Debutantes III -Final




Sungmin bajó las escaleras aunque ahora ya no era lo que quería. No quería volver a verlo esa noche, ni la semana siguiente, de hecho ¡no quería volver a verlo en su vida! Pensaba decirle a su suegra que se llevaría la cena a su habitación y que se retiraría temprano, pero no esperaba ver a cierta invitada en particular sentada al lado de Ahra en el sofá.
—¡Mamá!
Lilly le lanzó una sonrisa radiante y se levantó para darle un rápido abrazo.
—No pude resistir el impulso de venir. —Se rio—. Esto debería ser más fácil cada vez, pero no lo es. Al menos por ahora. Aunque no quiero parecer la madre entrometida que no hace más que incordiar todo el rato.
—No seas tonta —repuso Sungmin, uniéndose a ellas en el sofá—. Dile que siempre será bienvenida, Ahra.
—Ya lo ha hecho, querido.
Y así de fácil, el humor de Sungmin mejoró por completo ante la visita de su madre. Lilly representaba consuelo, seguridad, amor, cosas que Sungmin había echado mucho de menos. Ya no era un niño que pensara que su madre podía arreglar el mundo, pero su simple presencia le ayudaba mucho.
Tuvieron una agradable reunión hasta que Kyuhyun se unió a ellos. No es que la echara a perder con su presencia, pero si él insistía en seguir con su representación esa noche, incluso con su madre presente, era lo que sucedería. Por desgracia, Kyuhyun entró en la habitación vistiendo una chaqueta de un horrible color amarillo chillón que hizo que su madre lo mirara de inmediato con el ceño fruncido. Así que después de haber besado a Sungmin de esa manera, él había decidido finalizar el día provocando a su madre de nuevo. Había escogido un momento inoportuno, con la madre de Sungmin presente, o quizá no. Al menos aquello no ensombrecería su estado de ánimo, ya que ahora sabía por qué lo hacía.

Ahra no se mordió la lengua.
—Veo que tu gusto es cada vez más extravagante —comentó con disgusto—. Pareces un maldito pavo real, Kyu.
Kyuhyun llegó a mirarse la espalda antes de responder.
—Pensé que había recogido mis plumas.
Sungmin tuvo que taparse la boca con la mano para contener la risa. Ahra se limitó a mirarlo con el ceño fruncido. Lilly no sabía qué pensar, por supuesto. Era la vez que lo conocía oficialmente, y Kyuhyun no podía haber elegido peor momento para gastarle una broma a su madre con esa ropa.
¡Y pensaba seguir con su representación! Antes de saludar cortésmente a Lilly, Kyuhyun se inclinó hacia Sungmin  y le dio un beso en la mejilla que duró un poco más de lo que era decoroso. Después cogió la mano de Lilly y se la besó.
—Quiero agradecerle, Lilly, que haya criado a un hijo tan admirable —dijo.
Sungmin  sospechó que su madre acababa de convertirse en una adepta para la causa con esa simple declaración. Lilly estaba radiante de orgullo y le lanzó a Sungmin una cariñosa mirada antes de responderle a Kyuhyun.
—¿Verdad que sí? Espero que estés cuidando bien a mi hijo.
—¡No tanto como me gustaría!
Las mujeres y Sungmin se sonrojaron ante esa atrevida respuesta. ¡Qué típico de él! Pero al guiñarle el ojo a Lilly confirmó que sólo estaba bromeando, y Lilly sonrio.
Sungmin  podía haber deseado que él se hubiera limitado a ser encantador en ese primer encuentro con su madre, pero sonrió ampliamente cuando Lilly le susurró al oído unos minutos después:
—Tiene un gusto atroz, ¿no crees? Lo lamento, querido. Va a ser muy embarazoso para ti.
—No lo será. Sólo se viste así para provocar a su madre y hacerla creer que sí lo hace.
De camino al comedor, Lilly encontró un momento para decirle en privado:
—El suspense me está matando. Sé que viniste aquí por sugerencia mía, pero no esperaba que las cosas salieran tan bien.
Sungmin gimió para sus adentros. Si su madre se iba en ese momento, no tendría por qué saberlo. Pero Lilly no se fue. Se quedó a cenar y, por desgracia, Kyuhyun tomó asiento al lado de Sungmin  antes de que pudiera hacerlo su madre. El joven se puso de nuevo en guardia, y hacía bien.
Apenas se había sentado cuando él le recordó el beso.
—¿No has podido encontrar barro? —lo dijo con un aire tan despreocupado que Sungmin no pudo saber si estaba o no bromeando.
—Compórtate —siseó.
—Jamás. —Kyuhyun le brindó una amplia sonrisa.
Eso provocó un leve sonrojo en Sungmin y, además, trajo de vuelta su anterior frustración.
—Si estás tratando de castigarme haciendo que te desee, olvídalo. No pienso picar de nuevo —le advirtió.
—¿Me deseas?
Qué pregunta tan ridícula. ¿Cómo podría no desearle? Pero no podía decírselo. Estaba seguro de que incluso esa sencilla pregunta era alguna especie de trampa.
