Debutantes II- 6




—Ah, claro, y según tus razonamientos, después de conocerme me despreciarían, como Youngwoon y tú. Aunque Youngwoon reconoció que habría intentado ganar mi favor si no lo hubiera insultado cuando nos conocimos. Estaba encantado de ser mi prometido cuando me vio. Eres el único hombre que conozco que no se encaprichó de esta cara a primera vista.
Pareció sorprendido de sus propias palabras. Hasta le dirigió una mirada pensativa, que hizo que Siwon se sintiera bastante incómodo.
—No hay que perderse en especulaciones —le advirtió Siwon—. Sencillamente, no tengo intención de casarme en este siglo. 
—¿Nunca, entonces?
—No exageres —respondió él con un suspiro—. Aunque no lo haré durante, al menos, los próximos diez años. Mi padre se muestra muy comprensivo en esto, probablemente, porque él tampoco se casó joven. Por eso no me apremia a entrar en el mercado matrimonial todavía.
—¿Fue, realmente, ésa la razón por la que te fuiste de Inglaterra? ¿Porque todos los appas y mamas de Londres te tenían en sus puntos de mira para sus hijos?
—Lo haces parecer peor de lo que fue, pero sí, me perseguían demasiado para mi gusto. No podía ni darme la vuelta sin que me pusieran a un joven o chica casadera delante. Al final, me harté. Y aún no había hecho el gran viaje, de modo que decidí que sería un buen momento para escapar. Volvamos, sin embargo, al tema que nos ocupaba.
—Desde luego —respondió Heechul con aspereza—. Me encanta pasar por el fuego. Volvamos a eso.
Siwon frunció el ceño.
—No lo estás tomando en serio, Hee.
—Ah, ¿no? Quizá porque no veo la razón de insistir en el tema después de reconocer que jamás habría iniciado ese rumor si no fuera por la mezcla de miedo y rabia que me dominaba en aquellos momentos. Aunque tengo que hacerte otra confesión. Mi defecto número dos es mi temperamento. No puedo remediarlo y en algunas ocasiones soy incapaz de controlarlo cuando se inflama.
—Eso no me sorprende, querido —repuso él secamente—. Ya me había dado cuenta, de veras que sí.
—¿En serio? Entonces, ¿has hecho lo imposible por provocar mi mal genio deliberadamente?
—En absoluto. Pero eres demasiado susceptible en lo que se refiere a tus defectos.
—¡Porque los odio, todos y cada uno de ellos!
Dicho esto en un arranque de pasión, ambos se quedaron mirándose por un largo momento hasta que él preguntó con voz tranquila:
—¿Por qué, entonces, te resistes con uñas y dientes a mis esfuerzos por ayudarte a superarlos?
—¿Acaso me he negado a hablar contigo? ¿Te he mandado al infierno..., últimamente?
Siwon soltó una carcajada.
—No, últimamente no. ¿Me estás diciendo que vas a cooperar? ¿Cuando menos, en tu propio beneficio?
—No es en mi beneficio. Es para salir de aquí cuanto antes.
Siwon suspiró.
—No es, exactamente, la actitud que deseaba pero es mejor que no cooperar en absoluto. Deja que te haga una pregunta. Si tuvieras que hacerlo de nuevo, ¿resolverías de otra manera la ruptura de tu compromiso con Youngwoon?
—¿Por qué no me preguntas si tenía alternativa? Porque no la tenía. ¿Qué parte de «desesperado» no entiendes?
—Es decir, no te arrepientes de nada.
—Claro que sí. No actué impulsado por el rencor ni por la malicia, como piensas. ¡No pretendía herirlo, sólo deshacerme de él! Hasta se me ocurrió que él saldría beneficiado. Su título, al menos, habría encantado a mi padre.
—Pero no a ti.
—Sólo hay una cosa que deseo de un marido, y no, no es un título. Este criterio de búsqueda de yerno es de mi padre, no mío.
—¿Cuál es esa cosa?
—Creo que esta información no te concierne. ¿No te parece?
—No, pero has despertado mi curiosidad —admitió Siwon.
—Qué pena —respondió Heechul con una pequeña sonrisa afectada.


—¿Más enaguas? —sugirió Hanni—. Asomé la nariz por la puerta esta mañana y fuera hace más frío de lo que pensaba.
—¿Habías estado alguna vez tan al norte? Yo no pero, evidentemente, es por eso que notamos que hace mucho más frío del que estamos acostumbrados. ¡Y ya llevo tres enaguas! —protestó Heechul.
