vivacidad. — Aprenderéis a soportar vuestro dolor en silencio, o el hombre os castigará. Es asombroso que las parejas no se corten sus cuellos antes de someterse a esa tortura todas las noches.
 
— ¡ Basta, Jae ! No deseo escuchar mas
 
— Agradeced que lo sabéis. Por lo menos, no llegaréis a vuestro lecho nupcial sin sospecharlo.
 
Jaejoong terminó y se levantó de Ia mesa. Ni bien estuvo fuera de la vista de Heechul, sus labios se curvaron en una sonrisa.
 
 

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...