—No te preocupes, Minie. —Entonces lo arruinó todo añadiendo—: No voy a tomarte aquí en la mesa del comedor, aunque confieso que me gustaría hacerlo.
Sungmin podría haberse derretido allí mismo, y no sólo por el ardiente rubor que le cubrió las mejillas rápidamente. ¡En su mente se veía haciendo el amor con él encima del mantel! ¡Ahora no podría volver a mirar a la mesa sin imaginárselo! Oh, Dios mío...
Nunca supo cómo pudo mantener la compostura durante el resto de la cena. Apenas oyó una palabra de lo que allí se habló. ¿Por qué le estaba haciendo eso? Era bajo y ruin... ¿sería ésa la venganza por haberle puesto los grilletes?
Por supuesto, él siguió como si no hubiera pasado nada, manteniendo viva la conversación mientras transcurría la cena, provocando la risa de Lilly muy a menudo. Y su madre no se fue después de la cena. Le preguntó a su hijo si podrían hablar en algún sitio en privado. No había manera de ocultárselo. Sungmin la llevó a su habitación en el piso superior, al dormitorio que no compartía con su marido.
Sungmin  miró por la ventana de su dormitorio el carruaje que traqueteaba en la calle. Algunos copos de nieve flotaban alrededor de las farolas. No hacía mucho frío y la nieve se derretía en cuanto tocaba el suelo, pero aun asilas temperaturas habían bajado considerablemente y ya no eran tan cálidas, al igual que sus pensamientos de los últimos días.
—Casi creí que estabas bien... —le decía Lilly detrás de él mientras andaba de un lado para otro de la habitación— al principio. Pero te conozco demasiado bien para que me engañes durante demasiado tiempo. ¿De qué iba toda esa representación ahí abajo? ¿Te has peleado con tu marido?
—¿Y cuándo no estamos peleados? —dijo Sungmin con un suspiro, dándose la vuelta.
—No lo entiendo. Las habladurías dicen que él mismo anunció vuestro matrimonio en un baile hace algunas semanas. Si un hombre hace eso, lo normal es que tenga intenciones de seguir adelante. ¿Acaso los rumores no son ciertos?
—Lo son, pero sólo fue una absurda reacción que Kyuhyun tuvo esa noche porque yo no lo había anunciado debidamente cuando llegué. Pactamos una tregua para mantener las apariencias, incluso ante su familia. Fue idea suya. Pero estas últimas semanas ha sido tan agradable conmigo que me he dado cuenta de que... ¡le amo! —Sungmin rompió a llorar de inmediato. Lilly, consternado, se apresuró a darle un abrazo.
—¿Y por qué eso no te hace feliz? —preguntó Lilly con suavidad después de que los sollozos fueran amainando.
Sungmin dio un paso atrás y se enjugó las lágrimas con la manga.
—¿Cómo voy a sentirme feliz cuando nuestro matrimonio es una charada? Además Kyuhyun ya ha dejado de ser agradable conmigo. Han vuelto a aparecer sus inclinaciones libertinas otra vez. De hecho, me sorprende que haya podido contenerlas durante tanto tiempo.
—¿Ya te está siendo infiel? —inquirió Lilly, sintiéndose ofendida en nombre de su hijo.
—Tú también te lo esperabas, ¿verdad?
—Bueno, tu marido no estaba precisamente en el mercado matrimonial buscando pareja, así que siempre ha existido esa posibilidad considerando su reputación —suspiró Lilly.
—Lo sé, y me preparaste muy bien para las manías de los hombres...
—¡Sólo si no están locamente enamorados! —lo corrigió Lilly.
—Algo que él no está. Pero no me refería a eso. Hablaba de mí.
—¿Le has sido infiel? —preguntó Lilly consternada. Sungmin parpadeó y no pudo evitar soltar una risita.
—No, claro que no. Me refería a que Kyuhyun se está comportando como un playboy conmigo cuando me juró que no me tocaría hasta tener pruebas de mi embarazo.
Lilly ni siquiera se sonrojó.
—Vivís en la misma casa —dijo con pragmatismo—. Eres su esposo. Deberías haber esperado que se comportara de esa manera, incluso aunque no compartáis la misma habitación.
Sungmin se sonrojó.
—No quería decir eso, y lo sabes. Me refería a que vuelve a soltar comentarios subidos de tono, y a besarme incluso cuando ¡no es lo que quiere!
—Bueno, querer debe de querer...
—De veras, no quiere. Incluso se enfada por ello cuando ocurre, como si en realidad no pudiera evitarlo. Créeme, vuelve a ser él mismo. Está en su naturaleza perseguir, aunque sea a su esposo.
—Ya veo. Y eso incluso te hace más infeliz, ¿no? —adivinó Lilly.
—¡Mamá, ni siquiera le gusto!
Lilly hizo una mueca ante el dolor que percibió en el tono de Sungmin . Rodeó a su hijo con el brazo y lo condujo hasta la cama, donde ambos se sentaron.