—¿Has encontrado los calcetines de lana que te había dejado?
—Sí, deja ya de preocuparte.
—Ojalá se nos hubiera ocurrido llevar tus botas de montar —dijo Hanni—. Te protegerían las pantorrillas mejor que estos botines de viaje.
Heechul rió, al fin.
—No cabían en el equipaje. ¿Dejarás de preocuparte de una vez? Estoy bien con este traje de terciopelo grueso y el abrigo. Sólo voy a dar un pequeño paseo. Si tengo mucho frío, volveré a la casa enseguida, te lo prometo.
Unos minutos más tarde bajaba apresurado la escalera, el gorro ribeteado con piel en la cabeza, el abrigo de color azul claro abotonado hasta el cuello. Esperaba disfrutar del paseo que tanto anhelaba antes de encontrarse con su enemigo.
A última hora de la tarde sería un buen momento para proseguir con la larga lista de transgresiones que había mencionado Siwon. Lo de anoche ya había resultado bastante doloroso. No le gustaba que le recordaran sus pesares. No tenía muchos, pero los que tenía lo entristecían, y detestaba sentirse triste. ¿Era eso lo que esperaba conseguir Siwon? ¿Que se sintiera triste y desconsolado y voila!, se convirtiera en un joven nuevo? Resopló para sí.
Aunque la primera incursión en sus supuestas maldades no había sido tan malo como temía. Había decidido ser sincero. No siempre lo era. No lo consideraba un defecto sino una conveniencia, ya que la verdad raras veces lo beneficiaba. Las mentiras, en cambio, siempre. Un hábito aprendido de sus «amigos», que nunca se mostraban sinceros con él, siempre lo halagaban y le decían lo que creían que quería oír. Además, si les dijera la verdad, se sentirían tan ofendidos que lo habrían abandonado para siempre, y es mejor tener amigos falsos que no tenerlos en absoluto, como había descubierto hacía mucho tiempo.
Lo asombraba, no obstante, su decisión de ser sincero con Siwon. No sabía bien por qué, excepto que él parecía algo más perspicaz que la mayoría de las personas que conocía y sospechaba que descubriría las mentiras que le contara. Tampoco tenía por qué mentirle. Tenía sus defectos. Como todo el mundo. Que los suyos dominaran partes de su comportamiento era algo inevitable. Los reconocía, sin embargo, y ojalá eso fuera suficiente para sacarlo de ese lugar.
En cuanto salió y cerró la puerta tras de sí descubrió que Hanni tenía razón. Aunque no era el aire lo que estaba gélido sino el leve viento, que seguramente no resentiría si brillara el sol. Pero el sol todavía no había aparecido para derretir nada. Estaba decididamente oculto tras una capa sólida de nubes negras, que predecían más nieve.
Miró ceñudo el camino despejado, enfundó las manos en el manguito y echó a andar por la nieve que estaba sin pisar, hacia el lado izquierdo de la casa. Tenía que reconocer que la vista desde allí era preciosa.
Sonrió mientras trazaba anchos círculos de pisadas alrededor de los árboles y luego se detuvo para contemplar las suaves colinas en la distancia, todas cubiertas de un hermoso manto blanco. Aspiró profundamente y soltó el aire de golpe cuando sintió que algo le daba en la espalda. Pensó que sería un pájaro, aunque no quedaban muchos en esa época del año. El pobrecito podría estar helado e incapaz de volar en línea recta. Se volvió, esperando verlo en el suelo, junto a sus pies..., y vio a Siwon, que ya tenía otra bola de nieve en las manos.
Lo miró boquiabierto. Su sonrisa maliciosa era muy elocuente. ¡Cómo se le ocurría tirarle una bola de nieve! Qué niñería.
—¿Te has vuelto loco? —gritó y enseguida chilló cuando la siguiente bola pasó rozándole la cabeza.
Se escondió detrás de un arbusto, indignado a la vez que resuelta a vengarse. Se quitó el manguito, cogió un gran puñado de nieve y lo apretó con firmeza antes de incorporarse y lanzarlo contra él. ¡Le dio de lleno! El blanco golpeó un lado de su pecho y salpicó todo su abrigo. Heechul soltó una carcajada y recibió otra bola de nieve en la boca. Balbuceó y se agachó de nuevo. Siwon apuntaba demasiado bien, aunque él ya había demostrado que tampoco tenía mala puntería y, como mínimo, estaba protegido por el arbusto. Él seguía valientemente de pie allá fuera, seguramente pensando que le había acertado por casualidad. ¡Ya le enseñaría!
