Debutantes I-19



Podrían haberle impedido verlo. Youngwoon cayó en la cuenta cuando llegó y Hyesung, el tío de Jungsoo que salió a abrirle, lo miró con desaprobación por presentarse a aquellas horas tan intempestivas. Aunque chasqueó la lengua Y musitó que su visita tendría que ser breve y que debería haber esperado a mañana, lo condujo por el comedor hacia dos puertaventanas por las que se accedía a un jardincillo y señaló en esa dirección.
Youngwoon vio que Jungsoo estaba allí, envuelto en su abrigo de invierno, sentado en un banco de piedra y bañado por los rayos de la luna. Era la única luz que había porque aquel lado de la casa estaba a oscuras, pero fue más que suficiente cuando sus ojos se acostumbraron a ella.
-¿No tiene usted frío? -le preguntó al acercarse.
-En absoluto -dijo él con sencillez.
-Creo que las Tierras Altas le gustarán -observó él sin traslucir sentimiento alguno.
-¿Por qué lo cree?
-Porque casi todas las personas que vienen, incluso los escoceses del sur, no se toman la molestia de contemplar el paisaje que tienen a su alrededor. En cambio, usted no tendría prisa por ponerse bajo cubierto para resguardarse del frío, ¿verdad?
Jungsoo sonrió.
-Probablemente no, pero eso puede decirse de muchas personas y de casi todas partes, incluso aquí. Mire -añadió, señalando el cielo-. La luna de invierno es algo bellísimo, salga  en el país que salga, pero rara es la vez en que alguien se detiene a admirarla.
Youngwoon sonrió.
-Mensaje captado, pero yo me admiro  de que salga incluso en su cielo inglés, que está siempre tan nublado.
-¿Sigue odiando estar aquí?
-No -le aseguró él-. Hay algunas cosas inglesas que han acabado gustándome mucho.
Jungsoo sonrió para sus adentros, aunque no había captado la segunda intención de aquella afirmación. Sencillamente se alegraba de que él empezara ya a encontrarse a gusto en su nuevo hogar. Aquel día, Jungsoo se había marchado de Raccoon Glade muy animado. Se alegraba de que Youngwoon se hubiera librado de un matrimonio que habría detestado.
No se apartó cuando él se sentó en el banco más cerca de lo que sería correcto.  Se encontraba a gusto con él por la amistad que los unía. Su proximidad solo lo turbaba cuando empezaba a pensar en Youngwoon como algo más que un amigo. Pero había desterrado aquellos pensamientos después de su conversación con Junjin. Y por su propio bien iba a seguir haciéndolo.
Él aún tenía que encontrar esposo. Pronto partiría a Londres con ese propósito. Pensó que tal vez por eso había ido a visitarlo, para decirle que se ausentaría durante un tiempo. Iba a echarlo de menos, mucho, pero ahora tendría que habituarse a verlo solo de vez en cuando. Cuando regresara tendría esposo...
-¿Están sus tíos observándonos desde alguna de esas ventanas? -le preguntó él de repente.
-Es muy posible.
-No me importa. Voy a besarlo.
Fue demasiado imprevisto. Y Youngwoon lo estrechó en sus brazos y cubrió sus labios con los suyos con tanta rapidez que Jungsoo no tuvo tiempo de reaccionar. Le estaba besando, a conciencia, en profundidad. Y en cuanto se recuperó de la sorpresa, Jungsoo se dio cuenta de que no quería pensar, ni analizar, ni hacer nada que no fuera saborear el placer de estar en sus brazos otra vez.
Estaba siendo muy egoísta dándole la impresión equivocada. Pero era superior a él. Aquella iba a ser la última vez que podría tocarlo, disfrutar de él, soñar durante unos breves instantes que podía ser suyo.
Tendría que insistir en que no volviera a suceder jamás. Seguiría siendo su amigo, pero no si él continuaba tentándolo de aquella forma. Y probablemente Youngwoon ni siquiera lo, pretendía. Aquella debía de ser su forma de compartir su alivio con él, pero por Dios, ¿era así como besaban los escoceses a sus amigos?
Supo la respuesta justo después, cuando él se apartó para mirarlo a los ojos y le dijo sin más preámbulos:
-Angel, ¿quiere casarse conmigo?