—Mis emociones están descontroladas —añadió Sungmin, tras unos cuantos suspiros y hipidos entrecortados—. Tengo cambios constantes de humor y no sé qué hacer.
—Son debidos al bebé. Cuando estaba embarazado de ti era la mujer más feliz del mundo, pero a veces me enfadaba con tu padre sin ninguna razón aparente. Pero en tu caso... —Lilly hizo una pausa y lanzó un suspiro—. Esta debería ser una época tranquila y feliz para ti. Bueno... por lo menos debería ser razonablemente tranquila. Eso sería lo ideal. Jamás pensé que diría que es peor para ti que estés enamorado. Ahora me siento responsable por haber sugerido que vinieras. ¿Por qué no te vienes conmigo? La distancia podría ayudarte a ver esta situación tan amarga con más claridad.
—¿Y el bebé?
—Ya está protegido por el anuncio público de vuestro matrimonio. Has logrado lo que viniste a hacer. A menos que... vinieras por algo más.
—¡No! Yo sólo quería atravesar el muro de ira de Kyuhyun y obligarlo a aceptar los hechos. Pero esa ira todavía sigue ahí, estoy seguro de ello. Una furia semejante no va a desaparecer. Jamás creerá que no era mi intención hacerle caer en la trampa del matrimonio. Si he venido aquí ha sido sólo por el bien del bebé, nada más.
—Entonces, ¿te quedaste aquí por esa razón?
—En ese momento no le amaba. —Sungmin clavó los ojos en el suelo, luchando contra las lágrimas—. Pero ahora que sí lo hago, las cosas me resultan mucho más duras.
Lilly frunció el ceño.
—¿Cuánto tiempo te has pasado llorando por eso?
—No mucho.
—Sungmin —dijo su madre en tono de advertencia.
—Sólo desde que dejé de negar lo que siento por él.
—¿Has pensado en decírselo?
Sungmin se quedó consternado.
—¡No puedo hacerlo! El sólo pone buena cara por las apariencias. Los primeros días discutíamos terriblemente y teníamos problemas para ocultarlo. Así que me ofreció esa tregua temporal. Creo que hubiera sido más fácil seguir furioso con él. De verdad que sí.
—Eso lo zanja todo —dijo Lilly con tono imperante—. Te vas de aquí. Esa clase de tumultos emocionales no pueden ser buenos para el bebé. Así que harás las maletas esta misma noche. Vendré a recogerte por la mañana. Y yo me encargaré de tu marido si intenta detenerte.
—¿Detenerme? Creo que lo más probable es que me abra la puerta.
Sungmin contuvo el tono de amargura, lo que hizo que Lilly arqueara una ceja. ¿Se acabaría convirtiendo el amor no correspondido de su hijo en odio? Sería de esperar.
—De todas maneras, él no estará en casa mañana —comentó Sungmin —. Me lo ha dicho antes. El destino, ¿no crees?
—Quizá.


Kyuhyun tardó dos días en regresar a casa. Le había enviado notas tanto a su madre como a Sungmin  haciéndoles saber a ambas el motivo de su demora. Su esposo no había estado allí para recibir la misiva. Y no le había dejado respuesta. Su suegra, sin embargo, sí le había dejado una, donde le decía con mucha claridad que dejara en paz a su hijo.
Descubrir que Sungmin había regresado a Shiyuan con su madre y no de visita precisamente, sino para siempre, dejó a Kyuhyun debatiéndose en un mar de emociones. Estaba enfadado, conmocionado y herido. Tenía muy buenas razones para ir a buscarla, que era exactamente lo que iba a hacer. Pero no antes de enviar a un hombre para asegurarse de que Sungmin todavía estaba en Shiyuan y que se quedaría allí hasta que él decidiera actuar.
No había tomado ninguna decisión la noche anterior, bueno, había tomado algunas, pero era lo suficientemente listo para no ponerlas en práctica hasta la mañana siguiente, cuando no estuviera borracho. De hecho, ya era media tarde cuando salió de la cama. Todavía no tenía la cabeza lo suficientemente despejada para decidir qué hacer... ni para enfrentarse a su madre.
Pero Ahra le estaba esperando y, por lo que parecía, muy enfadado. En cuanto bajó las escaleras, lo empujó a la salita y se plantó en el umbral de la puerta, bloqueando la salida con su cuerpo.
—Pensé que habías recuperado la cordura cuando desapareciste ayer por la noche —le dijo furiosa—. Pero mis espías me han dicho que no fuiste a Shiyuan para traer de vuelta a tu esposo.
—¿Has hecho que me sigan?
—No, pero tengo vigilado a Sungmin . Lleva a mi nieto en su vientre. No voy a ser la última en enterarme de cualquier cosa que surja.
Kyuhyun se preguntó si el espía de su madre se habría tropezado con el suyo. ¿Cuándo había comenzado a pensar como su madre?
Se sentó en el sofá, justo delante del té recién servido.
—No deberías haberte encariñado con un nieto que podría no ser real —le dijo—. Sabes tan bien como yo que las trampas de esta índole son muy comunes.