Rió de nuevo al incorporarse para lanzar su segunda bola de nieve. ¡Siwon estaba esperando que asomara la cabeza! Su tercer proyectil le quitó el gorro de un golpe. Quizás esconderse tras un arbusto no era muy buena idea, ya que le impedía ver qué hacía él. Decidió que una táctica de guerrillas podría resultar más conveniente.
Asomó un poco la cabeza, esquivó el siguiente proyectil e, inmediatamente, se levantó, lanzó el suyo y echó a correr. Corrió. Resbaló, patinó y corrió un poco más, sin dejar de reír.
Sintió el impacto de dos bolas de nieve más en la espalda antes de oírlo gritar:
—¡Cobarde!
Se volvió y le dirigió una sonrisa deslumbrante.
—Acércate..., ¡si te atreves! —lo provocó a su vez.
—¡Conque ésas tenemos!
Siwon echó a correr hacia él. Heechul cogió rápidamente otro puñado de nieve, se lo lanzó y volvió a correr, aunque le dio tiempo a ver la salpicadura blanca en la frente y las mejillas de Siwon. Rió encantado y perdió un momento en recoger otra bola de nieve, pero chilló de nuevo al descubrir que Siwon había acortado mucho la distancia entre ambos. ¡Maldito patilargo!
Huyó con una risa pero el hombre se lanzó sobre él y lo alcanzó. Ambos cayeron al suelo y patinaron varios pies por la nieve. Heechul luchó por recobrar el aliento después de tanto reír.
El beso fue tan inesperado que tardó unos momentos en darse cuenta de que eran los labios de él los que calentaban los suyos. Le conmocionó el tiempo suficiente para saborear el beso plenamente antes de indignarse. Fue agradable. Más agradable aún fue el estremecimiento que le recorrió con el beso. Como tener mariposas en el estómago, nunca antes había sentido nada parecido.
Con toda naturalidad, sus brazos rodearon los hombros de Siwon. Si antes tenía frío, ahora, desde luego, ya no, no con el ancho cuerpo de Siwon encima. El vapor mezclado de sus alientos le calentó la cara y se dio cuenta de que los labios de él estaban muy calientes al rozar seductoramente los suyos.
Sus pezones se endurecieron con un cosquilleo. Apretó los dedos de los pies dentro de los botines. El calor invadió su cuerpo y la sangre recorrió veloz sus extremidades.
Aquello pudo continuar indefinidamente, si Siwon no se hubiera dejado llevar y no le hubiera acariciado el cuello con sus dedos helados. El choque del frío repentino hizo aflorar su indignación. Lo apartó de un empujón, se puso de pie tambaleándose y se quitó la nieve que había quedado enganchada en su abrigo de terciopelo. Tenía nieve por toda la ropa, evidentemente, aunque eso era lógico y no era la causa de su enfado.
—Sabía que se trataba de esto —dijo en tono de «¡te he pillado!»—. Pudiste pedirme, simplemente, en matrimonio. Mis padres estarían encantados, no me cabe duda.
—Pero tú no.
—No seas ridículo.
—Y tú podrías dejar dé hacer suposiciones aún más ridículas, cuando lo único que quería era ver si tu sabor es tan agrio como tu carácter —explicó Siwon.
Heechul lo miraba fijamente, tendido allí, en el suelo, en actitud tan desenfadada como si estuviera estirado en un sofá. Quiso fruncir el entrecejo pero, en cambio, alzó una ceja.
—¿Y tengo un sabor agrio?
—Completamente —respondió él con un mohín.
¡Santo Dios, se estaba metiendo con él! Nadie se metía con él nunca. De eso se encargaba la actitud de solemnidad que tanto se había esforzado en conseguir. Aunque tampoco nadie le había lanzado bolas de nieve antes.
Se había divertido demasiado para dejar que el episodio terminara tan mal, así que se tomó un momento para reflexionar en su respuesta y supo que no debió enfadarse tanto por un mero beso que, evidentemente, no significaba nada. Al fin y al cabo, él era un libertino confeso y debía de estar acostumbrado a esas cosas.
—Te he dado más veces que tú a mí —dijo con una sonrisa, su forma de admitir que su reacción había sido exagerada, una disculpa implícita, en cierto modo.
—¡Claro que no! —Siwon rió y se levantó del suelo—.Aunque se te da bastante bien. Debiste de practicar mucho cuando eras pequeño.