Jungsoo se quedó mirándolo durante largo rato, viendo todas sus fantasías hechas realidad en aquellas pocas palabras. Tenía que saborear esa alegría durante unos instantes más, alejar la realidad y el dolor que iba a sentir en cuanto le respondiera. Pero como sabía cuál iba a ser la respuesta, cuál debía ser, la alegría fue efímera. Intentó retenerla, pero sus emociones se negaron a colaborar y, si no terminaba pronto, iba a ponerse a llorar a lágrima viva.
Debería haberse explicado, pero solo fue capaz de articular:
-No.
Youngwoon no se lo esperaba y su expresión le delató: la sorpresa, el dolor que enseguida disimuló, la rigidez a la que dio paso. No obstante, él no se contentó con la repuesta. Le preguntó:
-¿Por qué?
Era increíble la de cosas difíciles que Jungsoo había tenido que hacer por Youngwoon, y aquella iba a ser sin duda la peor: intentar contener su propia angustia durante el tiempo suficiente como para hacerle comprender.
-Usted es mi amigo, Youngwoon, el mejor que he tenido nunca, de hecho, y me importa mucho como tal. Pero pensar que sentimos más el uno por el otro sería un error.
Debería haber dicho más cosas, sin duda, pero las palabras estaban empezando a atragantársele.  Se puso en pie y le dio la espalda, antes de que él pudiera presentir sus verdaderos sentimientos. La luna lo ayudó, ocultándose y sumiendo el jardín en la oscuridad. Si él hubiera podido verle el rostro en aquel preciso instante, habría sabido que Jungsoo no estaba diciéndole la verdad. Las lágrimas, que ahora caían por sus mejillas, incapaces de esperar más, se lo habrían dicho todo.
Y aparte de dolor, Jungsoo también sintió ira hacia el abuelo de Youngwoon. En aquellos instantes, odiaba a Junjin por avisarle, por prepararlo para aquello. ¿Por qué no lo había dejado en la ignorancia? ¿Habría sido tan malo para él casarse con Youngwoon? Jungsoo lo habría amado por los dos. Podría haber sido un buen esposo.
Pero se estaba engañando. En el matrimonio no era suficiente con que solo amara una de las partes. Habrían vivido juntos, como amigos. Eso no era un matrimonio. Y, al final, Jungsoo también habría acabado resintiéndose de que él no la amara como deseaba.
Intentó secarse las lágrimas antes de volver a mirarlo para que no se percatara de que había estado llorando. Creía que lo había logrado. No importó. Youngwoon se había marchado sin que se diera cuenta.

*** 
Youngwoon no fue directamente a casa, donde sabía que sus dos abuelos se abalanzarían sobre él para preguntarle si volvía a estar comprometido. No tenía ganas de hablar sobre el tema. En lugar de ello, fue a la posada, o más exactamente a la taberna y, sobornando al posadero para que no cerrara cuando el hombre intentó mandarlo a casa, bebió hasta la saciedad.
Al final consiguió llegar a casa, aunque se cayó dos veces del caballo. Al menos estaba casi seguro de que habían sido dos, y podría haberse quedado tendido en el frío suelo si el animal no le hubiera echado su fétido y cálido aliento varias veces en la cara. Tenía la ligera sospecha de que podía haber sido su propio aliento, pero daba lo mismo, porque en el estado en que se hallaba no habría sabido distinguirlo.
Tampoco había conseguido eludir a sus abuelos. Los dos se abalanzaron sobre él en cuanto entró haciendo eses por la puerta principal. El mayordomo había tenido el sentido común de irse a dormir, pero Eric y Junjin, a pesar de las altas horas, le habían esperado despiertos.
Aunque no juntos. Junjin salió del salón para ayudar a levantarse a Youngwoon que, sin saber cómo, estaba otra vez en el suelo. Eric se hallaba en lo alto de las escaleras, preguntando si debía llamar a un lacayo para llevar a Youngwoon a la cama.
-Maldita sea. Puedo levantarlo solo -espetó Junjin indignado.
Youngwoon, que habría preferido quedarse durmiendo en el suelo del recibidor, tuvo la vaga sospecha de que Junjin estaba decidido a cargarlo por su cuenta escaleras arriba, obstinado y escocés como era, y eso seguro que le rompería el espinazo. Por ese motivo, hizo un último esfuerzo y subió las escaleras sin ayuda, deteniéndose solo un instante para mirar de refilón a Eric, que estaba en bata sosteniendo una lámpara, y arquear una ceja.