No importaba cuántas veces lo dijera, pensó Kyuhyun, sonaba trillado incluso para él, pero Ahra se mofó con un fuerte bufido.
—Tonterías. Sabes tan bien como yo que ese bebé es real, así que no intentes embaucarme. ¿A qué estás esperando? Deberías haber salido detrás de Sungmin en cuanto supiste que se había ido.
—Recibí una nota candente de su madre advirtiéndome que me castraría si no dejaba en paz a Minie durante los primeros meses de embarazo.
—Podrías haberle asegurado de que disfrutaría de esa paz aquí mismo. No tenía que huir al campo para encontrarla. ¿Por qué perdiste el tiempo bebiendo en vez de salir tras él? Y no intentes decirme que su madre te da miedo.
Kyuhyun suspiró.
—Claro que no. Pero necesito considerar los sentimientos de Sungmin con respecto a esto. Evidentemente no era feliz aquí.
—Y es por culpa de eso que tú tampoco eres feliz, ¿no? —adivinó Ahra—. Kyu, ¿qué te pasa? Jamás te habías comportado de esta manera antes.
—Porque jamás había estado enamorado antes. Ni había dicho las estupideces que he dicho movido por la rabia, cosas que Sungmin  jamás me perdonará. He cavado mi propia tumba, y no tengo una maldita escalera para salir de ella.
Su madre tuvo el descaro de reírse. Por supuesto, Kyuhyun no tenía costumbre de hacerle tales confesiones a su madre, algo que parecía hacerla sentir muy satisfecha y que la impulsó a ofrecerle su consejo.
—¿Por qué no le dices la verdad? Suele sentar las bases para una buena relación.
Esas palabras lo golpearon como una nota aguda y se puso en pie de un salto. Sin embargo, no llegó a cruzar la puerta. El umbral estaba repentinamente bloqueado por su tío. El mayordomo lo había dejado pasar sin anunciarlo. El duque de Shiyuan estaba mirándole con el ceño fruncido.
—¿Así que estás aquí? —dijo Choi Kangta—. ¿Puedes explicarme qué demonios hace tu esposo solo en mi ducado?
—Me alegro de verte, tío. No vienes a Londres muy a menudo. Espero que no haya sido esto lo que te ha impulsado a venir.
—Bueno, dado que ni mi hermana ni mi sobrino se han dignado a informarme personalmente sobre este matrimonio, que al parecer está siendo un desastre, sí, creo que eso es exactamente por lo que he venido.
Kyuhyun se sonrojó avergonzado. Había pensado ir a visitar a su tío con Sungmin  cuando fue a buscarlo a Shiyuan la primera vez. Pero al no encontrarlo entonces, había regresado corriendo a Londres sin volver a pensar en su tío.
—Es una larga historia —empezó Kyuhyun—, y yo sólo...
—Siéntate —dijo Kangta en un tono que no admitía réplica.
El tío de Kyuhyun era un hombre grande. Siwon se parecía a él. Su cabello había comenzado a cubrirse de canas en las sienes, pero todavía era un hombre robusto y, cuando utilizaba aquel tono autoritario, nadie de la familia se atrevía a desobedecerle. Kyuhyun no era una excepción. Se sentó.
Ahra intentó aliviar la repentina tensión.
—Kangta has llegado justo a tiempo para el té —dijo—. Creo que puedo explicarte...
—Prefiero que me lo explique Kyu. ¿Por qué Lee Lilly, a la que me he encontrado esta mañana mientras daba su paseo matutino, me ha advertido de que tus problemas matrimoniales podrían acabar en divorcio?
—¿Divorcio? De eso nada —dijo Kyuhyun con rotunda seguridad.
—Eso es exactamente lo que quise decirle a Lilly, pero como ni siquiera sabía que estabas casado, me quedé sin argumentos. Y eso no me gusta nada, Kyu. No me gusta enterarme de los matrimonios de mi familia por terceros. Y, definitivamente, no me gusta oír que podría estallar un escándalo inminente en mi familia. Si te has casado con el chico, ¿por qué tanto la madre como el hijo piensan que la única solución es el divorcio?
—He hecho y dicho algunas tonterías —admitió Kyuhyun.
—Dios mío, ¿me estás diciendo que le has sido infiel a tu esposo y se ha enterado?
Kyuhyun le brindó una amplia sonrisa.
—No, no es nada de eso.
—Me alegra oírlo, porque ahora que estás casado es hora de que abandones tus inclinaciones libertinas y que te comportes como un hombre responsable. Porque es ésa tu intención, ¿no?
—Por supuesto.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
Kyuhyun suspiró.
—No estaba preparado para casarme. No es que considere el matrimonio como una trampa, pero en este caso creía que lo había sido.
—El joven te dijo que estaba embarazado, ¿no? —Ante la inclinación de cabeza de Kyuhyun, Kangta añadió—: Lilly olvidó mencionar esa menudencia. Tampoco es que tenga la más mínima importancia. Lo único importante es que te has casado con él. Conozco a los Lee. Sungmin es un joven precioso. ¿Cómo no ibas a quererlo como esposo?