Heechul quedó muy quieto.
—No, nadie nunca quería jugar conmigo en la nieve.
La alegría desapareció de las facciones de Siwon.
—Espero que estés mintiendo, Hee.
—Claro, por descontado —dijo para evitar el tema.
—Pero no mientes, ¿verdad?
—¡Te advertí que no tocaras este tema, así que déjalo correr!
Se alejó de él. Al final, el episodio había terminado mal.


La risa de Heechul resonaba en el viento. Siwon tenía la sensación de que nunca la olvidaría, ni su experiencia de esa mañana.
Lanzarle la primera bola de nieve había sido un simple impulso. Estaba terminando de desayunar cuando lo vio pasear por la nieve y decidió salir a reunirse con él. Lo que vino después, desde luego, no fue premeditado.
Apenas lo reconocía hoy. Había una diferencia asombrosa entre el joven que le tiraba bolas de nieve y aquel que todos odiaban. No había sido una actuación. Estaba absolutamente convencido de que su comportamiento había sido totalmente espontáneo. Heechul no trataba de engañarlo haciéndole creer que lo había «cambiado» por milagro. Sencillamente, le había revelado una faceta de su carácter que nadie más conocía, una faceta juguetona que resultaba deliciosa.
Mientras que no se arrepentía de su primer impulso, probablemente, se arrepentiría del segundo. Fue una tontería besarlo. Le había dado una impresión equivocada, siendo, sencillamente, una reacción natural por parte de él. Sus labios estaban cerca, su risa impregnaba el aire y él era tan condenadamente hermoso. No hubo forma de resistirse. ¿Que quería averiguar si tenía un sabor agrio? ¡Mentira! Como mínimo, se le podía haber ocurrido una excusa mejor, y así habría sido si no lo hubiera aturdido tanto aquel beso.
Lo encontró solo en el salón, de pie delante de la ventana que daba al patio lateral. Lo habían removido todo con su batalla de nieve. Sus huellas estaban por todas partes, también la marca profunda de cuando resbalaron después de lanzarse sobre la nieve... ¿Estaría pensando en lo mucho que se divirtieron o en el beso que se habían dado? De hecho, no dejaba de ser vanidoso al imaginar que Heechul pensaba en él.
¿En qué pensaba cuando estaba solo? Maldita sea, sentía demasiada curiosidad por él y por cosas que nada tenían que ver con la razón por la que estaban allí.
—¿Listo para pasar por el fuego? —preguntó en tono ligero cuando llegó a su lado.
La presencia de Siwon no lo sorprendió, debió de oírlo llegar. Tampoco hacía falta preguntar a qué se refería. La expresión «pasar por el fuego» había sido de Heechul.
No obstante, lo oyó suspirar y el tono de su voz era un tanto melancólico cuando respondió:
—Desde luego.
¡Culpabilidad! Afloró y casi lo ahogó mientras lo observaba acercarse al sofá con los hombros caídos. ¿Qué demonios...? ¿Cómo podía sentirse culpable por querer ayudarle? Quién se beneficiaría de sus esfuerzos sería Heechul, no él..., bueno, ganaría la apuesta con Youngwoon pero ahora aquello era insignificante, porque había descubierto que, simplemente, deseaba ayudarlo. Algo lo había convertido en lo que era y, tal vez, Siwon debería añadir a su programa el deber de averiguarlo.
Se sentó en el mismo sofá que Heechul y notó que el joven se apartaba de él.
—No muerdo —dijo Siwon con cierta indignación.
—Pues, yo creo que sí.
—¿Lo dices por el beso o por hacerte pasar por el fuego?
—Por ambas cosas. —Heechul se sirvió una taza de té de la bandeja que había en la mesilla. También había una cesta con dulces pero ni siquiera la miró.
—Yo también tomaré una taza.
—Sírvete tú mismo —repuso el joven.
Mucho mejor. El Heechul melancólico era tan peligroso como el que lloraba. Lo desarmaba.
Se sirvió una taza de té y, para asegurarse de que no lo intimidaría con nuevos suspiros, comentó:
—Dejo las pastas para ti. Estás demasiado delgado.
Heechul no lo había mirado todavía pero ahora sí.
—¡No lo estoy!
—Y demasiado pálido —añadió él para rematar—. Tu piel no tiene color.
—No ha de tenerlo.
—Suponía que te importa tu aspecto —apuntó Siwon.