Por respuesta obtuvo un bufido muy inglés, que lo impulsó a reírse. No sabía que los bufidos pudieran diferenciarse por idiomas y lo encontró francamente divertido.
-Bueno, dígame -oyó que decía Eric a sus espaldas cuando él prosiguió su camino en dirección a su dormitorio-. Ya que lo conoce tan bien, ¿se ha emborrachado esta vez para celebrarlo o para ahogar sus penas?
-Shhh -le susurró Junjin-. No le recuerde lo que ha intentado olvidar con la bebida.
-Nada de celebraciones, entonces -suspiró Eric.
Youngwoon, preguntándose si pensaban que la bebida afectaba de alguna forma al sentido del oído, se apoyó en la pared más próxima y dijo:
-No me ha aceptado. Se ha negado en redondo a casarse conmigo. Pero responde a mis besos como si quisiera arrastrarme a su lecho. No lo entiendo, Junjin -se lamentó, pero entonces miró de manera acusadora a Eric, preguntándole-: ¿Es esa una peculiaridad de los ingleses?
-¿Que quieran llevárselo a la cama? ¿O que sigan sin casarse con usted después de haberlo hecho?
-Sí, eso.
Youngwoon sospechó que el anciano quería reírse, pero consiguió contenerse cuando le respondió:
-No lo sé. No ha habido tantas parejas que hayan querido llevarme a la cama.
Junjin fue incapaz de contenerse y se rió de Eric.
-Vaya, ¿y por qué será que no me sorprende?
Lo cual le valió a Junjin una furiosa mirada, otro bufido y los dejó casi sin luz, puesto que Eric se marchó con la lámpara. Pero regresó con ella al cabo de un instante, la dejó en la mesa más cercana y dijo con rigidez:
-Para el muchacho, para que no se rompa el pescuezo. Por la mañana discutiremos lo que parece un malentendido.
Dijo aquello último fulminando de nuevo a Junjin con la mirada, lo cual, esta vez, en lugar de divertir al anciano escocés, le impulsó a hacer una mueca. Youngwoon no se dio cuenta y preguntó:
-¿Qué malentendido?
-El que al parecer usted tampoco entiende -respondió Eric Aquello era demasiado críptico para el cerebro de Youngwoon, empapado de whisky como estaba, y se resignó a no intentar descifrarlo. Prefirió ir tambaleándose hasta lo que le pareció su dormitorio entró sin encender la luz y se desplomó, esta vez sobre una cama blanda. Ya averiguaría por la mañana si era o no su dormitorio. Como nadie lo echó a gritos de allí, el cerebro de Youngwoon aprovechó para dejar de funcionar.
Cuando se despertó a la tarde siguiente, consiguió dormir  hasta esa hora,  Youngwoon comprobó, por segunda vez, que había alguien sentado junto a su cama, esperando a que se despertara. Esta vez era Junjin y, aunque fingía estar dormido, Youngwoon lo conocía bien. A pesar del martilleo en las sienes, reparó en la coincidencia. En ambas ocasiones, él había estado bebiendo hasta casi perder el sentido.
Junjin, abriendo un ojo, dijo más o menos lo que él estaba pensando.
-Te emborrachaste cuando tuviste que prometerte pero no querías. Y ahora has vuelto a hacerlo cuando querías pero no has podido. ¿Merece la pena tomarse la molestia cuando el olvido es solo temporal?
-No, en absoluto. Y usted se arrepentirá de haberse pasado toda la noche ahí sentado solo para preguntarme eso, pues sus viejos huesos van a estar crujiéndole durante una semana entera.
-Deja que sea yo quien me preocupe por mis viejos huesos -respondió Junjin mientras se incorporaba y se desperezaba.
Los dos oyeron unos cuantos crujidos y Junjin se rió con suavidad.
Youngwoon se incorporó con dificultad y se sentó en el borde de la cama. Lo hizo con sumo cuidado, pero no le sirvió de nada. Era evidente que le faltaban horas de sueño para eliminar por completo el alcohol que tenía en el cuerpo. La próxima vez que pensara que la bebida era la respuesta a sus problemas, le pediría a alguien que le pegara un tiro.