—Por supuesto que lo quiero. Pero no estoy seguro de que Sungmin pueda perdonarme por haber dudado de él.
—Bueno, desde luego no te perdonará mientras sigas aquí sentado sin hacer nada
Kyuhyun se rio entre dientes y se levantó para marcharse.
Ahra se enfadó.
—Así que tu tío te dice que vayas y vas, ¿no? ¿Acaso no te he dicho yo que...?
—Ya iba a hacer lo que me dijiste, me ha quedado claro que la verdad es una estupenda manera de empezar de nuevo. Maldita sea, mamá. ¿Qué diablos haría si no te tuviera a ti para meterme en vereda?



—Pensé que él estaba en el carruaje con usted, pero no está. ¿Dónde se ha metido? ¿Cuándo viene?
Sungmin  miró fijamente el cañón de la pistola que apuntaba a su cara y estuvo seguro de que no podría articular ni una sola palabra. Se había quedado sin respiración. La mujer estaba furiosa. La rabia estaba escrita en su expresión sinuosa y salía a borbotones por sus ojos. Predecía una muerte inminente.
Sungmin tenía miedo incluso de bajar la vista al suelo para ver si su madre, que había caído a sus pies, se encontraba bien. Lilly había acompañado a aquella mujer a la habitación. Como ella había dicho que era amiga de Sungmin, su madre probablemente habría pensado que la visita daría ánimos al joven. Lilly no tenía manera de saber que, por el contrario, había dejado entrar a una víbora en casa. Pero claro, Mary Park en sus últimos meses de embarazo, parecía tan inocente como un corderito... hasta que se le retorcía la cara por el odio.
Sungmin había saltado hacia delante para atacar cuando la mujer golpeó a su madre en la cabeza con la pistola, y sólo se detuvo cuando Mary le apuntó directamente a la cara. Lilly no había intentado levantarse ni había hecho sonido alguno.
Sungmin no dudaba de que Mary se refiriera a Kyuhyun, pero no podía pensar en nada más.
—Por favor, déjeme ver cómo está. Es mi madre —logró decir, finalmente—. Usted también querría que sus hijos se aseguraran de que se encontraba bien si resultara herida, ¿verdad?
Mary asintió de inmediato con la cabeza. Sungmin  se dio cuenta al instante de que podría haber encontrado la clave para tratar con Mary: los instintos maternales de la mujer. Sungmin se arrodilló junto a Lilly y le examinó la cabeza. No sangraba. Y su madre respiraba, de hecho parecía muy tranquila. Parte del miedo de la joven desapareció.
—Páseme un cojín, por favor —le pidió sin levantar la mirada. Mary se acercó al sofá para coger un cojín y se lo tendió. Sungmin lo deslizó bajo la cabeza de su madre y, tentando su suerte, añadió—: Debería llamar a un médico y...
—No —la interrumpió Mary—. Estará bien. No puede hacer nada más. Ahora respóndame. ¿Dónde está su marido?
Sungmin  se puso en pie. Mary volvió a apuntarle con la pistola. Estaba tan cerca que el joven no podía pensar con claridad. Se preguntó si le dispararía al instante si intentaba arrebatársela.
Estaba reuniendo valor para hacerlo cuando Mary continuó:
—¡Quiero terminar con esto de una vez para irme a casa con mis hijos!
—¿Terminar el qué?
—Tengo que matar a su marido.
Sungmin inspiró bruscamente.
—¡No!
—Tengo que hacerlo. Samuel me lo dijo. Reconoció el blasón de su carruaje de sus años mozos en Londres y vio...
—¡Imposible!
—Lo hizo —insistió Mary—. Me pidió que encontrara a Cho. Que viniera a Londres y lo matara para vengar su muerte, ¡para vengar la pérdida del amado padre de mis hijos! ¡Es la única manera de que mi Samuel descanse en paz!
—¿Su marido ha muerto? —preguntó Sungmin, incrédulo.
—¡No finja ignorancia! —chilló Mary, empuñando el frío metal de la pistola contra la mejilla del joven—. ¡Usted estaba allí cuando ocurrió! ¡Puede que incluso fuese usted mismo el que apretó el gatillo!
—Yo iba tumbado en el suelo del carruaje, intentando que no me alcanzara ninguna de las balas. No supe si alguien había resultado herido. ¡Me limité a proteger a mi bebé de los disparos! —dijo Sungmin, recordando aquella horrible tarde en Francia y la manera en que las balas silbaron a su alrededor.
Mary palideció, pero luego bajó la mirada a la cintura de Sungmin  y frunció el ceño.
—No se le nota nada. No creo que esté embarazado.
Sungmin casi soltó una carcajada histérica. ¡Y él que había temido engordar demasiado! Hacía algunos días que se sentía muy lleno, pero sin Kyuhyun distrayéndole, había notado que había dejado de atiborrarse de comida.