—No le pasa nada a mi aspecto. Soy tan bello que doy asco.
Caramba. Más le valía retroceder. ¿Lo había oído bien? ¿Y en un tono tan amargo?
—Por supuesto —accedió Siwon, desenvuelto—. Un asco total. Un asco extraordinario.
Heechul lo miró con los ojos entornados.
—No hace falta que exageres.
—¿He exagerado? Mil perdones. Hablemos, pues, de otro de los rumores que iniciaste.
Si pensaba que lo pillaría desprevenido sacando el tema de forma tan abrupta, se equivocaba. Heechul se recostó en el sol con expresión de simple curiosidad.
—Sí, por favor, adelante, porque no recuerdo haber iniciado más rumores.
—Creo que tú amigo o, mejor dicho, tú ex amigo no estaría de acuerdo. ¿Qué rumor dijo Jungmo que hiciste correr en torno a él? ¿Que era un embustero y un traidor?
—No, fue él quien me llamó traidor a mí. Yo, simplemente, le llamé mentiroso delante de Hongki y Geunsuk, nuestros amigos comunes. Me provocó demasiadas veces. Perdí los estribos pero el asunto no fue más allá. Sabía que ni Hongki ni Geunsuk repetiría mis palabras. Jungmo les resultaba simpático.
—Pero tú no.
Heechul apartó la mirada.
—Sé que oíste la segunda conversación que tuvimos Jungmo y yo. No, Hongki y Geunsuk nunca fueron mis amigos de verdad. Pretendían serlo pero no lo eran.
—¿Eso te molesta?
—En absoluto. No quiero caer bien a la gente. Procuro no caerles bien.
Su afirmación resultaba tan extraña que lo dejó sin palabras por un momento. Desde luego, no se lo creía. Aunque ¿por qué decir algo así? ¿Como excusa defensiva?
Siwon le señaló lo evidente:
—Nadie procura caer antipático..., deliberadamente. Va en contra de la naturaleza humana.
Él se limitó a encogerse de hombros y le dirigió de nuevo la mirada.
—Si tú lo dices...
¿No iba a defender su causa? Irritado con esta nueva actitud de indiferencia, Siwon dijo:
—Muy bien. ¿Por qué razón lógica querrías resultar antipático a tus amigos?
—Para no tener que preguntarme si son sinceros cuando sé que no lo son.
—¿No confías en nadie? ¿Es lo que me estás diciendo?
—Exacto.
—Supongo que eso me incluye a mí.
En realidad, esperaba que lo negara aunque sin saber bien por qué.
—Claro que sí. Tú también me has mentido, como todos.
—Y un cuerno —repuso él, indignado—. He sido completamente...
Heechul lo cortó con un resoplido.
—Me dijiste que nos conducías a Londres, no tan explícitamente pero, desde luego, es lo que dejaste entender. ¿No fue eso una mentira?
Siwon se ruborizó significativamente, culpable de todos los cargos.
—Eso fue una excepción, sólo pretendía evitar tus histrionismos hasta que llegáramos aquí.
—Ah, ya entiendo —dijo Heechul—. ¿El hecho que me impidiera buscar ayuda antes de llegar a este lugar tan remoto, donde no puedo encontrar ninguna, fue una ventaja casual? Aunque qué más da, una excepción o una docena de ellas. He terminado mi alegato.
El rubor de Siwon se intensificó.
—Mis disculpas por engañarte por razones de simple conveniencia, aunque no pienso disculparme por querer ayudarte.
—Tampoco necesitas disculparte por mentir. Y, desde luego, no por razones de conveniencia. Yo mismo lo hago bastante a menudo.
—¿Es éste tu defecto número tres? —preguntó Siwon.
—No, no soy un embustero compulsivo. Cuando miento, es con toda la intención. No puedo controlar mis defectos, la impaciencia y el mal genio, pero sí puedo controlar mis mentiras.
—¿Y eso no te parece un rasgo negativo?
—No seas hipócrita, no me digas que a ti sí.
—Resulta que sí, aunque supongo que ahí está la diferencia entre tú y yo. Yo me inclino por la sinceridad, tú pareces preferir las mentiras.
—No las prefiero —replicó Heechul y admitió—: Solía sentirme culpable por ellas.
—¿Qué te hizo cambiar?
—Que todos los que me rodean me mienten a mí. Ésta es la razón por la que Jungmo era mi único amigo verdadero. Era el único en cuya sinceridad podía confiar..., al menos, hasta que herí sus sentimientos.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó él con consideración.