Junjin, viéndolo de ese modo, dijo incómodo:
-Debería esperar hasta que te encontraras mejor, pero mi conciencia me lo impide.
-Si piensa gritarme, hágalo sin levantar la voz -respondió Youngwoon. Junjin torció el gesto.
-Si alguien va a recibir gritos, ese voy a ser yo.
Aquello captó de lleno la atención de Youngwoon.
-¿Conciencia, eh? Muy bien, ¿qué le preocupa?
-Que te estés tomando tan a pecho el rechazo de ese jovencito.
Youngwoon arqueó una ceja, pero le dolió. En lugar de ello, probó a fruncir el ceño, pero también le dolió. Finalmente se limitó a enterrar el rostro entre las manos y musitó:
-¿Tendría que dar saltos de alegría porque él no me ama de la forma que lo amo yo?
-Entonces, ¿estás seguro de que lo amas de esa forma?
-¿Le habría pedido que se casara conmigo si aún lo viera solo como a un amigo?
-Sí, temía que lo hicieras, solo para zanjar el asunto de tu matrimonio. - Junjin suspiró-. Lo último que me dijiste al respecto es que solo erais amigos.
-Y lo éramos, entonces. Lo gracioso es que fue precisamente su insistencia en que los hombres y los jóvenes no pueden ser verdaderos amigos lo que me hizo empezar a mirarlo con otros ojos. Y vi que me gustaba lo que veía, mucho. De hecho, para mí ha sido un infierno, después de eso, contenerme para no tocarlo.
Junjin cerró los ojos mientras volvía a suspirar.
-Entonces te debo una disculpa. Me temo que puedo haber influido en su decisión de rechazarte.
-No sea absurdo -se burló Youngwoon-. Usted no puede cambiar sus sentimientos.
-No, pero en la conversación que tuve con él pude haberlo convencido para que no admitiera  sus verdaderos sentimientos.
Youngwoon se quedó callado y clavó los ojos en su abuelo.
-¿Qué conversación?
-La semana pasada, cuando lo vi en el pueblo. Le advertí que tú podías pedirle que se casara contigo, si lograbas librarte de Heechul, pero que si lo hacías sería por razones equivocadas.
-Maldita sea. ¿Le dijo que yo no sentía por él más que amistad?
Junjin torció el gesto, aunque el tono de Youngwoon no fue tan duro como él lo percibió.
-Sí, pero entonces yo estaba seguro de que eso era todo lo que había entre vosotros, dado que tú acababas de asegurármelo, y yo no quería ver cómo los dos cometíais un grave error, pensando que podríais basar vuestro matrimonio en eso.
De repente, la expresión ceñuda de Youngwoon dio paso a una sonrisa.
-¿Sabe usted que eso significa que él me ama de verdad?
-Sí, es una posibilidad.
-Más que eso. Ahora me doy cuenta de lo estúpido que he sido no haciendo caso a mi corazón, cuando yo sé que siente por mí algo más que afecto. Anoche permití que su escueta negativa me ofuscara.
-Hablaré con él, muchacho -exclamó Junjin-. Y le explicaré mi error.
-No. -Youngwoon sacudió la cabeza, sonriendo-. Necesita convencerse de que yo lo amo de verdad y si no soy capaz de hacerlo solo, es que no lo merezco.
-Entonces, ¿puedes perdonarme por haberme entrometido?
-No se preocupe, Junjin. Sé que lo hizo con buena intención. Pero por este maldito dolor de cabeza que me va impedir ir a verlo en este mismo instante, sí, puede usted fustigarse un poco mas por la parte de culpa que tiene.
Junjin bufó y se dirigió a la puerta.
-Pues si yo voy a tener que fustigarme, sufre tú las consecuencias de tu propia estupidez -dijo, y cerró de un portazo, sabiendo que con eso Youngwoon se pondría a gimotear de dolor, como pudo constatar.

*** 
Como era natural, le estaba resultando imposible conciliar el sueño. Jungsoo no esperaba que esa noche fuera a ser distinta de la anterior. Era extraño lo que un corazón roto podía hacer con uno. Se aseguraba de que te consumieras analizando todos los «y si» imaginables, aunque al final no sirviera de nada. No te daba, tregua, impidiendo que el sueño te hiciera olvidar momentáneamente el dolor.