—Ni tampoco mi marido —se vio obligado a decir ante la falta de evidencia—. ¡Cree que le puse una trampa para casarnos, y la prueba está tardando demasiado en aparecer! Y cuanto más tarda, más le odio por dudar de mí. —Eso no era cierto, pero Mary parecía estar demasiado interesada en lo que decía para detenerse ahora—. Me colé en su vida de golpe, pero la abandoné sin pensármelo dos veces. Ni siquiera intentó detenerme. Creo que está en Londres. Pero si no está allí, no sé dónde puede estar. Y no me importa.
Sungmin tuvo que obligarse a decir las últimas palabras. Las lágrimas le quemaban los ojos, pero no era el momento de ponerse sentimental.
—Entonces quizá lo mate por los dos —declaró Mary. Sungmin no quería contar con la simpatía de esa mujer, ¡quería que entrara en razón!
—¡Es un granuja! —dijo Sungmin —, pero no merece morir por ello. No comprendo por qué quiere vengar a su marido cuando él estaba equivocado. Suministraba armas con las que se mataba a nuestros propios soldados en la India. Mary, lo hubieran colgado por traición.
—¡No! Era la guerra. Siempre hay bajas en la guerra. Samuel no hizo nada malo, pero esos estúpidos mentirosos lo expulsaron a patadas del ejército. ¡Nos arruinaron la vida!
Sungmin se mordió la lengua al darse cuenta de que Mary ni siquiera sabía, después de todo, lo que había hecho su marido. La única manera posible de hacer razonar a Mary era recordándole su enorme prole.
—Lamento su pérdida, Mary. Pero me dan más lástima sus hijos. Sin importar los crímenes que Samuel cometiera, fue un padre maravilloso, ¿no es cierto?
—No existía un padre mejor —convino Mary con los ojos llenos de lágrimas.
—Eso era evidente. Es terrible perder a un padre, pero no puedo imaginar lo horrible que sería para sus hijos perder también a su madre. ¿Quién los criará y les dará amor si usted no está con ellos?
—¡No diga eso! ¡No me perderán!
—Lo harán si hace lo que se propone. Demasiada gente sabrá lo que usted ha hecho. ¿O piensa matarnos a todos?
—¡Lo haré si tengo que hacerlo! —gruñó Mary.
—Ojalá no hubiera dicho eso —murmuró Lilly, dándole una patada a Mary en las piernas desde el suelo.
La pistola se disparó cuando Mary cayó, pero, gracias a Dios, la bala se alojó en la pared. Aunque probablemente la pistola era de un solo tiro, Lilly luchó contra la mujer para arrebatársela, pero Sungmin no miraba el asombroso despliegue de arrojo de su madre sino a Kyuhyun que había aparecido en la puerta y ahora atravesaba la sala corriendo hacia las dos mujeres que luchaban en el suelo.
¡Kyuhyun había venido! Sungmin había estado seguro de que no lo haría, pero allí estaba y... ¿Y si hubiera llegado un minuto antes? Palideció al pensar en qué hubiera ocurrido si él hubiera entrado en la habitación cuando Mary todavía tenía la pistola en la mano. ¡Ahora podría estar muerto!
Pero en unos segundos él había apartado el arma del alcance de Mary y ayudaba a ambas mujeres a ponerse en pie. Mary lloraba histéricamente. Algunos de los criados habían aparecido al oír el disparo, y Kyuhyun le dijo a un lacayo que llevara a Mary a otra habitación y que la custodiara hasta que llegara el magistrado.
—Un poco tarde, ¿verdad, Cho? —dijo Lilly secamente, sacudiéndose las faldas.
Kyuhyun le brindó una amplia sonrisa.
—Me pareció que lo tenía todo perfectamente controlado. Ha sido impresionante, Lilly. Y pensar que creí que la nota que me dejó era una fanfarronada. ¡Ahora ya no estoy tan seguro!
Lilly se sonrojó a pesar del tono burlón de Kyuhyun.
—¿Qué nota? —dijo Sungmin  arqueándole una ceja a su madre.
—Sólo lo amenacé con algunas consecuencias desagradables si no te permitía descansar un poco.
Sungmin  se sonrojó también pues sabía lo franca que podía llegar a ser su madre. Lo más probable es que hubiera sido una nota muy amenazadora.
—¿Y has venido de todas maneras?
—¿Acaso pensabas que no lo haría?
Como eso era exactamente lo que había pensado, Kyuhyun guardó silencio.
—Todo esto ha sido culpa mía. Creo que ahora que soy un hombre de familia, tendré que decirle a nuestro amigo que ya no trabajaré más para él. Esta clase de repercusiones son inadmisibles. Ni siquiera ha servido de nada tener a un hombre vigilando la casa. Supongo que se le puede perdonar que no considerara a Mary Park una amenaza —dijo él.
—Lo vi —contestó Sungmin —. Lo encontré espiando en el jardín esta mañana. Le llevé unas galletas.
Kyuhyun se rio.
—¿De veras? Qué embarazoso para él, pero seguramente era el espía de mi madre. ¡El mío estaría mejor escondido!


Ya había anochecido cuando respondieron a todas las preguntas del magistrado y se llevaron a Mary Park de allí.