—No.
No iba a decir nada más. Y ahora, después de haber reconocido que no tenía escrúpulos a la hora de mentir, Siwon se preguntó si eran verdad las cosas que le había contado hasta el momento. La idea le resultó muy molesta. Si Heechul optaba por mentir para conseguir volver a Londres...
—No herí sus sentimientos deliberadamente—empezó a decir Heechul antes de estallar—: ¡Dios mío, lo ves!
Él frunció el ceño.
—¿Qué he de ver?
—Éste es mi tercer defecto.
Lo dejó totalmente perplejo.
—¿Cuál?
—¡Que no puedo mantener la boca cerrada! ¡Es ridículo cómo reacciono al silencio!
Siwon se echó a reír.
—¿Lo consideras un defecto?
—Claro que sí —dijo con irritación—. ¿Cómo te sentirías tú si tuvieras que contar una bonita historia y quisieras hacerla durar pero, enfrentado a un pequeño silencio, fueras directamente al grano? Echarías a perder por completo lo que, de otra forma, podría ser una anécdota muy entretenida.
Ahora Siwon se reía sin tapujos.
—En la lista de defectos, éste ocuparía un lugar ínfimo, querido.
—Yo no lo creo así —replicó Heechul, indignado.
—¿Tenías una historia que contar?
—No, ha sido sólo un ejemplo. También ocurre cuando no quiero hablar de algo.
—Ah, ya entiendo. Es bueno saberlo. —Siwon sonrió—: Volvamos al tema de Jungmo.
—No volvamos.
—¿Debo guardar silencio de nuevo?
Heechul lo traspasó con la mirada. Él consiguió controlar un nuevo acceso de risa. Era muy fácil tomarle el pelo a Heechul, igual que a Donghae, su hermano. El nuevo tema que quería introducir, sin embargo, invitaba a la seriedad.
—Jungmo dijo que has arruinado vidas. ¿Fue una afirmación exagerada?
—En absoluto. No me cabe duda de que muchos de los hombres a los que he rechazado consideran sus vidas arruinadas por mi culpa. Youngwoon ha sido el único que pensó lo contrario, que casarse conmigo sería un destino peor que el infierno. Yo pensé lo mismo cuando su abuelo describió lo aburrida que sería la vida en Raccoon Glade.
Youngwoon estuvo dispuesto a casarse con él para evitar la ruina de Heechul si Jungmo hiciera correr la voz de lo que había visto cuando entró sin avisar en el dormitorio de su amigo. Se trataba de una escena completamente inocente pero ¿quién iba a creérselo cuando empezara a correr el rumor de lo contrario? Siwon dudaba de que él se hubiera mostrado tan noble, no al menos tratándose de Heechul.
—No creaste a propósito la situación comprometedora que vio Jungmo, ¿verdad que no? —preguntó.
—No, pero no te equivoques —advirtió Heechul—. En aquellos momentos estaba dispuesto a casarme con Youngwoon para acabar de una vez por todas. Pensé que no sería mal partido..., al menos, a ojos de mi padre. Y pensé, equivocadamente como se demostró después, que también Youngwoon estaría dispuesto, una vez recuperado de la ofensa de haberlo llamado «bárbaro». Si hubiese sabido entonces que no deseaba casarse conmigo, seguramente habría provocado una situación embarazosa como aquélla.
Siwon se sintió confuso. ¿Por qué demonios lo admitía! Realmente, él le consideraba inocente de aquel episodio.
—¿Y no ves nada malo en ello? —inquirió secamente.
—¿Cuando pensaba que, al final, él estaría satisfecho con el enlace? No, no veo nada malo en ello.
Siwon meneó la cabeza aunque hizo cierta concesión
—Supongo que no se te puede culpar de pensar así cuando los jóvenes y mujeres vienen atrapando a los hombres desde los albores de la historia. Personalmente, la considero una de las maquinaciones de la peor especie, desde el punto de vista masculino, claro está.
—Por supuesto —apuntó Heechul—. No esperaba que pensara de otro modo. Pero, ya que estamos hablando de esto, también deberías saber que no habría hecho nada parecido de no haber sabido que no existía la menor posibilidad de que Youngwoon fuera feliz conmigo.
¿Debía creerle? Siwon imaginaba que sí, después de lo que ya había reconocido.


1 comentario:

  1. Ahhhh
    Ya lo beso!!!!
    Jajajaja no hay quien se resista!!!!
    Ay ya Hee se sincero...

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...