Sin embargo, esta vez había decidido intentar leer y se había llevado a la cama el libro que tantas veces le había ayudado a conciliar el sueño. No funcionó.
Youngwoon se estaba engañando y casi había logrado engañarlo también a él, pero solo porque Jungsoo quería creer que él podía amarlo. Sabía que aquello era imposible, pero, de alguna forma, había perdido de vista lo que era evidente.  Jungsoo no era un buen partido, no era la clase de joven que hacía que las cabezas se volvieran a su paso, no poseía el tipo de belleza que podría atraer a  alguien tan apuesto como Youngwoon. Había dejado a un lado su sentido común por unos cuantos besos y..
Bueno, lo cierto es que no habían sido besos de amistad. Y los amigos no solían hacer el amor. Pero y eso era lo que Jungsoo había pasado por alto, aquella era su opinión, la opinión de una pareja. Era obvio que los hombres debían de tener una perspectiva muy distinta.
Estaba volviendo a hacerlo, analizando, diseccionando, poniéndose cada vez más taciturno, cuando nada iba a cambiar. Se levantó. Se puso a andar por la habitación. Se detuvo junto a la ventana, corrió las cortinas, pero la luna se estaba ocultando, sumiéndolo todo en la oscuridad. Tal vez un largo paseo... No, entonces tendría que volver a vestirse, dejarles una nota a sus tíos...
Se acercó al fuego, que mantenía la habitación caldeada. Debería apagarlo, y apagar las lámparas. Tener la habitación a oscuras no le había servido de nada anoche. Un vaso de leche caliente, entonces. En aquel punto, probaría cualquier cosa para dormir un poco y poder interrumpir sus pensamientos.
Bajó a la cocina, pero al cabo de unos minutos regresó a la habitación arrastrando los pies. La leche no lo había adormecido. Seguía desvelado, y se despejó todavía más cuando abrió la puerta y se encontró a Youngwoon sentado en su cama.
Jungsoo, obviamente, puso en duda lo que estaba viendo. Su imaginación lo había traído hasta allí, incluso le había sacado el abrigo, porque sabía que dentro de casa el calor enseguida lo agobiaba. Era una ilusión. No era real.
-Como ya era tarde cuando he estado en condiciones de venir -le dijo Youngwoon-, he pensado que lo mejor sería esperar a una hora en que sus tíos no puedan vigilarnos desde la ventana. No sabía cómo iba a subir sin despertar a toda la casa hasta que usted se ha asomado a la ventana.
Fue el acento de Youngwoon, el cual Jungsoo sabía que no podría reproducir con ningún grado de exactitud, lo que le convenció de que no era fruto de su imaginación, de que él era de carne y hueso.
-¿Ha entrado por la ventana?
-Sí, y me ha costado lo mío. Ese árbol no quería colaborar. Creo que le he roto unas cuantas ramas.
Parecía arrepentido. Jungsoo seguía demasiado asombrado de su presencia para pensar con claridad.
-Pero ¿por qué?

Youngwoon se levantó de la cama, se acercó a Jungsoo y cerró la puerta que había dejado abierta sin darse cuenta. Jungsoo se apartó de él, acercándose al fuego, empezando a notar.. agitación. Eso no lo disuadió: volvió a seguirlo, le tomó las manos para impedir que se alejara de nuevo.


1 comentario:

  1. Que bueno.....me encanta que Teuk le haya dicho que no se casaría con él.
    Que atrevimiento de Kangin besarlo cuando sabía que sus tíos veían...pero que chasco se llevo cuando Teuk dijo que no JAJAJAJAJAJAJAJA
    Así se enseñará a hacer las cosas bien...como deben de ser.
    Lo más fácil irse a emborrachar...al menos de regreso en casa soltó la sopa y ahora su tío le fue a contar lo que le dijo a Teuk y bueno...esto arregla algo.
    Y le dio el valor a Kangin para regresar y hablar con él...aunque haya subido a su habitación desde la ventana por esperar a que sus tíos no los espiaran bueno...no está bien,pero le da un plus y además,le ayudara para convencer a Teuk de lo que le vaya a decir.
    Lo bruto le va a ayudar esta vez.
    Ahora sí Teuk....dile que sí ^_*

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...