—¿Puedes decirnos ya para qué has venido? —le preguntó Lilly, que se había mordido la lengua hasta ese momento, a Kyuhyun.
—Por supuesto, pero sólo a su hijo. —De repente cogió a Sungmin en brazos y se lo llevó fuera de la habitación.
Kyuhyun no se detuvo, de hecho, casi subió corriendo las escaleras al segundo piso.
—Podría seguirnos —señaló Sungmin, totalmente incrédulo.
—No lo hará —replicó él con aquella típica confianza masculina—. Supongo que tendré que ir probando cada una de las puertas hasta dar con la tuya, como hiciste tú en mi casa.
—Podrías preguntarme —señaló Sungmin mientras él hacía, efectivamente, eso.
Kyuhyun bajó la mirada hacia él.
—¿Y me lo dirías?
—¿Por qué no pruebas con ésta? —Sungmin señaló con la cabeza la puerta que tenía que abrir a continuación.
Kyuhyun entró en el dormitorio del joven. Sunny había estado allí para preparar la cama y dejar una lamparita encendida. El le dirigió una mirada a la cama, otra a la pared, dejó a Sungmin en el suelo y luego empujó la cama a la esquina. El joven comenzó a reírse. ¿Por qué no le sorprendía?
Pero al instante regresó junto a él. Lo cogió en brazos de nuevo y lo dejó caer en la cama, antes de tenderse sobre él para robarle el aliento con un beso ardiente. El joven le rodeó el cuello con los brazos. Se le encogieron los dedos de los pies. Si de verdad tenía algo que hablar con él, a Sungmin  no le importaba en ese momento. Pero eso era lo que siempre le había pasado con él. Podía estar furioso, pero su cólera se disolvía al instante en cuanto él le cubría la boca con la suya.
Le besó durante un buen rato, profunda y cariñosamente. Luego se echó hacia atrás para decir:
—¿Me perdonas?
—¿Por qué?
—Por haber sido un maldito asno. Por haber dudado de ti. Por...
—Espera. —Sungmin se apoyó en un codo—. ¿Me estás diciendo que ya crees que estoy embarazado? Y, mírame bien antes de responder, porque aún no hay ninguna prueba evidente en mi cuerpo. —Se pasó una mano por el vientre plano para demostrárselo.
—¿Me preguntas si me fío de tu palabra? Claro que sí.
—¿Por qué?
—Porque te amo.
Sungmin  inspiró bruscamente. Buscó la pálida mirada de su marido. Vio la ternura en sus ojos, en su cara, y las lágrimas le anegaron los ojos.
—Me amas de verdad —dijo asombrado.
—Me resistí con todas mis fuerzas, ya lo sabes. Amarte va a cambiar mi vida para siempre. Sinceramente, no pensé que pudiera estar preparado para un cambio tan drástico. Y ése era mi problema. Pensar demasiado y buscar excusas. Ignoré los hechos hasta que fue demasiado tarde. Ya te habías metido en mi corazón.
—¿Pensabas que ahuyentándome arreglarías eso?
—No estaba ahuyentándote, Minie. No sé por qué te has ido.
—Volviste a portarte como un canalla conmigo, tentándome cuando no tenías intención de... oh, ya veo. —Se sonrojó de vergüenza—. ¡Era de verdad!
Él se rio entrecortadamente y lo abrazó.
—Eres el joven más encantadoramente exasperante que he conocido nunca, pero te amo por eso también. Sí, estaba tratando de demostrarte lo mucho que te quería de esa típica forma mía, sin tener que pronunciar las palabras que tanto miedo me daban. Pero lo único que me asusta de verdad es perderte. Así que voy a demostrarte ahora mismo cuánto te quiero.
Kyuhyun le acarició con ternura la mejilla mientras comenzaba a besarlo de nuevo. No era un beso lleno sólo de deseo, sino de muchas más cosas. Luego le besó en el vientre, apoyando allí su frente. Lágrimas de ternura anegaron los ojos de Sungmin . Lo amaba tanto.
Él le demostró de muchas maneras la profundidad de sus sentimientos: la suavidad con la que lo desnudó, aquella mirada que regresaba una y otra vez a la suya, sensual, ardiente y, aun así, cargada de emociones. Fue suave con él debido a su estado. Sungmin  podría haberle dicho que no era necesario todavía, pero quería disfrutar de su manera tranquila de hacer el amor mientras durase, pues sabía que no duraría demasiado. Había, sencillamente, demasiado deseo en la expresión de su marido. ¡El control de Kyuhyun le asombraba! Sabía que era sólo por su bien porque a pesar del cuidado y lentitud con la que le quitó la ropa, él prácticamente se arrancó la suya del cuerpo.
Después de arrojar hasta la última prenda al suelo, Sungmin se estiró lleno de dicha sensual bajo las manos de su marido mientras él le acariciaba de los pies a la cabeza una y otra vez. Kyuhyun extendía las manos intentando abarcar cada centímetro del cuerpo de Sungmin  en esa larga caricia. Incluso introdujo los pulgares entre sus piernas en un breve gesto provocador antes de proceder a acariciar sus pezones. Se inclinó y le cubrió de besos. 
—¿Así que te tiento? —dijo Kyuhyun cerrando la boca sobre uno de los pezones de Sungmin mientras se arqueaba hacia él con un gemido.
Lo había hecho. Todavía lo hacía. ¡Siempre lo haría! Pero cuando Sungmin  logró abrir los ojos para buscar los de él fijos en los suyos, incluso mientras le succionaba, Sungmin  se dio cuenta de que se lo había preguntado en serio. No estaba seguro.
—No puedes imaginar cuánto —murmuró.
—Entonces tienes demasiada fuerza de voluntad, querido. De hecho, llegué a pensar que había perdido mi habilidad.
—No creo que eso sea posible —Sungmin  soltó un jadeo y le agarró el pelo para acercar la boca de Kyuhyun.
El beso que le dio fue extremadamente apasionado y habilidoso. Sungmin  ya no estaba tan relajado. ¡Lo deseaba ya!
Pero Kyuhyun no había terminado de enardecer sus sentidos. Deslizó uno de sus dedos en el interior del joven. Las oleadas de placer comenzaron de inmediato y le aceleraron el corazón; le habría hecho alcanzar el éxtasis si le hubiera dejado.
Pero en su lugar utilizó parte de aquella fuerza de voluntad que él acababa de mencionar.
—No —susurró contra sus labios.
—Sí.
—No, te quiero dentro de mí.
Kyuhyun soltó un gemido y se introdujo en él con tal rapidez que Sungmin  apenas tuvo tiempo de rodearlo con los brazos antes de que lo llenara por completo. Oh, Santo Dios, el calor de él, la intensa plenitud, la asombrosa longitud que le llenaba profundamente. No había marcha atrás ahora, Sungmin  estaba totalmente consumido por ese increíble y dulce placer que continuó sin parar y que aún latía en torno a él cuando Kyuhyun alcanzó su propio orgasmo.
Sungmin  lo abrazó con suavidad. Era su canalla, su marido, su amor.
—En cualquier momento, en cualquier lugar, pídemelo y seré tuyo —creyó oírle decir, pero el joven sólo sonrió somnoliento. Aún saboreaba los estremecimientos de placer para poder responderle. Kyuhyun se había echado a un lado para no aplastarlo con todo su peso, aunque tenía una pierna sobre sus caderas, un brazo sobre sus pecho y los labios acariciándole la piel de su cuello con suaves besos.
—Dime que no es cosa de mi imaginación. ¿Me vas a decir que tú también me amas? —preguntó él.
Sungmin  tuvo que bajar de las nubes para responder a esa pregunta. Echó la cabeza hacia atrás para poder mirarle a la cara. ¿Habría estado Kyuhyun impaciente por preguntárselo?
Porque parecía tan seguro de sí mismo que le dirigió una fingida mirada de enfado. 
—Realmente, no mereces oírlo.
—Tienes razón —dijo él, aunque no parecía del todo convencido, exudaba demasiada confianza. Así que Sungmin  añadió:
—¿Crees que debería tratar de convencerte de que sólo estoy enamorado de tu hermoso rostro? Sí, creo que sí.
—¡Dios mío, no digas eso! —exclamó él, pero al instante suspiró—. Muy bien, me lo merezco. Eres la única pareja a la que le consiento decir eso, ¿sabes?, pero por favor, que sea la última vez. No soy hermoso, Minie. Sólo ustedes y los jóvenes son hermosos.
—Al contrario —Sungmin le lanzó una mirada más tierna—. Los ángeles también lo son.
Él gimió y lo hizo rodar bajo su cuerpo de nuevo.
—Tampoco soy un ángel. Los ángeles no tienen pensamientos carnales como éstos. —Lo besó profundamente.
Por supuesto Sungmin  dejó de darle más vueltas al asunto. Se dedicó a averiguar cómo era hacer el amor con ese hombre sin que hubiera polémicas entre ellos, sin emociones crispadas, sólo con el amor guiando sus manos e inundando sus corazones de la más profunda felicidad.
—Oh, Dios mío. Jamás pensé que diría esto —confesó Sungmin  cuando recuperó el aliento poco tiempo después—, pero estoy encantado de que seas un granuja en vez de un ángel. Siempre y cuando seas «mi granuja».




4 comentarios:

  1. Sigo creyendo que Minnie debió de haber hecho sufrir a Kyu un poco mas, se le merecía
    Jajaja

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  2. POR QUE NO SUFRIO MAS ES MAL ESPOSO

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  3. Exijo reembolso😒
    Ah Min...por qué tan rápido.
    Kyu fue demasiado estupido para que esto terminara tan rápidoooo
    Bueno,ya lo extrañaba antes de irse de la casa de Kyu y solo pasaron un par de días...al menos sabe que la mamá de Min no se anda con juegos al defender a su niño.
    Punto por el hecho en que Kyu...cayó en su propia trampa😌

    ¿y los bebés?👀

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  4. Por más que no lo pude leer cuando recién se publicó, leerlo de corrido fue muy satisfactorio

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...